jueves, 28 de noviembre de 2013

> Mariano Manostijeras

El título de este artículo vendría muy a pelo si fuera a hablar de los recortes gubernamentales, vasto y a veces basto campo. Sin embargo el tema que me ocupa es otro, el de las concertinas.

Nos hemos enterado que van a renovar la coronación de la valla perimetral de Melilla con un tipo de alambre que intercala unas cuchillas. El objetivo es disuadir a los desesperados que noche tras noche intentan asaltarla. La fiscalía está investigando el caso, la defensora del pueblo ha manifestado su contrariedad: dudo de que esas cuchillas vayan a acobardar a personas que vienen en penosas condiciones desde miles de kilómetros y no tienen nada que perder.

El día veintiuno de noviembre el Congreso votó en contra de pedirle al gobierno que no las instalara gracias a los votos del PP; y ese mismo día el presidente del gobierno, en una entrevista a Radio Nacional, se mostró partidario de su uso. Anteayer el ministro del ramo justificó su uso con argumentos impropios de un responsable, y ayer el presidente dijo que se estaban buscando alternativas.

Señor presidente del gobierno, para cuando lea usted este artículo: dé orden de no instalar tan brutal alambre. Si no lo hace por razones humanitarias o de conciencia, piense que más tarde o más temprano se verán fotos de inmigrantes cortados y todos se lo echarán en cara. Hágalo al menos por usted.

viernes, 22 de noviembre de 2013

> El mundo no es suficiente

Decía Pessoa que la literatura era la prueba de que la vida no es suficiente. A poco que tengamos el estómago lleno, me atrevería a decir que tampoco es suficiente nuestro móvil, el matrimonio o sólo una copa de buen vino. ¿Qué nos conmueve y emociona hoy? La humanidad es tan diversa como su circunstancia, y en cada lugar hay personas de muy diferente condición. A todas les espolea el miedo al hambre, la protección de los suyos y el sexo; pero ese éxtasis que es la literatura del que hablaba Pessoa, salir fuera de uno para conocer de otras vidas y otras historias no vividas, ya no es lo que fue.

Durante miles de años el viaje a otros mundos se hacía leyendo o escuchando. Hoy los jóvenes leen mucho menos, quizá lo imprescindible para aprobar la asignatura, y las historias habladas han sido arrinconadas por nuevos hábitos de vida. La necesidad de dejar volar la imaginación se satisface hoy con medios técnicos (televisión, videojuegos, Internet), y quizá esta nueva forma es igualmente válida, quizá, pero para los que venimos de otros reinos parece una mera sombra de lo real. No hay en los efímeros medios actuales nada que se pueda comparar ni de lejos (perdón por la comparación) con una página de Juan Rulfo, Miguel Hernández o Paul Auster. Quizá esté por venir, ya que son expresiones muy nuevas; pero yo, que como he dicho vengo de otros reinos, esperaré sentado en la insatisfacción quizá viendo un programa de televisión.

martes, 12 de noviembre de 2013

> Vacío



Esta imagen no es flor de un día ni producto de un incivismo puntual y desaprensivo. Hay vecinos en la zona que cuando hacen obras vierten los escombros junto a los contenedores. Hay viveros que echan sus desperdicios allí. Cuando a alguien le sobra un mueble, sabe dónde tirarlo. Pero sobre todo, muchos no se molestan ni tan siquiera en echar las bolsas de basura (¡si las usaran!) donde debieran. Nadie se queja, es muy cómodo, casi todo el mundo lo hace…

Lo peor de esta foto no es que a diez metros haya una parada de autobús escolar, ni que esté junto a un río y a merendero que jamás nadie ha usado por estar junto a un vertedero. No, lo peor de esta foto es lo que no se ve: que los contenedores están vacíos.

lunes, 4 de noviembre de 2013

> Las ideas

Lo peor que le puede ocurrir a alguien (¡y a los demás!) es tener una opinión. La historia nos muestra los efectos devastadores de personas que tenían una idea, desde Akenatón a Stalin pasando por Cromwell y Franco; los que no hicieron gala de sus opiniones descansan sin embargo en los cementerios, y no causaron más dolor a sus semejantes que el roce cotidiano de la vida.

Las ideas son malas porque se abren paso por las entrañas, si el temperamento y las circunstancias lo permiten, y arrasan con cualquier otra que se le oponga. Uno empieza leyendo “El País” y “El Mundo” hasta que las propias ideas se sobreponen a ese sindiós y se deja de comprar el que no dice lo que queremos escuchar. Pero las ideas, las propias, no se contentan con parasitar la mente de un individuo, sino que aspiran a ser plaga y a expandirse sin remedio, de ahí su maldad. Las ideas hacen que levantemos la voz en el bar, que discutamos con nuestro cuñado en la paella de los domingos y que pulsemos el botón rojo. Las ideas no admiten contrapartes y, una vez en la lucha, no reparan en medios ni en gastos: matadlos a todos, dios distinguirá a los suyos.

Las ideas mueven el mundo, es cierto, pero como preparativo para su dominación. El capitalismo, el socialismo, el catolicismo, el nacionalismo y hasta la pertenencia a un simple equipo de fútbol o de cuadriga son los responsables de grandes calamidades. Sin embargo, pese a toda evidencia, carecer de ideas tiene muy mala fama; es un insulto, de hecho. Nadie reconoce no tener ideas, salvo un excéntrico o un bobo. La idea es la adscripción y la muestra de un poder, como el trasero de un babuino, y sólo los que no están en ese juego pueden prescindir de ellas, pagando el coste del excéntrico o el desprecio del bobo.