jueves, 25 de abril de 2013

> El placer de ‘Salvados’

Hay un placer oculto en seguir el programa de televisión ‘Salvados’. La televisión empezó siendo entretenimiento y noticias sustentadas por la publicidad. La mayor parte de la población enciende el aparato para distraerse, y hay algunos (pocos, que se lo pregunten a Telecinco) que encuentran distracción en los documentales, la divulgación científica y los debates.

Es más difícilmente explicable los altos niveles de audiencia que tiene el programa que dirige Jordi Évole en la Sexta. Debe ser un placer masoquista, porque semana tras semana escuchamos que las eléctricas nos timan, las farmacéuticas nos engañan, las alimentarias nos usan de cobayas y, por supuesto, que nuestros políticos son unos inútiles que derrochan y se enriquecen a nuestra costa. Todo esto ya nos lo sabíamos (al menos los más ingenuos lo barruntaban), pero eso de verlo en un programa tan bien realizado y en alta definición mientras uno se indigna orondo en el sillón de casa tiene su punto.

Lástima (pues soy pesimista) que al día siguiente haya que madrugar y la realidad nos devuelva a cada uno a su sitio en el pesebre. Hasta dentro de cuatro años.

martes, 16 de abril de 2013

> Olvido

Hace unos meses una oscura concejal de un remoto pueblo saltó a la fama al difundirse un vídeo privado que ella había grabado para su amante. Normalmente, cuando se escribe ‘privado’ se quiere decir ‘sexual’, y este caso no es una excepción.

Según dice la concejal, el desleal amante lo envió por Whatsapp a alguien que a su vez lo envió a… hasta llegar a las más de cinco millones de referencias que hoy tiene el vídeo de Olvido Hormigos en Google. En un pueblo pequeño como Los Yébenes, la concejal, casada y con dos hijos, estaba en boca de todos, y dado lo explícito del caso y la difusión del vídeo, la prensa nacional e internacional se hicieron eco del hecho (no le llamemos noticia).

Se pidió su dimisión, y ella consideró la idea, pero recibió el apoyo de cientos de personas que razonaban con buen criterio que era ella la víctima, no la ofensora. Permaneció en su puesto.

Unos meses más tarde, cuando otros asuntos llenan las páginas de los periódicos, parece que la concejal Olvido Hormigos no ha podido resistirse al olvido y, ahora, ha renunciado a su cargo en el ayuntamiento para participar en un programa de televisión de ¡saltos desde un trampolín! Fue eliminada. No entendió la exconcejal el resultado como una premonición, sino que subió la apuesta: ahora sale desnuda voluntariamente en la portada de la revista Interviú.

Por supuesto es una decisión personal y ella sabrá sus motivos, pero parece que los focos calientan los despropósitos (recordemos el caso del profesor universitario que defendió a una mujer golpeada). Sí, es una decisión personal, pero quizá debería considerar también a su marido, a sus dos hijos adolescentes, a las cientos de personas que la apoyaron en un primer momento y, sobre todo, a lo que quizá dentro de unos meses pensará ella cuando se mire en el espejo, y eso sí que no caerá en el olvido.

jueves, 4 de abril de 2013

> Cómo educar a nuestros hijos

Hace unas fechas escribía una larga lista (¡y me quedaba corto!) de casos de corrupción, insensibilidad y sometimiento. Nadie educa a sus hijos en estos valores, pero vemos que los que los han practicado con fruición han triunfado y disfrutarán de su (nuestro) dinero, tanto ellos como sus nietos. Y no es sólo cuestión de dinero, sino que estos personajes tenían el poder como para callarle a cualquiera la boca. En televisión, que moldea el sentir popular, vemos algo parecido, y alcanzan la fama y el reconocimiento los muchachos de Operación Triunfo, Gandía Shore (whore!) y otros. No recuerdo haber visto nunca un premio al talento juvenil en matemáticas, a la interpretación del violín o al salto de altura. Los descerebrados, los frikis, los pillos son los que existen.

Lo malo de la corrupción y la desvergüenza impune no son los millones en Suiza, sino el desánimo que le inunda al que escogió el camino largo y pedregoso del esfuerzo. No todos los sinvergüenzas triunfan, pero tampoco todos los que preparan oposiciones a notaría las sacan; sin embargo a los que lo intentan día tras día al menos debería quedarles el sentimiento de no estar haciendo el tonto en el país de los listos.