miércoles, 29 de abril de 2009

> Vagabundos

Da igual que sea un pequeño pueblo o una gran ciudad, siempre hay en los alrededores de la plaza un vagabundo haciendo cosas raras. Algunos de ellos (o muchos, qué sé yo) manifiestan un exceso de energía en forma de largos discursos que nadie entiende o de movimientos mecánicos inútiles e ininterrumpidos.

Recuerdo a una señora que se ponía a dirigir el tráfico en medio de la calle Orense, en Madrid, hasta que la policía se la llevaba. Daba igual la intensidad o la dirección de la circulación, porque ella repetía los mismos gestos una y otra vez, como si el tráfico estuviera en el interior de su cabeza.

En Campanillas, Málaga, hay un señor que se pasea arriba y abajo con una litrona de cerveza y una sarta de insultos que le salen a borbotones por la boca.

En Sevilla, otro vagabundo se sentaba en un banco cerca del trabajo y dirigía durante horas una orquesta que sólo él oía.

Qué energía desperdiciada, qué derroche. Y al mismo tiempo qué pena que sólo les valga a ellos para realizar su enfermedad y no para dirigir orquestas con pasión, aborrecer el desorden de un nombre olvidado o dulcificar el tráfico de una gran ciudad.

lunes, 27 de abril de 2009

> “Ahora el partido se juega en Europa”

Tirios, troyanos y alrededores nos tienen acostumbrados en los últimos años a competir en tontería, mangoneo y amiguismo. La anunciada campaña del PSOE para las próximas elecciones europeas del 7 de junio sólo es un peldaño más en esa dirección.

El anuncio está rodado la noche de la victoria de Obama en el parque de Chicago donde miles de simpatizantes celebraron la victoria de su candidato. Una voz antepone el angélico programa del futuro presidente con la nefasta (supuesta) realidad del pasado presidente Bush: sanidad, educación, justicia, ya saben. Al final del anuncio se dice que la lucha contra el conservadurismo ahora se traslada a Europa, y que aquí y ahora usted y yo podemos votar por lo mismo que representa Obama en su país. Si yo fuera éste, no me sentiría nada cómodo con un amigo que utiliza mi nombre para sus propios fines sin haberme pedido permiso (que sepamos). Pero tan anchos, no pasa nada.

La ventaja de este anuncio es que no va a desentonar con el de Kalia Vanish Oxi Action Plus que le precede ni con el de BMW Miles Edition que le sigue.

En los comentarios que he visto por aquí (internet) y por allá (periódicos en papel) parece que hay un deseo de decir algo más de lo que se escribe. Muchos quieren subrayar la bobada cutre y tercermundista que les parece, pero no sé si por prudencia o por falta de convicción se limitan a una mera descripción del anuncio dejando al lector la valoración de lo obvio.

Para empezar, yo no creo que esto sea ni debiera ser una cruzada de progresistas contra conservadores. Pero esto es lo que menos me preocupa. Lo que ciertamente me inquieta es que en el anuncio no haya una sola idea, sino sólo un mensaje. Lo que me humilla es que no haya ninguna referencia a España, sino a EE.UU. con un seguidismo provinciano. Lo que me aterra es que lo que este anuncio representa vaya a ser entendido por el electorado como una campaña electoral de un país democrático, cuando no es otra cosa que una cutrería que llama al enfrentamiento infantil del “nosotros” contra “ellos” sin ningún argumento racional.

Cada vez veremos más de esta especie de algodón dulce, al hilo del fracaso escolar, el paro, los trajes pagados o el general bebido. Y peor: tan anchos.

sábado, 25 de abril de 2009

> Un artículo me manda hacer Violante… sobre Rosa Aguilar

Puedo entender perfectamente que alguien no esté a gusto en su partido, puedo entender que alguien se quiera ir, incluso puedo entender que alguien deje el partido por el que ha sido elegido y no deje el cargo que consiguió (puede argumentar cogiendo las hojas por el rábano que el partido ya no es el que era en los tiempos de elecciones).

Lo que no puedo entender es que alguien en la misma tarde se vaya de su partido (no se sentía a gusto), deje el cargo para el que fue elegida (alcaldesa de Córdoba), le deje un mensaje de voz en el móvil a su presidente Cayo Lara (ella era portavoz nacional para asuntos institucionales), y se vaya nombrada a dedo a un carguito en la Junta de Andasulía con otro partido que hasta el día anterior era el que estaba enfrente (o algo menos) para tener como jefe a un señor que ocupa el cargo porque el anterior en la poltrona después de diecinueve años (sic) en el mismo sitio ha hecho casi lo mismo que Rosa pero sin cambiar de partido. Too much for the body.

De oca a oca y tiro porque me toca. Ya sólo falta el posado en el dominical de El Mundo.

jueves, 23 de abril de 2009

> Los cajeros

¿Por qué cuando vas a un cajero electrónico la persona que está delante de ti siempre tarda tanto?

Cuando voy a uno introduzco la tarjeta, tecleo la clave y el importe, recojo la tarjeta y el dinero y me voy a casa, todo rápido. Sin embargo, el señor o la señora (porque se turnan) que está siempre delante de mí parecen entablar una amigable charla con la maquinita. No sé de lo que hablan, porque me dan la espalda, pero deben ser temas de cierta sustancia por lo que se demoran. Justifican sus tardanzas recogiendo recibos, tecleando alguna cosita y acariciando la pantalla, pero no sé qué hace un señor o una señora tan mayores que no saben programar el video de casa con un cajero durante tanto rato y yo con esta prisa.

Tengo comprobado además que en los cajeros del BBVA meten y sacan muchas veces las tarjetas, en los del Santander la meten sólo una vez pero teclean mucho, y en los de Banesto se ensimisman mirando largo rato en derredor, como esperando algo, y sonríen cuando alzan la mirada por encima del hombro hacia ti, como excusándose pero dándole igual. Cada cajero tiene un programa propio (lo llaman ‘interfaz de usuario’) por lo que el divertimento que causan a su clientela (al señor y a la señora que se turnan) es también variado. Yo mismo he intentado ser como ellos, pero no hay manera: cuando introduzco la tarjeta sólo me da la opción de sacar dinero.

Aunque peor sería lo que le pasó a un amigo muy ateo, que en un apuro se le ocurrió sacar dinero de un cajero del Banco Espírito Santo, y se le tragó su tarjeta.

martes, 21 de abril de 2009

> Aguirre

De ser ciertas las palabras que el periódico Expansión pone en boca de Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, habría que calificarla de valiente. Dicen que dijo en la inauguración de una obra pública que si pudiera congelaría el sueldo a los funcionarios, porque no hay derecho que ellos, que tienen empleos de por vida, vean además subidos sus sueldos cuando el paro y el empobrecimiento aumentan en todo el país.

Ella está donde está por los votos, y no recuerdo a ningún político que dijera nunca algo que pudiera molestar a los funcionarios públicos (muchos votos, más los de sus cónyuges y madres). Debe estar muy segura de su posición o tan insegura que se permite decir lo que quiera.

La señora Aguirre tiene el mérito y la distinción de decir verdades como puños, adornadas con una media sonrisa de cardenal condescendiente. Tiene en su demérito, sin embargo, el maquiavelismo, la opacidad y, dicen, el liberalismo salvaje.

Pero respecto a lo de los funcionarios, chapeau.


Referencia: http://www.expansion.com/2009/04/20/funcion-publica/1240232049.html

domingo, 19 de abril de 2009

> Las descargas de internet

Voy a hacer algo fácil: defender las descargas en internet de productos con derechos de autor.

La técnica y la capacidad humanas van en contra de la protección. Ningún sistema anticopia ha resistido ni días a los esfuerzos de una comunidad mundial de expertos en informática que logra vencer los obstáculos de la industria. Intentos como el francés o el sueco de avisar y luego cortar el acceso a internet de aquellos que descarguen contenidos protegidos están condenados al fracaso, porque apenas se quieren poner en práctica se desarrollan programas que evitan la identificación del tráfico.

Aun cuando la técnica fuera suficiente para contener el deseo de posesión, la sociedad en general perdería más de lo que deja de ganar. Si no fuera tan fácil bajarse canciones, películas, libros, programas… sin duda muchísima gente daría de baja su línea de alta velocidad (lo siento, compañías de telecomunicaciones), no se compraría un ordenador (lo siento, fabricantes), ni como consecuencia se engancharía horas a una maquinita que a muchos jóvenes les anima a estudiar informática y luego a trabajar en la industria del desarrollo de programas (lo siento, I+D+I+…).

Es seguro que sin una adecuada protección del derecho a la propiedad intelectual se desincentiva el mercado cultural (sobre todo el más costoso de producir, el cinematográfico), y sin duda también los creadores tienen derecho a vivir de su oficio. Pero quejarse sobre lo que no tiene remedio es de necios: lo que hay que hacer es crear nuevas formas de edición basadas en otros modelos (aunque aún no se sepa exactamente cuáles).

Ciertas prácticas de las empresas editoras animan la rabia de las personas, que ven en la posibilidad de obtener gratuitamente los mismos productos una especie de ‘justicia popular’ contra tales abusos. Así, por ejemplo, que los derechos de autor se extiendan cincuenta años (en estudio que sean noventa y cinco), el precio de los discos o las entradas de cine que sufragan contratos exorbitantes, irritan con frecuencia a ciudadanos particulares que sólo buscan un poco de placer en el día a día para hacer más llevaderas sus vidas.

viernes, 17 de abril de 2009

> He hecho limpieza

A dónde irán a parar todos esos recuerdos que atesoramos en la vida, los libros, los álbumes de fotos, los diplomas, los dibujos que hicimos en nuestra infancia. Todas estas cosas ocupan mucho espacio, y haría falta casi toda una vida para repasar lo que hemos escrito, las fotos dedicadas, lo que nos gustaba leer o escuchar. Así que por necesidad todo irá a la basura tras nuestra muerte. Nuestra viuda quizá guarde muchas cosas, nuestros hijos quizás conserven el sable del abuelo, pero nuestros nietos perderán la herencia en un traslado, en una casa abandonada en la que los niños vecinos entrarán a gulusmear y a fumar a escondidas.

Nosotros nada sentiremos, nadie sufrirá nuestra ausencia, el mundo seguirá rodando. Un día, una tarde, un niño le preguntará a la madre “¿este señor quién es?” Y ella responderá “el abuelo”.

Eso será todo lo que quede de nosotros; y a la siguiente generación, ni el recuerdo.

jueves, 16 de abril de 2009

< Con palabras: El mundo de las mujeres como sexo

El pasado domingo el suplemento Magazine de El Mundo anunciaba en su portada qué opinan ciertos hombres (supuestamente expertos en mujeres: Antonio Gala, Bigas Luna, etc) sobre éstas. Tanto la portada como el reportaje interior ilustraban el tema con fotos de siluetas de mujeres desnudas (bellas y jóvenes), de turgentes pechos y pezones erectos.

Los supuestos expertos hablaban de la mujer en general, y desde un punto de vista sentimental y personal. Aunque muchos de los hombres se referían a ellas en términos sexuales, ése no era el motivo del reportaje. ¿O sí?

¿Por qué hablar de la mujer implica hablar de sexo? (se podría haber relacionado la mujer con el trabajo, por ejemplo) ¿Por qué hablar de la mujer se ilustra con mujeres desnudas? (normalmente las vemos vestidas) ¿Por qué las mujeres desnudas eran todas jóvenes y deseables? (las del reportaje escasean).

No hablaban de la mujer, sino de mujeres desnudas (bellas y jóvenes), de turgentes pechos y pezones erectos.

miércoles, 15 de abril de 2009

> Anónimo veneciano

El título de este artículo es una película dirigida por Enrico María Salerno en 1970. Es una película lenta, melancólica, en la que tras el decorado decadente de Venecia Enrico le revela a Valeria, antigua novia, que le queda poco tiempo de vida.

Imagine que ha ido usted solo a visitar una ciudad desconocida un fin de semana. Es un día nublado, un domingo por la tarde, y ya ha visto lo que le interesaba. Su tren no sale hasta dentro de seis horas, y no tiene nada que hacer. Las tiendas están cerradas, hay poca gente en las calles. Se puede sentar en un café, pero la consumición no le va a durar tanto. Puede dar paseos, pero esa idea ya la ha tenido antes y le aburre.

Uno sabe que este tedio pasará, que mañana volverá al trabajo y a su gente, y que ya no estará solo. Pero aunque uno sabe eso, no lo siente. El extrañamiento de un domingo por la tarde nublado, sin nada que hacer en una ciudad extraña es insoportable.

Imagine que tiene que pasar una temporada en un hospital acompañando a un familiar enfermo. Su familiar está inconsciente todo el tiempo, no puede hablar con usted. Las enfermeras apenas cruzan unas palabras de cortesía cuando entran para cambiar las sábanas o revisar el gotero. Usted come solo en un triste restaurante de hospital y duerme en el sillón de las visitas. Lee la prensa, pero eso apenas le evade un rato. Se levanta, mira la autovía detrás de los cristales, pasea hasta la puerta de entrada, y se sienta otra vez.

Imagine que está en un aeropuerto para coger un avión. El vuelo ha sido retrasado, y cuando se acerca la hora estimada de embarque vuelve a girar el marcador para ofrecerle otra hora más avanzada. Alguien ha dejado una revista en una silla, la hojea pero sabe que no es de su interés. Puede quemar el tiempo haciendo alguna llamada telefónica o imaginando las vidas de los viajeros que, como usted, esperan impacientes. El aeropuerto le deja la mente en blanco. No tiene nada que hacer salvo estar allí y pasear arriba y abajo por la terminal para calmar los nervios. No sabe cuánto durará la espera.

No hace falta morirse de cáncer ni ir a Venecia para un anónimo veneciano.

lunes, 13 de abril de 2009

> ¿Son los economistas como los médicos?

Y no me refiero a su utilidad, que ya sé la respuesta, sino en criticar a otros economistas.

Con la crisis los economistas han escapado de las páginas salmón y se han multiplicado por todas las secciones de los periódicos. Cada uno dice lo que piensa o le pagan, pero se cuidan muy mucho de decir que el contrario no tiene ni idea de la situación (hoy por ti, colega, mañana por mí, que también tengo una hipoteca). Esto mismo les pasa a los médicos, pero no a los políticos, abogados, informáticos… Bueno, a los albañiles también les pasa, por eso supongo lo de la crisis del ladrillo.

Desde hace meses veo que salen economistas (o asimilados) en los medios de comunicación con la única finalidad de amargar la vida al personal. En esto, el maestro es Strauss-Kahn, que entre flor y flor un día dice que todo va a ir a peor y dos días más tarde que habrá países, democracias, corazones que no lo resistirán. Ninguno de ellos aporta a sus predicciones más ciencia que sus propias palabras, ni más soluciones que el nudo de la horca en el patíbulo. Sin embargo, nadie critica este aspecto de pesimismo estructural y gratuito. Y si la economía es principalmente un estado de ánimo, como dijo nuestro presidente, estas informaciones influyen más que las compras a corto.

Pues sí, los economistas son como los médicos: no se critican unos a otros y siempre se ponen en el peor de los casos con los pacientes. Si hay recuperación estaremos demasiado felices celebrándolo como para hacer reproches, pero si la bolsa no lo resiste se colgarán el cartel de gurú y el mérito de ‘ya lo advertí’.

sábado, 11 de abril de 2009

> RKO 281

Hace unos días vi la película que da título a este artículo, dirigida por Benjamin Ross. No es una gran película ni especialmente bien interpretada, pero me dio pie a ojear alguna información al respecto, como las biografías de Orson Welles, Howard Hughes y William Randolph Hearst (y su nieta Patricia).

Les recomiendo que echen un vistazo a los enlaces de más abajo, porque son interesantes. De la lectura de la vida de Hughes y Hearst saco que tal cantidad de poder y de dinero no es compatible en la práctica con un estado de derecho y sí con una vida de impunidad y consentimientos. La vida de Orson Welles, sin embargo, muestra cómo la inteligencia y el tesón, cuando se juntan con la suerte, pueden enfrentarse a los mitos (se acerca la primavera, así que permitámonos ser optimistas).

No hagan caso de la fuerza de Sansón o del Che: murieron en su propio intento, por desgracia.


Referencias:
http://es.wikipedia.org/wiki/William_Randolph_Hearst
http://es.wikipedia.org/wiki/Patricia_Hearst
http://es.wikipedia.org/wiki/Orson_Welles
http://es.wikipedia.org/wiki/Howard_Hughes

jueves, 9 de abril de 2009

> La Semana Santa

Ya que estamos en las fechas, aprovecharé la ocasión. Justo es decir que con la Semana Santa me ocurre como con los toros, que no me gustan pero los defiendo. Esa aparente contradicción la sostengo en el elogio de la diferencia, lo único que nos conmueve.

Sé que el toro sufre, que es un espectáculo sanguinolento y nada edificante (si es que éste puede ser un adjetivo a aplicar a la diversión). Los pasos de las cofradías, no tienen nada que ver con la religión sino con la visibilidad social y artísticamente son empalagosos. Pero tanto los toros como los tronos de la Semana Santa tienen el prestigio de la tradición, mueven a la gente a la calle, desatan discusiones y, sobre todo, son propios. No le deben nada a la razón ni al buen gusto, son otra cosa.

La alternativa surgida de la reflexión sería algo parecido a los carnavales de Toronto. ¿Conocen a alguien que se haya desplazado hasta allí para verlos? Yo tampoco. No anima ni al asfalto sobre el que transcurre, y lo único dionisíaco es un enfermizo y estéril exceso de alcohol solitario.

En las Semanas Santas sevillana y malagueña, las que conozco, la ciudad se echa a la calle, se corta el tráfico, la gente cena fuera, los jóvenes hacen botellón en el Paseo de los Curas y luego duermen en la playa. La burguesía se aposta en los balcones de las consultas y, antiguamente, la plebe en la Tribuna de los Pobres, junto al río. Vitorean a los costaleros que mecen los tronos a pulso, cantan saetas. El aire en Sevilla marea de azahar, la gente se resbala con la cera, y en Málaga, cuando llega la Servita se apagan todas las luces y nadie se atreve a decir una palabra a su paso.

Peregrinen al menos una vez. Cada vez hay más Toronto.


PS/ En Sevilla, a los tronos se les llama pasos, y en Málaga, a los pasos se les llama tronos.

miércoles, 8 de abril de 2009

< Con palabras: Mi padre es basurero

A ver cómo lo explico: me ha encantado este dibujo. Uno piensa que la profesión de basurero no es como para decirla en alto (es un prejuicio, está claro) delante de los amiguitos y en el tablón de anuncios. Pero un niño de pocos años va y lo escribe entre otras profesiones como informático, abogado, profesor... que tienen más lustre.

Es un niño, pero si su padre le hubiera dicho que él es un 'técnico de limpieza', él hubiera escrito eso, y no me gustaría este dibujo.

Si yo fuera el niño o su padre, estaría orgulloso.


Biblioteca pública 'Vicente Espinel', Puerto de la Torre, Málaga
Posted by Picasa

martes, 7 de abril de 2009

> A favor del papel (tímidamente)

En aquellos tiempos idos los teléfonos sólo tenían un teclado o un disco y no veíamos el número que marcábamos ni el que nos llamaba. Ahora todo tiene pantalla y no podemos vivir sin ver lo que tecleamos ni lo que teclean otros, ni quién nos llamó cuando no estábamos, a qué hora y cuántas veces.

Se hace difícil imaginar cómo nos las apañábamos en aquellos tiempos tan escuetos, sin internet y con colas para todo. Se supone que este despliegue tecnológico nos ahorra mucho tiempo para dedicarlo a las cosas que realmente nos interesan; yo, por mi parte, lo malgasto a manos llenas.

Todo tiene que hacerse sin esfuerzo (eso es la usabilidad), aun sacrificando el interés o el contenido. Ya empiezan a verse portátiles con pantalla táctil, y el Iphone es el color del éxito tecnológico: el escribir se convierte en anécdota entre tantos iconos en relieve que lo ponen todo al alcance del índice. Incluso con los emoticones uno se ahorra la tediosa tarea de explicarse: ¿por qué escribir ‘esto que acabo de decir es una broma’, si podemos teclear :-)?

Si no fuera por la ¿inútil? tenacidad de los que aún editan en papel, de los que escriben de una forma u otra, de los que los compran e incluso leen libros, periódicos y revistas, estos logros técnicos parecerían el artefacto de Anticitera para un arqueólogo del futuro.

domingo, 5 de abril de 2009

> Mis Ítacas

Hace unos días reproduje en este dietario el maravilloso poema de Cavafis ‘Ítaca’. Sin duda (es un decir) la intención del autor abarcaba toda una vida, pero aquí me gustaría resaltar los siguientes versos:

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Posidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Hace muchos años que no hago un viaje que merezca el nombre de tal, pero cuando los hacía tanto mis amigos como mi familia se aterraban con los destinos que escogía y mi forma de viajar (sólo tenía previsto los billetes de ida y vuelta).

Pensándolo ahora, tanto ellos como yo teníamos razón, porque no hay nada que atraiga más al lobo que el olor del miedo. En mis viajes nunca me pasó nada grave, ni me robaron ni me engañaron de una forma evidente, y en buena parte lo achaco a que iba ilusionado y, sin llegar a la temeridad, no me imaginaba que me pudiera ocurrir algo desagradable. Sin embargo, si cualquiera de los que me desaconsejaban la partida hubiera ido en mi lugar, seguro que hubiera tenido problemas.

Lo que nos pasa es lo que somos, por eso hay que combatir el miedo, la ignorancia y el provincianismo, que son todas manifestaciones de una misma pereza heredada. Pero reconozco que es una herencia tan cómoda como útil.

Mis padres nunca se enteraban exactamente del destino, primero porque no sabían de geografías y segundo porque yo era parco en descripciones. Así ninguno sufría más de lo necesario. Pero si dentro de unos años mis hijos me dijeran lo mismo, mi obligación sería empezar a temblar, y la suya hacérmelo más difícil. No hay otra forma, por suerte.

viernes, 3 de abril de 2009

> Las encuestas de la radio

Las encuestas sólo las conocía en los periódicos y en internet. Desde hace algún tiempo también ocupan las emisoras de radio.

Sigo habitualmente Radio 5 de RNE, y a media mañana comentan los resultados de la pregunta del día. No necesitan un acontecimiento especial que lo provoque, cada día tiene su encuesta como la expresión del talante democrático de la radio pública.

En realidad su razón de ser tiene más que ver con el dinero que con escuchar la voz popular. El comentar durante unos minutos los porcentajes de respuestas en uno y otro sentido lo puede hacer el periodista más novato y cuesta menos dinero que redactar una noticia o entrevistar por teléfono a algún invitado. Además, casi asegura la fidelidad de la audiencia que ha contestado la encuesta (por internet o por teléfono).

Lo que me irrita (porque me irrita la tontería ñoña) es el valor de estas encuestas. La respuesta, obvia, es: ninguno. Pero la utilidad y el interés son igual de claros: ninguno.

Preguntaban si los oyentes creían que el cambio de hora era eficaz para luchar contra el cambio climático. ¿Qué sabe la audiencia sobre esto? ¿son acaso científicos o estudiosos que han investigado sobre el tema para tener una opinión válida o fundada? No, pero aquí todo el mundo tiene una opinión sobre todo, aunque no pasemos el informe Pisa.

Pero a unos les sirve para rellenar y a otros para sonreír al salir en la foto, y todos tan contentos.

jueves, 2 de abril de 2009

< Con palabras: Puta Sevilla

Nunca he entendido ese odio de algunos malagueños hacia los sevillanos. La razón explícita es el centralismo de la Junta, pero antes de la Junta ya estaba este sentimiento. Ahora ya está más aplacado, pero latente.

Esta foto está tomada de la pared exterior de una caseta de la feria. Por aquí pasan miles de coches al día, y los martes hay un mercadillo justo enfrente. Nadie se ha preocupado de quitar la pintada: lleva así años. Sin embargo, cuando hice la foto, un día de mercadillo, la gente me miraba frunciendo el ceño.

Puerto de la Torre, Málaga
Posted by Picasa

miércoles, 1 de abril de 2009

> Sobre el anuncio del Seat Exeo

A veces leer un verso o un párrafo de un escritor ilustre hace de un anuncio de coches un pequeño oasis. Así por ejemplo le ocurre con BMW y Kerouac y a Seat con Cortázar. Sé que esta opinión es discutible, y cuando me levante purista me arrepentiré de haberla dejado escrita.

Otras veces, la lectura del texto literario está tan supeditada al anuncio que me resulta irritante. Les cuento: una magnífica voz de narrador recita “Ítaca” de Cavafis. En la imagen, un joven circula por una ciudad casi desierta; cuando se detiene y abre la puerta, la voz del narrador se interrumpe abruptamente y no se oye nada. El joven avanza unos pasos, da la vuelta y vuelve al coche porque se le ha olvidado algo. Cuando abre la puerta reanuda el narrador su poema, y se vuelve a callar cuando cierra de nuevo la puerta, dejándonos con la miel en los labios y un precioso poema en la papelera del utilitarismo. Tiempos de hojalata.

Porque no es mi costumbre hacerlo, no me resisto a recordarles el poema completo.

Itaca (1911)

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni al colérico Posidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Posidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos antes nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes voluptuosos,
cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.

Traducción de Pedro Bádenas de la Peña. (Alianza Editorial, 1995)