domingo, 28 de febrero de 2010

> PIGS

Algunos ingleses son muy graciosos, sobre todo los que mandan (piensen en Brown, Major o Thatcher). Como su situación personal es muy sobrada, entretienen sus reuniones de sadomaso con excompañeros de Eton inventando acrónimos ingeniosos, porque lo de hacer crucigramas y las fiestas filonazis ya están muy vistos.

En cuestiones económicas, primero nombraron eso de BRIC para referirse a los principales países emergentes (Brasil, Russia, India, China). Como vieron que el término tuvo éxito entre los gestores de la City se animaron a inventar otros acrónimos más picantones, como por ejemplo PIGS (cerdos en inglés) para referirse a la triste situación económica de Portugal, Italy, Greece and Spain.

El pensamiento inglés (otra cosa son los ingleses individuales) nunca se ha sentido cómodo con el sur, aunque el calor les era seductor, y por eso mantienen una relación de amor por el sol y odio por el sudor. En aquellos tiempos ellos estaban en todas partes y nosotros aquí; ahora, ellos siguen estando en todas partes pero algunos de nosotros han comprado bancos ingleses, edificios de la City e incluso aeropuertos británicos. Y eso requería poner a cada cual en su sitio: por eso llamarnos PIGS.

Después de muchos meses riéndose a nuestra costa, Barclays ha pedido a sus analistas que eviten, por favor por favor, ese término, ya que ellos respetan todos los países donde tienen oficinas. Quien controla los medios elabora el mensaje, y así nosotros nos vemos como cerdos fanfarrones mientras que otros presumen de inventar el traje de tweed.

jueves, 25 de febrero de 2010

> Nada es lo que era

Nada es sino lo que nos parece. A los que vamos poco a poco teniendo una edad nos parece que hay cosas que cambian para mal.

Siempre me ha gustado holgar las mañanas de los domingos con varios periódicos y disfrutar de su lectura. Hace años, cuando de la ciudad me mudé al campo, leer la prensa suponía perder casi una hora en coche, pero aun así me compensaba el esfuerzo por el placer que me reportaba.

Puede que sea la crisis, puede que los años, puede que la justificación de la pereza, pero el caso es que he decidido dejar de comprar periódicos en papel. Cada vez más son una ventana a la impudicia (por ejemplo con el terremoto de Haití), un corta y pega de comunicados de prensa, un desarrollo de intereses corporativos, un mero soporte de publicidad adornada de consejo. Se lo han ganado a pulso: adiós.

La pena es que con este gesto, si se multiplicara lo suficiente, perderíamos todos. La libertad necesita de la información, que nunca es gratuita: si sólo la pagan los vendedores les favorecerá a ellos; si sólo los compradores, a nosotros. A mí ya no me compensa el esfuerzo por un par de artículos interesantes, que vengan otros a sustituir mi apoyo incondicional durante años. El caso es que periódicos como “El País” o “El Mundo” hace meses que decidieron en su miopía suprimir las secciones infantiles que interesaban a mis hijos. Ellos ya no preguntan por el periódico, sólo piden Clan TV. Que vengan otros para comprarlos, pero no sé quiénes ni de dónde.

lunes, 22 de febrero de 2010

< Sin palabras: ¿Bin?










Málaga, barrio de Portada Alta

viernes, 19 de febrero de 2010

> Siempre nos quedará el tiempo

Es tradición que en los ascensores, cuando no se tiene nada de qué hablar pero se tiene que hablar de algo, se hable del tiempo. Benditos sean, pues, los países en los que en el invierno por la ola de frío y en verano por la ola de calor los informativos se ocupan por extenso de estos temas. Si falta un atentado, una crispación, otra metedura de pata del gobierno, se habla del tiempo. Si hablan de otra cosa cuando afuera hace frío o calor, malo: ocurre algo en el mundo (y cuando ocurre algo es que es malo).

Hoy ya he hablado del tiempo.

martes, 16 de febrero de 2010

> Reseña: “Amerrika” (“Amreeka”), Cherien Dabis, 2009

En realidad fui al cine para ver ‘Avatar’ con mis hijos, pero ellos prefirieron a las ardillas Alvin y para Avatar no quedaban ya entradas.

En la sala de “Amerrika” éramos tres personas: una pareja de mediana edad que hablaba y hablaba de poesía mexicana del sur de EE.UU. y yo. Vale que la película sea minoritaria, pero creo que fue un castigo desproporcionado que dejaran encendidas las luces durante casi toda la proyección.

Sí, no está mal, pero tampoco iría otra vez a verla, aunque suene insensible a los padecimientos de una inmigrante palestina y su hijo en los EE.UU. Es una de esas películas que puedes ver en la 2 y te sientes bien, pero quizá para una sala comercial sea algo excesivo.

Lo de arriba jamás lo hubiera escrito (¡ni pensado!) años atrás, pero es lo que tiene ir al cine a ver ‘Avatar’ y que te den plantón con las ardillas Alvin…

sábado, 13 de febrero de 2010

> Vuelo Oceanic 815

Antes de Obama, cuando en una película el presidente de los EE.UU. era un negro significaba que iba a ocurrir una gran catástrofe. A fin de cuentas que un negro fuera presidente ya era de por sí no sé si una catástrofe pero sí algo que no habían conocido los tiempos ni los varones blancos.

Por otro lado, cuando un avión se va a estrellar, va a ser objetivo de terroristas o van a secuestrar al hijo de una señora en pleno vuelo, la compañía afectada se llama siempre Oceanic. Si no me creen, vean durante la siesta Antena3 un fin de semana.

Ésta es una empresa que tiene rutas a todas partes desde todos lados, pero la selección de personal falla: los sobrecargos son siempre asesinos en serie o están en connivencia con los terroristas.

En la serie ‘Perdidos’ la compañía del avión que se estrella en una remota isla del Pacífico no podía ser otra que ‘Oceanic’, ¿qué otra se prestaría a ceder su nombre para un accidente por mucha publicidad que les reportara?

Y ¿usted volaría con Oceanic para vivir una aventura en una amena isla del Pacífico? Pues venga: compremos los billetes juntos, que igual también hay subvenciones para esto. Mejor intentar la aventura que morir de tedio esperando a Iberia.

Referencia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Oceanic_Airlines

miércoles, 10 de febrero de 2010

> Un Giacometti

Un señor, una señora o algo ha comprado una escultura de Giacometti por setenta y cuatro millones de euros. Lo que es seguro es que quien la ha comprado no se quitará del champán ni del caviar por este gasto, por lo que debemos suponer que tiene más, muchísimo más dinero. También debemos suponer que quien se gasta setenta y cuatro millones tiene diversificado su patrimonio y no sólo decora su casa o su museo con esta escultura, sino que seguro tiene otras, quizá no tan caras, pero otras.

¿Dónde pondrá este señor, señora o algo esta escultura? Es un problema no menor, porque los que no entendemos colgaríamos sin dudar nuestro abrigo de ella nada más entrar por el recibidor. En el centro del salón, tampoco, porque es tan cateto como tener una televisión allí, y no es cuestión de gastarse setenta y cuatro millones, por muchos más que se tengan, para quedar como un cateto. Lo mejor sin duda es hacer como dicen de la mujer de Jacques Hachuel, que tuvo durante meses un Goya en el suelo del baño porque no sabía dónde ponerlo. Yo le diría a las visitas que fueran a ese baño, que el otro estaba ocupado, y me complacería en ver sus caras de sumisión después de hacer un pis.

Lo de menos, como ven, es la escultura o el arte. La noticia es el precio, el poder, la subasta, la envidia.


Referencia:
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Dinero/poder/amor/arte/elpepucul/20100205elpepicul_4/Tes

domingo, 7 de febrero de 2010

> ¿Es ésta mi madre?

La tradición filosófica occidental (si queda algún lector después de estas primeras palabras, que siga leyendo hasta el final) casi siempre se ha ocupado del ‘ser’. En estos tiempos donde se valoran tanto en televisión las tetas grandes hablar de ontología no llega a ser una humorada, se queda simplemente en tontería.

Si han visto la película “El hijo de la novia” de Juan José Campanella, protagonizada por Ricardo Darín, o han tenido la desgracia de ver próximo el declive mental de una persona cercana, sabrán lo importante que es el ‘ser’. Uno no puede dejar de preguntarse: ¿esta persona que no me reconoce es mi madre?, ¿esta persona que me rechaza es mi madre?, ¿esta persona terca en la negación es mi madre? Uno se queda con la idea de la mujer que te llevaba de la mano al colegio, o hablaba con el cura cuando te castigaba. También era la madre con la que hablabas mientras desenvainabas guisantes para la cena o te cuidaba cuando estabas enfermo. Nadie más hubiera asumido con tanto celo esas tareas.

Sin embargo ahora esa misma madre pudiera ser intercambiada por cualquier otra, que el resultado sería el mismo. Es un cuerpo que albergó la persona que te cuidó y te quiso, pero ahora su ser es otro, una sombra en la caverna.

Aunque no he hecho ninguna pregunta, tampoco tengo respuestas para esto, sólo las culturales (el amparo) y las egoístas (quid pro quo), lejos de esas razones que tan bien combinan la razón con la belleza.

jueves, 4 de febrero de 2010

> Cómo aumentar la productividad y la felicidad de los agentes de bolsa españoles

La Bolsa de Madrid empieza a cotizar a las nueve de la mañana y echa el cierre a las seis menos veinticinco. Hasta aquí todos de acuerdo, ¿no?

Los que somos tan cándidos como para mirar la evolución del Ibex35 durante las horas de la mañana, estamos perdiendo el tiempo. Los agentes de bolsa que están trabajando (ya me entienden) a esas horas no sólo se sientan delante de sus monitores para que les vean sus jefes trabajar sino que además están haciendo un precalentamiento muy caro para sus empresas a la espera de que empiece realmente la jornada laboral con la apertura de los mercados norteamericanos a las tres y media.

Es difícil, muy difícil, encontrar un día que la bolsa española empiece con un signo y no se contagie del color del otro lado del océano. Y cuando sucede, es para ir a la baja: para esto, que no madruguen. Si hay que ir, pues se va; pero ir para hacer lo que va a hacer otro…: para eso que se queden en la cama.

No hay que ser analista fundamental para razonar que si estas personas se quedan en su casa hasta después de comer y aparecen por el trabajo un rato antes de la apertura de Nueva York, no habrán desaprovechado sus mañanas… ¡ni las nuestras!

Además, con la buena vida que se van a dar, van a ver brotes verdes por todas partes.

lunes, 1 de febrero de 2010

> Reseña: “Póquer de ases”, Manuel Vicent

Tiene que haber algún engaño.

Había uno formal: el número de páginas. Siempre miro el número de páginas para tener algún indicio, aunque muy incierto, del trabajo que se ha tomado el autor; luego lo divido por el precio del libro. Éste cumplía, pero luego vi que tiene muchas páginas ilustradas y pares en blanco, y eso es juego sucio. Me dio qué pensar: Vicent o el señor Alfaguara es muy mediterráneo, y por tanto con querencia a la siesta.

Sin embargo, el libro está bien (lo poco que se puede leer, no las páginas en blanco ni las ilustraciones). Son reseñas biográficas de unos veinte escritores de los últimos dos siglos. Habla de cómo vio a Beckett salir de casa y coger el coche, de cómo eran las gafas de Cortázar, de la infancia esquizofrénica de Graham Greene. Pero ¿cómo se puede tener esa soltura de conocimiento íntimo de tan egregias figuras?, ¿cómo se puede hablar de tú a tú de Scott Fitzgerald, Borges o Virginia Woolf? Tiene que haber truco: no se puede estar siempre a un palmo sobre el suelo. Simplemente no es posible.

Y el caso es que está bien, pero tiene que esconder algún engaño: cada cuál intuirá el suyo.