domingo, 30 de noviembre de 2008

> Los nombres de las calles

Hace unos días preguntaban en una entrevista televisiva a viandantes si les parecía bien que la calle por la que pasaban se llamara ‘General Mola’ o ‘Millán Astray’. Cuando respondían que sí, que eran personales históricos, la entrevistadora les preguntaba si también les parecía bien que en el País Vasco les pusieran nombres de etarras a las calles. Todos dijeron que no les parecía bien, que era un caso totalmente distinto. Todos excepto un profesor de instituto que defendió el toponímico del General Mola con tanta vehemencia que para no parecer incongruente, a su juicio, defendió con el mismo ímpetu el dedicar nombres de calles a terroristas.

Si el criterio para dar nombre a una calle fuera el de la bonhomía del ciudadano homenajeado, tendría que empezarse a utilizar la tabla periódica de elementos para cubrir los huecos dejados. Los etarras han matado, los generales golpistas de la guerra civil española han matado, los reyes han matado, el Cid, incluso, mató, por lo que si los desterramos a todos del callejero siguiendo este criterio me parecería razonable, aunque no estaría de acuerdo porque estaríamos cercenando parte de la historia, que no es de color rosa. El criterio, sin embargo, debería ser una mezcla de relevancia histórica y de oportunidad. El general Mola figura en los libros de historia (y depende de en qué libros puede que salga favorecido o no), pero está claro que un etarra mindungui por muchas víctimas que lleve a sus espaldas no pasará del dominical de un periódico independentista.

Por otro lado, si el general Mola, por mucho que aparezca en los libros de historia, hubiera ordenado los bombardeos que ordenó hace unas semanas, tampoco debería recordarse su infausta memoria con una calle en consideración a sus víctimas recientes. El caso es que aún quedan víctimas de la guerra civil que viven en la calle de Queipo de Llano, de Santiago Carrillo o en la de Juan Negrín.

Como ya hemos llegado aquí, dejémoslos estar a todos.

viernes, 28 de noviembre de 2008

> El trastero con nuestra historia

Un viernes pasado las bolsas mundiales volvieron a caer desde posiciones de por sí ya muy abatidas. Ese día, en Almogía, hubo un viento huracanado que se llevó por delante vallas, bolsas de la compra y botellas vacías de agua. Durante la mañana la luz eléctrica también se fue, y ante la imposibilidad de hacer casi cualquier cosa, me puse a arreglar el trastero.

Todas las personas deberían tener uno. En un artículo anterior concluía que la memoria me hizo abandonar una idea equivocada, y con ocasión de mi visita al trastero pensé que allí no se guardan cosas, sino recuerdos con forma de objetos. Alguna vez pensamos que tal cosa ya no nos era útil o no teníamos espacio para ella en nuestra vida, pero por alguna razón decidimos conservarla en vez de tirarla (‘nada más amado que lo que perdí’). La vida cambia, mudamos de ideas, de relaciones, y cuando vamos a buscar el árbol de navidad nos encontramos con los recuerdos del viaje con un amigo al que ya no vemos o con los patines que sólo usamos la mañana que nos lo regalaron. Recordar es vivir dos veces, y como casi siempre nos da sólo por volver la memoria hacia aquello que nos resultó grato, todo lo que nos recuerda nuestra vida nos reconforta.

Pero el viento y las nubes pasaron, y hoy luce un sol de primavera. Dejemos el trastero como bálsamo para otros días más grises.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

> Mujeres sin apellidos

Ayer informaron de un acto en el Instituto de la Mujer de Madrid presidido por la ministra Bibiana Aído. Se trataba de honrar a las más del medio centenar de mujeres asesinadas este año por sus parejas. Se leyeron los nombres de todas ellas, pero sólo se las nombró por su nombre de pila, sin sus apellidos. Me pregunto si el acto fuera en honor de víctimas del terrorismo o de un desastre natural se omitirían también los apellidos. Cuando lo escuchaba parecía que estaban hablando de niñas o de muchachas, no de mujeres, muchas de ellas madres, que han sucumbido al salvajismo y a la cobardía de sus parejas.

Para cambiar las cosas habría que valorar y dignificar a las víctimas, no presentarlas como minusválidas sociales, y sí con nombres y apellidos, porque cada una de ellas tenía una identidad propia que han borrado a golpes.

En el acto se incluyó una pieza interpretada por una gaitera y otra de dos mujeres tocando el xilofón.

lunes, 24 de noviembre de 2008

> Una cuestión de confianza

El día 13 George W. Bush habló en el Manhattan Institute sobre la crisis económica. Como era habitual, nada más ponerse delante del micrófono las acciones del Dow Jones aceleraron sus caídas hasta el 3’5%; pero cuando el presidente empezó a decir que el capitalismo no necesitaba ser refundado y que no eran oportunas medidas regulatorias severas, el mismo índice empezó a entonarse y la bolsa de Nueva York acabó cerrando con una subida de más del 6%. Es lo que tiene la confianza.

Los mercados lo devoran todo. Hace unos meses se explicaba la crisis por el precio del petróleo, por las subidas de los tipos de interés y por la inflación. Ahora ésta última está bajando con fuerza, los tipos de interés caen cada quince días y el petróleo está a menos de la mitad que en julio de este año. Además el sistema financiero se está beneficiando de una lluvia de ayudas públicas y de no se sabe cuántas prebendas más. Sólo tienen que pedirlo (bajando las bolsas) para que los políticos acudan a sus pies.

Pero nada de esto les satisface, quieren más. Y lo que quieren es la confianza de que nadie va a meter las narices en sus asuntos, quieren seguir como estamos porque si están aquí es porque les ha ido bien, quieren que nadie se aproveche de este pequeño caos para ajustarles las cinturas. Y creo que lo van a conseguir sin mucho esfuerzo porque no hay alternativas. Para cumplir con la galería y justificar el viaje, en la cumbre del G-20 leyeron un comunicado de buenas intenciones, en alguna otra reunión cambiarán alguna cosa, y aquí paz y después gloria. ¿A quién se le ocurrió eso de que en Washington iban a refundar el capitalismo?

Cuando tengan claro que los políticos merecen la confianza que han depositado en ellos, volverán a subir las bolsas.

sábado, 22 de noviembre de 2008

> Sin opciones

Nissan ha anunciado una reducción de plantilla que deja en la calle a más de mil trabajadores argumentando que la crisis está reduciendo drásticamente la venta de coches. Podríamos pensar que tal vez no sería mala idea que los ciudadanos boicotearan los productos de esta empresa. Hace años, Gillette se fue de Sevilla y aunque todo el mundo aquí habló muy alto, nadie hizo nada para impedir su marcha. En Francia, unos meses más tarde, la misma empresa anunció lo mismo que aquí, y bajaron tanto sus ventas en el país vecino que renunciaron a sus propósitos.

Sin embargo en el telediario veo que Ford en Almusafes, Citroën en Vigo, Open en Zaragoza y Seat en Barcelona van a hacer exactamente lo mismo que Nissan. Y porque no hay más empresas de fabricación de coches en España, que si no también se apuntarían. La gente compra ahora muchos menos coches, pero si hicieran un boicot socialmente responsable apenas podrían comprar ninguna marca que no fuera Jané (creo que ya los fabrican en China).

En este mismo sentido de responsabilidad hace no mucho tiempo yo mismo mantenía una actitud inflexible con la compra de productos fabricados en países de dudosa catadura laboral. Ahora sin embargo no es que sea más flexible, sino que apenas hago un esfuerzo salvo el de mirar besugamente la etiqueta, porque a un ciudadano normal no le queda más remedio que comprar menaje hecho en China, muebles de Indonesia y esterillas de la India, porque estas cosas ya no se fabrican aquí salvo las de lujo. A esta lista habría que añadir zapatillas de deporte, ropa, productos electrónicos, y un largo etcétera que rodea nuestras vidas.

En fin, que ser responsables cuesta cada vez más trabajo, y algunas veces es casi imposible.

jueves, 20 de noviembre de 2008

> El picudo rojo

Leo en un periódico que la burbuja del ladrillo no sólo ha traído corrupción, fraude y dejadez a nuestro país, sino también una bestezuela que amenaza con comerse todas las palmeras del país, empezando por las de Marbella.

Este bichito de llamativo color venía de polizón en cientos o miles de palmeras que importadas de Egipto suplantaban el déficit de las nacionales a la hora de adornar las aceras de las miles de nuevas urbanizaciones que se han construido en los últimos años.

Supongo que el insecto no sólo no tiene depredadores naturales en nuestro país, sino que además se alimenta del cutrerío nacional: como las palmeras importadas valen un potosí, los dueños de las infectadas no informan a las autoridades (‘informar’ en este caso implica que las cortan y las queman para evitar la propagación del alienígena), y confían en tener suerte y que el animalito decida irse por las buenas a por la palmera del vecino sin acabar antes con la suya. Por supuesto que el insecto hace uso del principio de razón suficiente de Leibniz y decide acabar primero con la actual y luego irse a la del vecino.

Así las cosas, parece que el problema no para y pone en riesgo los palmerales españoles (¡tiembla Elche!). Como el cutrerío nacional tiene más difícil arreglo, sólo nos queda esperar que el picudo rojo sucumba de éxito antes de infectar a nuestra última palmera. Por desgracia nuestras costas y nuestros campos no han tenido esa suerte con la plaga del ladrillo.

martes, 18 de noviembre de 2008

> Niños de veinte años

Hace unos días fui a la comisaría de policía para renovar mi DNI. No estuve mucho rato, apenas una hora, pero en tan poco tiempo pude ver a cuatro jóvenes que rondaban los veinte años acompañados de sus madres. Vestían ropa de marca y parecían los cuatro recién duchados. Su madre era la que hablaba con la funcionaria que los atendía, pero quien ponía la huella dactilar en el escáner era el hijo.

Luego fui a un hipermercado Carrefour, y observé en poco rato a dos niños de unos cuatro años que aún iban en carrito de paseo con sus madres.

Hace unos meses tuve un accidente de coche y el muchacho que conducía la moto, de unos veinte años, tuvo que ir acompañado de su novia (que era “la que entendía de letras”) para que le leyera los papeles que debía firmar (el parte amistoso de accidentes).


Tomado de Plutarco, Vidas paralelas: Alejandro, 9, 1-2.(Traducción de Emilio Crespo):

En la época de la campaña de Filipo contra Bizancio, Alejandro tenía dieciséis años, y habiendo quedado en Macedonia como depositario del poder y del sello real, subyugó a los medos que se habían sublevado y tomó su ciudad, expulsó a los bárbaros y repoblándola con gentes de procedencia diversa le dio el nombre de Alejandrópolis. Tomó parte personalmente en la batalla de Queronea contra los griegos, y se dice que fue el primero que se arrojó contra el batallón sagrado de los beocios”.

Vale que fuera Alejandro Magno, pero ni calvo ni con tres pelucas.

domingo, 16 de noviembre de 2008

> Obama

En muchas películas de catástrofes el presidente de los EE.UU. es negro o mujer. Si es negro es tan bueno que resulta inoperante o tan malo que hay un blanco que se le enfrenta y lo arregla todo. Ahora ya hay un presidente electo negro en la Casa Blanca, y seguro que ha visto muchas películas como éstas, por lo que ya está advertido.

En las imágenes de la celebración de su triunfo se veían jóvenes negros bailando por las calles, jóvenes blancos estilo ‘indie’ o ‘techie’ coreando a los que bailaban, y personas de clase media baja con los ojos húmedos pronunciando para sí el mantra de ‘sí, podemos’. En otros países del mundo la victoria de Obama ha sido acogida con gran entusiasmo y simpatía. ¿Se verán defraudadas tantas esperanzas? Son tiempos de crisis, y Obama ha ganado por su carisma pero no menos por el cambio que representa respecto de los que han alimentado la actual situación. ¿Abandonarán los negros el gueto?, ¿aspirarán los jóvenes a ser Bibiana Aído? ¿Otros países tendrán un consuelo en los EE.UU.?

Obama no ha salido de un gueto aunque sea negro, tampoco es un ‘indie’. Por esfuerzo y valía personales pertenece a una elite cultivada con inquietudes sociales. Ahora además es el presidente de los EE.UU., que tiene una historia de continuidad y de innovación políticas nada desdeñables. Hará cosas que no hubiera hecho McCain, pero tendrá que demostrar a cada paso que es igual que un blanco (lo que tiene asumido él pero no todos en su país), y tendrá que luchar por aliviar la situación actual y el papel menguante de EE.UU. en la economía mundial. Y no es poco, así que no creo que esto vaya a ser un calcetín.

viernes, 14 de noviembre de 2008

> La actualización

Con bastante frecuencia sigo la información económica en un periódico digital. Desde primera hora de la mañana van actualizando noticias y comentarios, y así durante todo el día. A las seis las nuevas noticias empiezan a escasear, porque los mercados europeos ya han cerrado y Japón todavía no ha abierto. Sin embargo, aún hay alguien que añade algo de cómo va el dinero en los Estados Unidos. A las diez y media, hora española, cierra Wall Street, y ya no espero encontrar ninguna novedad en este periódico. Sin embargo muchas veces hay noticias que se publican a las once o a las doce de la noche, y no son noticias urgentes ni importantes que justificarían que el redactor se quedara hasta tan tarde para hacerlas llegar al público. No, son noticias del tipo ‘Mañana sabremos quién ha ganado las elecciones’ o ‘La producción de acero cae por segundo trimestre consecutivo’.

Me imagino la sala de redacción vacía, los salvapantallas activados y las señoras de la limpieza haciendo la ronda. Un redactor solitario trabajando hasta tarde para escribir eso. Cuando salga tendrá que caminar un buen rato para coger el coche (no tiene aparcamiento en la empresa) o cogerá durante una hora uno de los últimos metros. ¿Cómo se sentirá esta persona cuando llegue muy tarde a su casa de las afueras y sus hijos ya lleven horas dormidos? ¿qué le dirá a su mujer después de un beso? Aunque no soy periodista, he trabajado en circunstancias parecidas como para preguntarse qué hace uno allí aparte del tonto.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

> 1 persona = 2 cajeros

Leo en el periódico que se ha dictado sentencia contra dos jóvenes que quemaron viva a una indigente en un cajero de Barcelona. Les condenan a diecisiete años de cárcel y al pago de una indemnización de 46.000 euros a los familiares de la indigente y de 26.000 a la Caixa por los daños en el cajero.

Menos mal que la sentencia sale ahora, porque si saliese dentro de unos años igual tendría que titular este artículo como “1 persona = ½ cajero”.


Ref.:

> ’Sí, podemos’

Lo he visto en un anuncio de la obra social de Caja Madrid. Es parecido a lo que proponía Endesa hace unos meses, y no muy distinto del eslogan de la campaña de Obama en EE.UU. Hay muchos más ejemplos.

Con un poquito de música enaltecedora, un colectivo apropiado y puro (niños) y una imaginería de proximidad (color de los años setenta, blanco y negro o personas de la calle como usted o como yo), la señora que está en casa con la costura y el señor que está en el sofá cansado del trabajo levantarán los ojos y verán durante veinte segundos (hasta que empiece el anuncio de las sopas de sobre) lo buenas que son las corporaciones que van a hacer tantas cosas para cambiar el mundo en el que se desarrollan tan prósperamente. Por cada pañal que compremos enviarán una vacuna a los negritos, por cada apertura de libreta encontrarán un trabajo a un subnormal o por cada voto cambiarán para bien su futuro.

Que me cuenten cómo es ese nuevo mundo.

martes, 11 de noviembre de 2008

> De sabios es modificar (y 2)

Después de escribir y publicar el anterior artículo leí un comentario en el blog de Martin Varsavsky que me pareció muy interesante. Es el número 117 y lo firma ‘las cosas claras’. Viene a decir que un blog no es como la casa de uno, sino más bien como una plaza pública donde uno expone lo que tiene, y como lugar público que es tienes, quizá, que aguantar a clientes inoportunos o a niños que lloran muy alto. De hecho, si uno quiere abrir en internet algo privado como su casa lo que ha de hacer es una página privada con usuarios y claves. El comentario sin duda está bien argumentado y expuesto, y abre un debate enriquecedor sobre este tema.

Al poco de leerlo casi me hizo cambiar de idea sobre lo que yo había escrito en mi artículo (no me gusta el anglicismo ‘post’). Pero como de sabios es (volver) a modificar, tras una ligera reflexión debo decir que no comparto el juicio del comentarista.

En primer lugar, desde el punto de vista técnico, el propietario de un blog puede moderar la información que publica: es el único que puede borrar comentarios que no le gusten, quitar artículos, etc. Estas funcionalidades están a su disposición en cualquier blog, y por tanto forman parte de la definición del mismo.

Sin embargo no es la capacidad técnica de hacerlo lo que lo justifica. Aunque uno esté en la calle no debe permanecer ajeno si alguien veja a otra persona, si la roba o la agrede de alguna forma. No estoy de acuerdo con el ‘todo vale’ ni con el relativismo absoluto, ni comulgo con el ‘laissez faire’ a ultranza porque casi nunca las posiciones de igualdad iniciales de los contendientes que lo justificarían son equivalentes. Desde ese punto de vista, si un comentario en un blog humilla en atención a la raza, descalifica por el sexo o insulta por cualquier otra condición personal, creo que es oportuno ponerle coto. Quizá lo mejor sería argumentar contra tales comentarios pero ¿no estaríamos entonces bailando al son que nos tocan? ¿tendríamos que plegarnos a hablar sobre lo obvio? ¿tendríamos que tener esa cortesía con quienes no suelen tenerla?

Ref.:

> De sabios es modificar

Es la enésima vez que digo aquí que sigo de vez en cuando el blog del emprendedor hispano-argentino Martin Varsavsky. La primera vez que hablé de él lo hice con la idea de cierta presuntuosidad por su parte. Luego, según le leía más, entré a comentar varios de los artículos que él publica, lo que entre líneas supone abandonar la consideración de superficialidad que antes tenía de él. Matizo esto de la superficialidad: su blog no es ni superficial ni profundo; creo que en éstos adjetivos debe haber una cierta intencionalidad, y en su caso lo que veo es simplemente (que no es poco) una forma (seguro que tiene otras) de expresión.

Ayer leí en su blog un artículo que me gustó porque toma partido. En los últimos días parece que algunas de sus opiniones despertaron críticas y descalificaciones disparatadas, y en la entrada de ayer subraya el carácter personal y arbitrario (en el buen sentido del término) de su lugar de comunicación. Le entiendo totalmente cuando se queja de los descerebrados que se cuelan entre sus comentaristas para insultarlo y ensuciar la pantalla sobre la que escriben. Como dice Martín, su blog es su casa y el mismo respeto que procura a sus invitados es el que exige de ellos.

Todo lo anterior es para decir que me ha gustado el artículo (a él sólo conozco por este ‘avatar’). Como decía Paracelso “quien no conoce nada, no ama nada”.


Ref.: http://spanish.martinvarsavsky.net/general/en-busqueda-de-una-afinidad-con-mis-lectores.html

lunes, 10 de noviembre de 2008

> ¿A quién saludan?

Es algo tan corriente que ya casi pasa desapercibido, pero seguro que se han dado cuenta de lo efusivos que son casi (¿casi?) todos los norteamericanos cuando suben a un estrado. Da igual que uno sea el presidente de los EE.UU. o un actor de Hollywood, da igual que sea la ceremonia de los Oscars o un acto político, pero todos alzan las cejas, abren la boca, señalan con el dedo y ladean la cintura. Entiendo que los que suben a un estrado tengan muchos amigos (por eso suben), pero ¿tantos y tan notorios que aun entre la masa de asistentes destacan entre los flases y el confeti?

En el resto del mundo no ocurre algo parecido. A lo más que llega Zapatero es a mirar a alguien y sonreírle tímidamente, o Sarkozy a atusarse el traje azul marino en respuesta a una mirada embarazosa. En la etiqueta norteamericana está bien visto ser campechano y accesible, juntar en una misma persona el poder de destruir una ciudad pulsando un botón y el hacer un chiste en una presentación. Los demás países somos más comedidos y tenemos un gran sentido de la vergüenza. Pero igual poco a poco llegará el gesto. Lo sé porque hace unos años vi un discurso del presidente de EE.UU. en el que el fondo era un graderío de personas anónimas representativas del auditorio (muchos blancos, algún negro, mujeres, gordos y flacos). Eso era una novedad, porque hasta entonces los fondos del estrado los ocupaban cortinas o los organizadores del acto. A los pocos meses, el invento se afincó entre nosotros para quedarse, y ya todos los líderes políticos colocan tras de sí cortinas de personas que obedecen a un regidor de puesta en escena. A ver cuándo importamos, para quedarse, la posibilidad de que un negro que se llame algo parecido a Barack Hussein Obama llegue a la presidencia del gobierno.

> Reseña: “Sobre la libertad” de John Stuart Mill

Ya comenté en otro artículo la importancia que le concedía a este libro. No diré de él que ha sido una revelación, sino la expresión por pluma ajena de lo que debiera ser el respeto a la libertad individual para formar verdaderos ciudadanos.

Aunque es un libro breve y se lee bien, tiene partes que se me hicieron difíciles de seguir y algunas referencias a hechos de su tiempo (la Inglaterra del siglo XIX) que nos resultan ajenos. Sin embargo la contundente defensa de la libertad individual y al mismo tiempo de la responsabilidad con la sociedad en la que uno vive hacen que se lea el texto como si fueran las palabras constituyentes de un nuevo estado, porque por desgracia no siempre estas ideas resultan tan obvias. Y no hablo de desiertos remotos ni montañas lejanas.

sábado, 8 de noviembre de 2008

> Lo profundo

Con motivo de las elecciones en los Estados Unidos he escuchado por la radio a una periodista decir que el próximo programa lo emitirían desde la “América profunda”, desde el rebelde sur. También se habla de la “Italia profunda” e incluso, aunque cada vez menos, de la “España profunda”.

Sólo lo particular y diferente nos conmueve. No nos sentimos atraídos por la rutina, por la ensalada mixta ni por la siesta. Nos pueden gustar e incluso echarlas de menos si nos vemos privados de ellas, pero para cualquier espíritu mínimamente inquieto sólo la curiosidad y el placer de un mínimo riesgo consiguen despertar la mariposa que tenemos en el estómago. Por eso hay gente que va a Nueva York de compras o a Bali de viaje de novios (y eso que estos destinos son una versión ligera de una verdadera aventura).

Por desgracia cada vez hay menos cosas que nos conmueven, al mismo tiempo que cada vez las cosas (las comidas, los vestidos, los caracteres, los utensilios de uso cotidiano) se hacen comunes a todo el orbe. Cuando Marco Polo escribió su libro de viajes seguro que causó una admiración y un estremecimiento que hoy sólo se podrían imitar con relatos geográficos (una expedición al polo sur), pero no con la descripción de usos y costumbres de gentes lejanas (entre otras cosas, ya nada está lejos como lo estaba antes).

El caso es que esta componente vital que nos estimula, como mercancía que es, no se resigna a la extinción, y se vende en varias presentaciones de fácil uso: cruceros por el Caribe, viajes naturalistas por Marruecos en 4x4 o una semana de agosto en Torremolinos. Pero estos productos tienen la palabra ‘sucedáneo’ impresa en el folleto. Lo que ahora queda de lo que antes era corriente (la diferencia entre geografías humanas), ahora tiene el nombre de ‘lo profundo’. En los EE.UU. serán los campos de tiro, los desfiles del KKK o los bajos fondos del barrio francés de Nueva Orleáns; en Italia será la mafia o los sombreros de los carabinieri; en España los asesinos de Puerto Urraco o los Sanfermines. Y después de escribir esta lista no intencionada veo que en muchos casos lo característico de cada país es cada vez más su violencia específica (y que me perdonen los sombreros). Cada vez menos cosas son como solían.

jueves, 6 de noviembre de 2008

> Reseña: “A salto de mata” de Paul Auster

Le doy mucha importancia al azar. Descubrí a Auster no sé por qué ni cómo hará cosa de un año. Lo primero que leí de él fue “La invención de la soledad”, y me pareció un libro inmejorable, de esos que a uno le gustaría no acabar nunca. A éste siguieron “El libro de las ilusiones”, “El país de las última cosas” y “Creía que mi padre era Dios” (una selección de textos ajenos que enviaron oyentes de un programa de radio en el que Auster participaba).

Cuando escribo que le doy mucha importancia al azar, respecto de Auster significa que si en vez de haber leído en primer lugar “La invención de la soledad”, del que no tenía ninguna noticia ni referencia, hubiera leído “A salto de mata” lo más seguro es que no hubiera continuado con ningún otro. No es que el libro esté mal en algún aspecto, que sea aburrido o recalcitrante: no; pero no destaca por nada en concreto. Así, habiendo leído primero lo que leí, Paul Auster ha ganado un lector de otros libros suyos quizá menos interesantes que el primero. El azar le ha favorecido a él no menos que a mí.

“A salto de mata” es una biografía breve y ligera en primera persona de los años de juventud del autor. Como todos los que luego hacen cosas importantes y son conocidos (y como los que no hacen nada destacado y mueren en el anonimato) Auster vivió la bohemia de París, trabajó en un carguero y nunca tenía un dólar. Todo esto bien descrito e hilado, pero poco más que una relación de “cosas que han pasado”, y además con un final apresurado. No es un libro que emocione.

martes, 4 de noviembre de 2008

> “Camera café”

No me gustaba ‘Camera café’. Me parecía una serie ramplona por el contenido y vaga por la realización (por lo de la cámara fija). Nunca la veía. Pero cuando empezaron a poner después CSI Las Vegas me tragaba los finales, y poco a poco éstos se fueron ampliando hasta casi el inicio. Como ven, soy de gustos simples, porque hay que ser simple para apreciar la altanería sin fisuras de Victoria, la caradura del comercial o el canalillo de la rubia. Y eso que son buenos actores que interpretan bien algo muy flojo.

Hace unos días, además, uno de los diálogos explicaba de pasada qué clase de personas se habían colado de ‘okupas’ en la furgoneta de la empresa: un inmigrante, una alcohólica, una madre soltera y un chico con depresión. Vale que es un programa de humor, vale que nadie puede tomarse en serio esto ni considerar inferiores a personas como éstas, pero igual oírlo tantas veces en diferentes bocas y que encima se suponga que tiene que hacer gracia (millones de moscas no pueden estar equivocadas) contribuye a forjar la opinión de que personas como éstas son efectivamente inferiores y risibles, porque como todo el mundo dice los inmigrantes son delincuentes, los alcohólicos viciosos, las madres solteras putas y, en fin, los depresivos cuentistas.

domingo, 2 de noviembre de 2008

> “Bebé medicamento” (y II)

Escribí el día 23 sobre la irresponsabilidad de los medios de comunicación en este tema (por desgracia no sólo sobre este tema). Se me quedó en el tintero sin embargo comentar algo del hecho en sí, es decir, sobre seleccionar genéticamente al futuro hermano que te salvará la vida. Visto desde fuera, no parece muy ético la utilización de un ser humano para un fin predeterminado por sus padres. También intento ponerme en la piel de la persona que, ya adulta, se entera que su concepción fue manipulada para salvar la vida a su hermano mayor. Es como fabricar a un ser humano para que nos sirva para otros propósitos, y no porque deseemos tener un hijo que nos diga ‘papá’ y ‘mamá’.

En una entrevista, una señora dijo ante las cámaras que uno puede estar a favor o en contra y esgrimir razones en uno y otro sentido, pero que si una madre tiene a su hijo enfermo de muerte y su última solución es ésta, ¿qué debe hacer?, ¿dejar a su único hijo morir?

Creo que más que esto no se puede decir.