martes, 7 de abril de 2009

> A favor del papel (tímidamente)

En aquellos tiempos idos los teléfonos sólo tenían un teclado o un disco y no veíamos el número que marcábamos ni el que nos llamaba. Ahora todo tiene pantalla y no podemos vivir sin ver lo que tecleamos ni lo que teclean otros, ni quién nos llamó cuando no estábamos, a qué hora y cuántas veces.

Se hace difícil imaginar cómo nos las apañábamos en aquellos tiempos tan escuetos, sin internet y con colas para todo. Se supone que este despliegue tecnológico nos ahorra mucho tiempo para dedicarlo a las cosas que realmente nos interesan; yo, por mi parte, lo malgasto a manos llenas.

Todo tiene que hacerse sin esfuerzo (eso es la usabilidad), aun sacrificando el interés o el contenido. Ya empiezan a verse portátiles con pantalla táctil, y el Iphone es el color del éxito tecnológico: el escribir se convierte en anécdota entre tantos iconos en relieve que lo ponen todo al alcance del índice. Incluso con los emoticones uno se ahorra la tediosa tarea de explicarse: ¿por qué escribir ‘esto que acabo de decir es una broma’, si podemos teclear :-)?

Si no fuera por la ¿inútil? tenacidad de los que aún editan en papel, de los que escriben de una forma u otra, de los que los compran e incluso leen libros, periódicos y revistas, estos logros técnicos parecerían el artefacto de Anticitera para un arqueólogo del futuro.

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