viernes, 31 de octubre de 2008

> Cielo y tierra

Siempre gusta encontrar que somos únicos, pero también nos consuela comprobar que no somos tan raros como nos temíamos. Leyendo ‘Tristram Shandy’ de Lawrence Sterne vi una supuesta cita de Aristóteles que dice que “cuando un hombre piensa en algo pasado, mira a la tierra; pero que cuando piensa en algo por venir, mira al cielo”. El hecho es que hace tiempo tenía intención de escribir un artículo sobre lo que yo consideraba algo único, pero parece que al menos Aristóteles lo tenía ya por norma (el que este gran filósofo lo descubriera antes que yo no me supone un gran consuelo para mi vanidad).

Cuando por la noche me acuesto en la cama puedo escoger tres posturas. Si me pongo de lado lo trataré otro día, pero si me pongo hacia arriba o hacia abajo se cumple el comentario del Estagirita. Si miro al techo (es un decir, porque tengo los ojos cerrados) pienso en las cosas que haré, en los planes triunfantes que llevaré a cabo, en lo que me deparará el futuro. Sin embargo, si me tumbo boca abajo sólo consigo recordar lo que he hecho ese día, los problemas que me han asaltado, las miradas que he querido esquivar.

Ya lo he dicho, pero lo repito: pensaba que era más original. Aunque bien pensado no tiene nada de raro, por eso el Paraíso está en el cielo y en el futuro y el Infierno bajo tierra con pantalones de campana. Piénsenlo un momento y luego díganme si Aristóteles también tenía razón en su caso; o dicho de otra forma: ¿es usted tan raro que no ha sido aún descrito?

miércoles, 29 de octubre de 2008

> Internet nos cambia la mente

Leí hace unos días un artículo muy interesante sobre cómo afecta internet a nuestra forma de adquirir y desarrollar el conocimiento. En pocas palabras, internet nos está volviendo más perezosos, concisos, estrechos de miras y superficiales.

Casi todos los días paso varias horas hojeando artículos y leyendo noticias en la web. También me gusta leer libros impresos y le dedico otro buen rato. Sin embargo, cada vez me cuesta más trabajo centrar mi atención en artículos largos o que empleen frases subordinadas muy largas e hiladas, y antes no era así. Si esto es el resultado de pasar tantas horas delante del ordenador, no lo sé; pero si fuera el caso, el efecto en otras personas que no hayan tenido antes una educación tradicional puede ser aún peor.

No creo que tenga mucho que ver el uso de internet con la menguante capacitación de los jóvenes para leer y comprender un texto o expresar ideas correctamente, pero por lo leído parece que no ayuda. Lo que se sigue de esto es una visión pesimista sobre unos futuros ciudadanos más simples, más huecos y más manipulables. La primera lectura para la Educación para la Ciudadanía debería ser “Sobre la libertad” de John Stuart Mill, si no es ya demasiado tarde para poder comprenderla.


Ref.: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Internet/cambia/forma/leer/pensar/elpeputec/20081010elpepisoc_1/Tes

lunes, 27 de octubre de 2008

> Despidos

Ésta es una ley más inexorable que la de la gravedad: cuando las cosas van mal en una empresa lo primero que hacen es echar gente a la calle. Y la empresa al día siguiente sube en bolsa como un barco aliviado de una pesada e inútil carga. Si alguien se pregunta por qué nunca echan a los altos ejecutivos de una empresa en crisis, la respuesta no está en el viento: son ellos lo que toman las decisiones de a quién echar y el domingo tienen planes de ir a Disneylandia con sus hijos.

Siempre me he preguntado cómo es que ante estos despidos masivos las empresas suben en bolsa. Primero, se supone que la imagen de una empresa que echa a sus trabajadores a la calle debería sufrir, y la gente diría al pasar por la acera:

- Mira José: esta sucursal es de Citibank, que ha echado a 11.000 personas a la calle por las equivocadas decisiones en la gestión de riesgos de sus directivos.

Pues no, la gente no dice esas cosas y si las dice da igual porque sigue abriendo cuentas en Citibank.

Pero lo más importante es que nadie se para a pensar que esas personas (11.000 por ejemplo) estarían haciendo algo todos los días en el banco. Serían cajeros, analistas de riesgos, contables… Y son muchas personas. De la noche a la mañana, ya no son necesarias: ale, a la calle. ¿Ningún directivo se dio cuenta antes de contratarlas de que no eran necesarias? Lo cual incide en el convencimiento de que esos directivos no eran unos lumbreras precisamente.

Como a estas alturas de la película ya casi nadie cree que los directivos sean muy espabilados, ¿no podría ser también que la decisión de echar a esas personas también esté equivocada? No creo, lo hace todo el mundo.

sábado, 25 de octubre de 2008

> Los niños invisibles

La lectura reciente de un artículo me recordó la experiencia de no ver niños en la calle jugando. Mis sobrinos vivían junto a un parque y a un descampado, y jamás los han pisado salvo cuando yo iba en verano a jugar a la pelota con ellos; no conocen a ningún otro niño en el barrio, y sólo se relacionan con los compañeros del colegio. Otro sobrino mío vive en una zona de chalets de clase alta, y tampoco tiene amigos en el vecindario ni sale a la calle a jugar.

En el artículo que leí se presentaban varias ideas para explicar este comportamiento tan distinto al que vivimos en nuestra infancia los que ahora rondamos los cuarenta. Sin embargo me parece que la explicación hay que buscarla en el comportamiento social de los padres, ya que el miedo de éstos a un secuestro o a un abuso sexual (que se esgrime como la causa principal de no dejar salir a los niños solos a la calle) no sólo es algo estadísticamente rarísimo, sino que los casos que desembocaron en este miedo son posteriores al fenómeno del que hablo. Mis padres saludaban a los vecinos, sabían cómo se ganaban la vida y cómo eran. Aunque nos mudamos muchísimas veces de casa por el trabajo de mi padre, a cada sitio que llegábamos mis padres procuraban conocer a los otros padres del entorno. El conocimiento genera confianza, y aunque no había un pacto explícito sobre esto, en algún momento todos los vecinos se preocupaban de los hijos ajenos, y mis padres podían enviarme a la calle sin demasiado temor.

Hoy creo que esto no sucede. En el caso de mis sobrinos, sus padres no tienen ningún trato con ningún vecino (ni siquiera saben sus nombres, sólo les suenan las caras de cruzarse en el ascensor). Los padres de mi otro sobrino, me temo que tampoco. Los niños sólo han desarrollado relaciones en el colegio, lo que obliga a los padres a llevarlos para que tengan contacto social. El resto del tiempo lo pasan en casa viendo televisión o jugando con videoconsolas.

También creo que influye la disminución del número de hermanos en las familias. Tener un hermano es un seguro contra la soledad, el abuso y el rechazo. Lo más difícil es tener el primer amigo, y un hermano hace este papel hasta que los dos puedan volar por su cuenta.

El resultado de todo esto es que los niños se relacionan menos con otros niños, sus relaciones son menos variadas, y los padres tienen que invertir mucho más tiempo en vigilar a sus hijos del que seguro les apetecería y del que sin duda necesitan como niños.

Ref.: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/generacion/ninos/paredes/elpepusoc/20081014elpepisoc_1/Tes

jueves, 23 de octubre de 2008

> “Bebé medicamento”

María Casado lo dijo como la cosa más natural del mundo en el Telediario de las nueve de la noche del pasado día 19 de octubre: “Ha nacido el primer bebé medicamento español”. A veces dan ganas de exiliarse.

Ni tan siquiera me cupo la duda de que era un error momentáneo o individual: lo repitieron varias veces en el reportaje y rotularon con este infame nombre la entrevista a la madre. ¿Se dan cuenta esta gente que están hablando de una persona, de un bebé? ¿Cómo se puede cosificar a un ser humano sin pestañear? La respuesta: porque no pasa nada.

Antes hablaban de los ‘sin papeles’, hasta que varios dijeron que los inmigrantes ilegales no eran sólo entes con un solo atributo (los blancos, los negros, los chinos, etc.), sino personas a menudo desesperadas que tienen la mala suerte existencial de no poder estar legalmente en España. Ahora ya casi nunca lo dicen, se inventan eufemismos menos traumáticos. Estos bebés nacidos para salvar a un hermano quizá sean muy pocos para que alguien se preocupe de qué nombre darles.

martes, 21 de octubre de 2008

> Psicomaquia

En interpretación artística el tema de la psicomaquia se refiere a la escena en la que un personaje duda qué opción elegir, pues las que se ofrecen parecen semejantes.

En el comentario del día 19 puse como ejemplo de irresponsabilidad las vacaciones que unos altos ejecutivos de AIG se tomaron en un balneario de California poco tiempo después de que el Gobierno norteamericano inyectara dinero público en la empresa para evitar su quiebra. Para ejemplificar la irresponsabilidad se pueden poner otros muchos ejemplos, pero éste lo traigo a colación ahora porque no es tan simple ni maniqueo como parece.

Un portavoz de AIG declaró que estas vacaciones pagadas (en las que se gastaron cerca de medio millón de euros) estaban planificadas desde largo tiempo atrás y eran una recompensa a los objetivos conseguidos por estos altos ejecutivos. Aparte de lo cuestionable que con carácter general pueda parecer este tipo de retribuciones a los ya de por sí más beneficiados de una empresa, se puede considerar que es de justicia cumplir con lo prometido; sin embargo, por otra parte, quienes van a pagar esas vacaciones son los contribuyentes norteamericanos que no tienen culpa de nada. ¿Qué habría que hacer? Si no das el premio, estás incumpliendo un pacto, dejas de ser creíble y la desmotivación se extenderá entre tus empleados; pero si les pagas las vacaciones parecerá (y acaso sea) una muestra de frivolidad e irresponsabilidad intolerables.

Parece que de las opciones tendremos que escoger la menos mala. Hoy me parece, aunque me pese, que es la que escogió la empresa.

domingo, 19 de octubre de 2008

> Comme il faut

Si tuviera que escoger un leitmotiv de nuestro tiempo diría que es la falta de responsabilidad (no niego que quizá sea porque me estoy haciendo viejo y todo tiempo pasado fue mejor).

Estamos en medio de una crisis económica que todos consideran la definitiva, y vemos que las empresas se hunden en bolsa. Sin embargo no todas han cometido los excesos y las irresponsabilidades de las malas, pero sí todas sufren las consecuencias. Luego, además, viene el estado y reflota con dinero público a los que han hecho las cosas mal (y los directivos, para celebrarlo, se van a un balneario de lujo en California como han hecho los de AIG).

La conclusión que saca uno de esto es que da igual que hagas bien o mal las cosas, siempre y cuando no seas el único en hacerlas mal.

viernes, 17 de octubre de 2008

> Pornografía

En origen la palabra pornografía no sólo hacía alusión a asuntos relacionados con el sexo, sino a todo aquello vergonzoso, ruin o repugnante. En esa acepción la empleo aquí.

Ya he dicho con anterioridad en este blog que de vez en cuando leo artículos de Pío Moa, y casi siempre estoy en profundo desacuerdo con él, aunque más que desacuerdo tendría que decir que es como si estuviéramos en diferentes planetas. Me pregunto qué es lo que me hace leer a este señor o escuchar de tarde en tarde a Jiménez Losantos en la COPE (habiendo tantas otras emisoras y tantos otros periódicos en internet). Por una parte está la curiosidad por conocer otras opiniones, aunque sean extraterrestres, pero por encima de esto el éxito de estas personas no está en sus juicios, opiniones o análisis, sino en el espectáculo pornográfico que dan. Buscan la provocación y el escándalo, y eso es lo que me atrae a mí y supongo a otra mucha gente. Es como un “Gran Hermano” unas “Crónicas marcianas” o el reportaje de Nieves Herrero sobre las niñas de Alcáser. ¿Cómo si no habría de calificarse a alguien que no se acuesta un día sin haber escrito al menos tres veces “puterío”, “amigo de la ETA”, “choriceo” y “chekista” en referencia al Gobierno? ¿Qué adjetivo distinto de pornográfico podría aplicarse a alguien que hablando del Estatuto de autonomía catalán dice que como consecuencia de éste “veremos el río Llobregat teñido de sangre”?

La ventaja que tienen es que es más justificable socialmente mostrar estos comentarios amparándose en la libertad de expresión que, amparándose en la misma libertad de expresión, mostrar una felación.

miércoles, 15 de octubre de 2008

> El último ‘trabajo’ de Enrique Bunbury

En honor a la honestidad tengo que decir que nunca me cayó bien este cantante. Su aire de suficiencia y sus permanentes gafas oscuras me hacían pensar que tenía que recurrir a eso para suplir otros méritos de los que carece. Por si fuera poco sus canciones me parecen malas, muy malas (quizá sea cuestión de mala suerte por las pocas que he escuchado).

El caso es que leo que este cantante ha publicado un nuevo disco, Hellville de Luxe. Pero la noticia es que en las letras de sus canciones ha plagiado al menos a dos autores poco conocidos, Joseba Sarrionandía y Pedro Casariego. El cantante, con la suficiencia y el desparpajo que le caracteriza, se ha limitado a difundir una nota diciendo que su proceder es práctica habitual en el mundo de la canción. Y aquí paz y después gloria.

Bunbury ha pasado a engrosar esa lista de consagrados que pueden hacer lo que quieran porque ya están en el ‘candelabro’. Saludos a Ana Rosa y a Sánchez Dragó.


Ref.: http://www.elpais.com/articulo/cultura/Nueva/inspiracion/literaria/Enrique/Bunbury/elpepucul/20081009elpepicul_5/Tes

lunes, 13 de octubre de 2008

> ¿Quién lee este blog?

Empecé a escribir este blog hace sólo unos meses. Cuando tuve publicados más de cincuenta artículos le comuniqué su existencia a mi mujer y a dos amigos. No me he anunciado de ninguna otra forma, ni incluyo publicidad, ni hay enlaces en otras páginas a mi blog, al menos que yo sepa. Por el contador de visitas, en estos tres meses y medio he recibido más de 300, y aunque mi autoestima me dice que son muchas menos de las que merezco, me sorprendo de que sean tantas.

Hay personas que se han conectado desde Singapur, Santiago de Chile, Londres o León: gracias (por favor, no me digáis que llegasteis por teclear mal una dirección). La mayoría de los lectores se conectan desde Andalucía, lo que me sorprende bastante, pues aunque yo mismo vivo en un pueblecito de Málaga no suelo tratar temas específicos de aquí.

Sólo tres o cuatro personas me han dejado comentarios, cosa que agradezco mucho, no sólo por el valor de lo escaso, sino por lo que me han dicho y el esfuerzo que se han tomado.

Mi vanidad me empuja a desear muchos más lectores, pero mi curiosidad me lleva a preferir que, los muchos o los pocos que me leen, sea por afición o por teclear mal una dirección, dejen sus opiniones sobre los temas que trato.

sábado, 11 de octubre de 2008

> Reseña: “Infancia. Adolescencia. Juventud”

El principal interés de esta autobiografía de Tolstoi reside en la descripción de la alta sociedad rusa del siglo XIX. Esta descripción no es exhaustiva ni quizá estuviera en el ánimo de su autor (por eso no es exhaustiva), pero resulta amena de leer porque enseguida nos sentimos identificados con el autor que habla en primera persona, salvando las distancias de clase social y preocupaciones vitales que de eso se derivan (no me quita el sueño parecer desaliñado por quitarme la levita en una fiesta). Además, y no es poco mérito, la prosa es ligera y se estructura en pequeños capítulos (unos cien) fáciles de leer. De alguna forma, como casi todas las autobiografías, me recuerda a “En busca del tiempo perdido”, pero tengo que reconocer que mientras esta última se me hizo pesada y embrollada, aun reconociéndole el mérito general y varios felices hallazgos (sólo he leído “Por la parte de Swann”), la obra de Tolstoi me ha parecido de más interés, aun cuando la vida que relate no presente ningún hecho destacable.

jueves, 9 de octubre de 2008

> La publicidad del miedo, III (escenas personales de la sanidad privada, resumen)

Estoy en la consulta de un cardiólogo privado. Él es un señor de mediana edad, grueso, con bigote, que en mi presencia y en una habitación de unos quince metros cuadrados no tiene otra idea que ponerse a fumar un gran puro. Me dice que debido a mi problema con la válvula tricúspide lo más probable es que abandone este barrio por muerte súbita. Ante la cara que debí poner, me reconforta: es sólo una cuestión estadística, me puedo morir de muchas otras formas.

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Estoy en la consulta de un afamado internista. Me está haciendo un ecocardiograma. Ve algo (y “algo” en un médico siempre es algo malo). Me pregunta cuánto tiempo tardo en recuperarme cuando pierdo la consciencia. Nunca la he perdido. Me pregunta que si sufro calambres. No, no los tengo. Si se me duermen las piernas. Pues tampoco. No se lo explica y se lo achaca al aparato, que es antiguo y tiene poca resolución. Mejor me da cita para dentro de quince días, porque tiene un nuevo aparato en la agencia de transportes pero aún no ha tenido tiempo de ir a recogerlo.

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Estoy al teléfono con la compañía de seguros médicos. Me tengo que operar de una pierna, y me dan cita ¡para el día siguiente! Al cabo de media hora me llaman y me dicen que no me pueden operar porque mi problema con la pierna se deriva de una enfermedad que tuve antes de firmar la póliza con ellos. Lo sienten mucho, pero intentan venderme el suplemento dental.

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Estoy en la consulta de otro internista. Me dice que me tiene que hacer una gastroscopia (no entro en detalles, pero créanme que es muy desagradable). Mi médico de cabecera me advierte que sea cual sea el resultado de la gastroscopia, no se puede hacer nada. El internista se defiende: ¡pero así al menos sabríamos cómo está por dentro!

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Estoy en la consulta del reumatólogo. Me recomienda que si quiero tener hijos, los tenga cuanto antes, porque si no no los podré tener. Después de ocho años sigo su consejo y tengo dos niños (niño y niña) en colaboración con mi mujer.

miércoles, 8 de octubre de 2008

> La publicidad del miedo, II (argumentario)

La sanidad privada ahorra tiempo al usuario”: pidan una cita a un médico particular y luego díganme si han entrado a la consulta a la hora que tenían la cita (ojo que he escrito “a la consulta”, no “a la sala de espera donde están las revistas del corazón”). Mi experiencia particular es que en la sanidad pública tengo que esperar mucho menos que en la privada, con diferencia.

La sanidad privada es más personalizada”: por suerte mi médico privado nunca se acuerda de mí cuando me ve, no sabe mi nombre y le tengo que volver a relatar de viva voz todas mis dolencias crónicas. Eso sí: conmigo se tira veinte minutos, y no diez como en la pública, pero de esos veinte minutos quince son de charlas de cortesía. Si quisiera oír hablar me compraría un loro: yo voy al médico para que me cure la otitis.

La sanidad privada tiene mejores medios”: sencillamente no es cierto. Los aparatos médicos son hoy en día tan caros que muchos de ellos sólo se los pueden permitir las administraciones públicas, y para el resto, hay más en los hospitales que en las consultas.

La sanidad privada es más fiable”: los médicos suelen ser los mismos (por la mañana en la pública, por la tarde en la privada). En las maternidades privadas de Málaga, donde vivo, el protocolo de actuación si surge un problema durante el parto es coger una ambulancia y llevar a la madre, al recién nacido o a ambos al Hospital Materno Infantil (público).

La sanidad privada es más eficiente y barata que la pública”: la sanidad privada, por definición, es mucho más cara que un sistema nacional de salud público (y si no, que se lo pregunten a los estadounidenses). Las medicinas que mandan en la privada son inexorablemente más caras que en la pública, donde con frecuencia recetan genéricos.

La sanidad privada es más bonita”: eso sí que es cierto. El tipo de personas que uno ve en las salas de espera viste mejor que el de los ambulatorios: no suele haber mujeres con mallas, ni hombres con chándal ni niños con gorra. Los jardines de los hospitales privados están mejor cuidados, y de las cafeterías para qué hablar (los donuts son del día). Además, tienen recepcionistas, y los ascensores no hacen ruido ni ademán de caerse.

martes, 7 de octubre de 2008

> La publicidad del miedo, I (arranque)

Cuando era niño mis padres me llevaban a un colegio público, y dormían tranquilos por la noche. Cuando me ponía malo me llevaban al hospital militar, y aún conservo los dos brazos y las dos piernas. En las ventanas de mi casa no había rejas (y vivíamos en un bajo), y nunca se le ocurrió a nadie instalar sistemas de seguridad ni vigilancia privada. Ni que decir tiene que jamás nos robaron, salvo cuando abrieron el Seiscientos en un aparcamiento vigilado de un hotel de Torremolinos y se llevaron los regalos de reyes.

Mis hijos van a un colegio concertado, tienen un seguro médico privado y en casa hay rejas en todas las ventanas. Por suerte no nos han robado, pero por si acaso evitamos pasar por Torremolinos.

Respecto de la salud, hace unos días vi en Telecinco uno de esos deplorables miniespacios (los llaman ‘clips’) que bajo la apariencia de un inocente espacio de divulgación no esconden otra cosa que publicidad inducida. Este ‘clip’ trataba de las ventajas de la sanidad privada frente a la pública, y le seguía un anuncio de seguros médicos Caser que patrocinaba el espacio. El caso es que el realizador del ‘clip’ no hacía otra cosa que sacar médicos muy simpáticos y agradables con los pacientes, dando a entender que éstos eran de hospitales privados porque en los públicos la masificación impedía un trato personalizado. Curiosamente, todas las batas de los médicos eran ¡del Servicio Andaluz de Salud! (es decir, eran médicos públicos). Tan pobre realización hace juego con la tosca (pero eficaz) concatenación de reportaje-que-muestra-un-problema con el anuncio-que-aporta-la-solución. Los argumentos explícitos del anuncio son los que todos tenemos en mente, aunque sean falsos, pero si los tenemos en mente debe ser porque alguien los ha puesto ahí junto con algún zumo de frutas con antioxidantes.

lunes, 6 de octubre de 2008

> El gato de Schrödinger

Siempre había sentido poca simpatía por los gatos, de tan egoístas y suyos que son. Por casualidad, un día tuvimos en casa uno, y desde entonces los perros perdieron definitivamente mi voto. Los gatos son animales que no heredan la personalidad ni las facciones del dueño, independientes, limpios y muy mimosos cuando les apetece a ellos (casi siempre).

Con estos antecedentes, a nadie extrañará la incomodidad que siento cada vez que oigo hablar del experimento del gato de Schrödinger. Para aquellos que no estén familiarizados con la física cuántica les diré que el experimento consiste en una caja cerrada en la que ponemos un gatito, un dispositivo que libera un gas tóxico si detecta la desintegración de una partícula... y una partícula que tiene un 50% de probabilidades de desintegrarse en un tiempo X. Si cerramos la caja y esperamos el tiempo X sin abrir la caja, según la física tradicional el gato puede estar vivo o muerto, pero para la física cuántica, si nos resistimos a abrir la caja, el gato está en un estado vivo y muerto al mismo tiempo. El ojo condiciona el experimento.

¿Por qué no pusieron a la abuela de Schrödinger en vez de al gato? ¿O a la madre o a su hermano? Ah, claro, al tal Schrödinger no le gustaría imaginar a su madre en esa tesitura: madre sólo hay una y gatos, muchos.

Una vez, en Sevilla, un compañero que se había criado en la barriada de Los Pajaritos describió cómo se entretenía llenando un saco de gatos y disparándoles luego con una escopeta de aire comprimido hasta que no se oía a ninguno maullar. Es lo mismo que el famoso experimento, pero con la física de el Toli.

domingo, 5 de octubre de 2008

> Todo lleno de puñetas

Hace unos días eché la siesta viendo por televisión la inauguración del año judicial, y seguro que a nadie le extraña si digo que fue una larga y profunda siesta. Todo el mundo esperaba y era esperado: los magistrados esperaban impacientes al Rey en el vestíbulo, y el Ministro y el Fiscal General del Estado les esperaban a todos en el primer piso. El guardarropa también esperaba al rey, que se tenía que poner la toga.

El discurso más soporífero, en dura pugna con el del Fiscal General, fue el de Carlos Dívar, recién estrenado presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo. Entre sueños escuché una loa a una ignorada “Carta de derechos judiciales de los ciudadanos”, al acercamiento de la justicia (permítasenme las minúsculas) al ciudadano, a la transparencia… y no recuerdo más porque por suerte perdí la consciencia en ese momento álgido de complacencia.

¿Sabe el señor Carlos Dívar del caos que vive la justicia, de la falta de ganas, de la desvergüenza? Sin embargo el discurso fue como siempre, el Rey casi se duerme como yo y las caras de aburrimiento mortal que de vez en cuando mostraba el realizador de los canosos magistrados hacían juego con el decorado. Porque eso era todo lo que había, sólo una tramoya sin nada detrás. De las instituciones del Estado la justicia, incluso por encima de la militar, es la que más adornos lleva (toga, escudos, puñetas blancas en las mangas, collares…), y cuando esto ocurre es que no tiene otra forma de ganarse el respeto por sí misma.

sábado, 4 de octubre de 2008

> Dinero

En los EE.UU. están dando dinero público a espuertas para evitar una debacle económica aún mayor que la que ya hemos visto: dinero que va a rescatar a Fannie Mae y a Freddie Mac, a AIG, a Bearn Sterns, inyecciones de liquidez un día sí y otro también, un plan de 700.000 millones de dólares…

Todas estas empresas tenían miles, tal vez decenas de miles de brillantes ejecutivos con salarios astronómicos y formados en las mejores universidades que no tenían ni idea (o sí) de lo que estaban haciendo, hasta que alguien gritó “¡Pero si el rey está desnudo!” y todos los bancos desconfiaron de los demás porque todos sabían que habían hecho lo mismo que ellos.

Los ejecutivos ganaron mucho dinero cuando el negocio florecía, y ahora con las primas que sus empresas les tienen que pagar si les dan la patada también volverán a ganar. Ellos siempre ganan, y nosotros estamos unidos a su suerte por un duro hilo de avaricia e ilusión, y por eso pagaremos.

jueves, 2 de octubre de 2008

> Los trajes de la Guardia Civil

Leo en el periódico que el gobierno va a comprar los nuevos uniformes de la Guardia Civil a China. A la patronal textil española no le ha hecho gracia, y le ha escrito una carta al ministro Rubalcaba.

Dicen en la carta que ellos entienden y están de acuerdo en que el procedimiento de compras del sector público no puede distinguir entre empresas nacionales o extranjeras, pero que el gobierno debería ser más sensible a lo mal que lo está pasando la industria textil nacional, y más en estos momentos de crisis. ¿Qué proponen? ¿Están pidiendo que el gobierno haga trampas? En la adjudicación del concurso, si se ha hecho bien (y nadie lo pone en duda), deben primar características como precio (los uniformes los pagamos todos los españoles con nuestros impuestos), rapidez de ejecución, fiabilidad del empresario, etc. Y parece que en esto nos han ganado los chinos (supongo que de calle). En vez de pedir medidas proteccionistas, los empresarios harían bien en ponerse las pilas o en dedicarse a otra cosa.

Tengo una parte de liberal económico (que la gente espabile) y por otra de proteccionista sentimental (hay que dar de comer primero a nuestros compatriotas). Pero como hoy he visto otra noticia que retrata a España como campeona de la falta de productividad entre los países desarrollados, hoy le toca salir de paseo al liberal.

A propósito de los uniformes, cuando se les empiecen a soltar los dobladillos, a rasgárseles las costuras, a despintar el verde, verán de qué humor se pone la Benemérita. Yo de usted no superaría el límite de velocidad en carretera.