domingo, 15 de febrero de 2009

> Periodistas de aquí y de allá

En las ruedas de prensa que dan Rajoy o Zapatero, Rosa Díez o Ibarretxe, los periodistas que preguntan parecen siempre interinos, como haciéndoles un favor a su primo reportero que no puede ir a la reunión por un problema de última hora. Titubean en las preguntas, parecen vestidos en mercadillos y no acertarían a encontrar un peine en su cuarto de baño aunque en ello les fuera la vida. Tienen intención de poner en un compromiso al ponente, pero se desinflan nada más les ceden el micrófono. Y estos son los que van a las ruedas de prensa importantes; para los accidentes aéreos tienen en plantilla a otros mucho peores (véanse los artículos del 20 y 21 de agosto de 2008).

Y no es que aquí no haya buenos periodistas, que los hay, sino que éstos no se manchan con este trabajo a pie de obra. Ellos hablan por teléfono, acuden a comidas, van a fiestas donde la música te obliga a hablar al oído.

En la cultura anglosajona, sin embargo, los grandes nombres de la profesión no se pierden una rueda de prensa del presidente del gobierno o de cualquier destacado padre (o madre) de la patria. Incluso seguro que han reparado ustedes en que los que están en el atril les ceden la palabra citándoles por sus nombres de pila y con sospechosa camaradería.

La inmensa mayoría de españoles no leen periódicos, y mucho menos la información política, por lo que las preguntas que pillan en televisión mientras cenan bien (mal) pudieran ser su única oportunidad para valorar el mensaje de los políticos y el contraste de las preguntas de los periodistas. ¿El contraste he dicho?

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