jueves, 4 de febrero de 2010

> Cómo aumentar la productividad y la felicidad de los agentes de bolsa españoles

La Bolsa de Madrid empieza a cotizar a las nueve de la mañana y echa el cierre a las seis menos veinticinco. Hasta aquí todos de acuerdo, ¿no?

Los que somos tan cándidos como para mirar la evolución del Ibex35 durante las horas de la mañana, estamos perdiendo el tiempo. Los agentes de bolsa que están trabajando (ya me entienden) a esas horas no sólo se sientan delante de sus monitores para que les vean sus jefes trabajar sino que además están haciendo un precalentamiento muy caro para sus empresas a la espera de que empiece realmente la jornada laboral con la apertura de los mercados norteamericanos a las tres y media.

Es difícil, muy difícil, encontrar un día que la bolsa española empiece con un signo y no se contagie del color del otro lado del océano. Y cuando sucede, es para ir a la baja: para esto, que no madruguen. Si hay que ir, pues se va; pero ir para hacer lo que va a hacer otro…: para eso que se queden en la cama.

No hay que ser analista fundamental para razonar que si estas personas se quedan en su casa hasta después de comer y aparecen por el trabajo un rato antes de la apertura de Nueva York, no habrán desaprovechado sus mañanas… ¡ni las nuestras!

Además, con la buena vida que se van a dar, van a ver brotes verdes por todas partes.

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