domingo, 19 de abril de 2009

> Las descargas de internet

Voy a hacer algo fácil: defender las descargas en internet de productos con derechos de autor.

La técnica y la capacidad humanas van en contra de la protección. Ningún sistema anticopia ha resistido ni días a los esfuerzos de una comunidad mundial de expertos en informática que logra vencer los obstáculos de la industria. Intentos como el francés o el sueco de avisar y luego cortar el acceso a internet de aquellos que descarguen contenidos protegidos están condenados al fracaso, porque apenas se quieren poner en práctica se desarrollan programas que evitan la identificación del tráfico.

Aun cuando la técnica fuera suficiente para contener el deseo de posesión, la sociedad en general perdería más de lo que deja de ganar. Si no fuera tan fácil bajarse canciones, películas, libros, programas… sin duda muchísima gente daría de baja su línea de alta velocidad (lo siento, compañías de telecomunicaciones), no se compraría un ordenador (lo siento, fabricantes), ni como consecuencia se engancharía horas a una maquinita que a muchos jóvenes les anima a estudiar informática y luego a trabajar en la industria del desarrollo de programas (lo siento, I+D+I+…).

Es seguro que sin una adecuada protección del derecho a la propiedad intelectual se desincentiva el mercado cultural (sobre todo el más costoso de producir, el cinematográfico), y sin duda también los creadores tienen derecho a vivir de su oficio. Pero quejarse sobre lo que no tiene remedio es de necios: lo que hay que hacer es crear nuevas formas de edición basadas en otros modelos (aunque aún no se sepa exactamente cuáles).

Ciertas prácticas de las empresas editoras animan la rabia de las personas, que ven en la posibilidad de obtener gratuitamente los mismos productos una especie de ‘justicia popular’ contra tales abusos. Así, por ejemplo, que los derechos de autor se extiendan cincuenta años (en estudio que sean noventa y cinco), el precio de los discos o las entradas de cine que sufragan contratos exorbitantes, irritan con frecuencia a ciudadanos particulares que sólo buscan un poco de placer en el día a día para hacer más llevaderas sus vidas.

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