martes, 29 de enero de 2013

> Tonterías las justas: ‘Te echaremos de menos’

Hay frases hechas, muchas, para no pensar; de la misma forma que hay floreros, muchos, que no son bonitos, sólo ocupan un lugar y cumplen una función. Nadie te va a llamar ni va a pensar en ti.

Cuando escuchas esas palabras tienes que aceptar que acabas de morir y que por suerte tienes que iniciar una nueva vida sin memoria de la anterior. No sé: toma la costumbre de desayunar en un bar leyendo el periódico, dormir la siesta o pasear con el perro, pero no abrigues la esperanza de seguir vinculado a alguien que te ha soltado esa fresca para no pensar; no le has merecido ni el esfuerzo de un impulso eléctrico neuronal nuevo, sino uno ya gastado por la convención.

“Al lugar donde has sido feliz / no debieras tratar de volver”.

martes, 22 de enero de 2013

> Minimalismo

Todo mínimo: el espacio que ocupan los libros, las familias, los teléfonos móviles, el número de espermatozoides, los ordenadores, los sueldos, las prestaciones públicas, los pisos, las vacaciones, las distancias, los coches… Y no se lo achaquen todo a la crisis, que pasará.

Antes uno creía saber si una persona era culta por la extensión de su biblioteca; hoy en cualquier eBook caben miles de títulos. Las casas tienen ahora menos metros y menos habitaciones de las que solían, las familias son más pequeñas. Millones de personas tendrán una vejez estrecha, muchas no habrán cotizado para aspirar a una pensión. En un futuro cercano, con el triunfo del minimalismo, con los chantajes de la tecnología, ¿cómo crearemos una opinión? Para tener opiniones hay que tener holgura y tiempo; si no, lo que se tiene es ira o resignación. El hueco lo ocupa el eslogan.

Nos hacemos viejos, qué bien cuadra esa frase tan repetida de que nuestros hijos serán los primeros que vivan peor que sus padres. Bueno, en realidad eso ya ha ocurrido antes, pero pensábamos que era cosa del pasado que ahora nos arrolla.

martes, 15 de enero de 2013

> Por qué yo no reciclo

Sé que decir que si te engañan una vez es culpa ajena y que si te engañan por una segunda vez es culpa tuya, es una vaga excusa. En realidad hablo de la desmoralización.

Cuando hace tiempo instalaron por vez primera contenedores específicos para diferentes tipos de residuos, yo fui de los primeros cándidos en utilizarlos. En casa perdía el tiempo clasificando en diferentes bolsas el vidrio, el cartón y el metal. Los contenedores no estaban cerca de casa, pero me tomaba la molestia de acercarme como un buen ciudadano.

Pasaron un par de años y me enteré que con la misma meticulosidad con la que yo clasificaba las basuras, el ayuntamiento lo juntaba todo en la recogida: aún no estaban preparados para la selección, pero valoraban muy positivamente el interés cívico de los residentes.

Donde vivo ahora no hay contenedores específicos para una población de unas trescientas personas; los más cercanos están a un par de kilómetros. Como no voy a pensar mal de nuestros gobernantes, supongo que no es importante reciclar, sino que sólo es una operación cosmética para recabar fondos europeos de esto o de aquello, y que a la postre estos residuos acaban todos mezclados junto con lavadoras, pilas y teléfonos en los vertederos de los alrededores de la gran ciudad. No hay contenedores selectivos para la moral gastada por el uso, es por ello que acaba junto con las raspas de pescado, las hojas de lechuga y los yogures caducados.

martes, 8 de enero de 2013

> Los recortes eran esto

Estas navidades hemos escuchado la grabación de las llamadas de auxilio al SAMUR tras la tragedia en el Madrid Arena. Sólo sé lo que escuché, no soy juez (y esto es importante decirlo).

La persona que atendió la llamada no tenía ni idea de lo que estaba diciendo. Pedía a los amigos de las víctimas que las llevaran a tal o cual dirección, a centenares de metros. No se molestó en calmar a sus interlocutores. No mostró ningún interés cuando le dijeron que alguien estaba muriéndose.

Al día siguiente nos enteramos que esta persona era conductor de coche oficial del ayuntamiento, y que por los recortes había sido recolocado, recibió un cursillo y le pusieron al otro lado de la línea telefónica a gestionar emergencias. Francisco, que así se llama esta persona, declaró en su disculpa que no tenía ni experiencia ni ‘don de palabra’.

Pero no se preocupen, que nadie ha perdido su puesto de trabajo.