viernes, 6 de febrero de 2015

> Sobre perros

Esta mañana he escuchado en la radio varias historias de perros. En una de ellas, un expedicionario sueco en Ecuador le dio una albóndiga a un perro callejero al que puso por nombre Arthur. El perro no volvió a separarse de su benefactor, aun cuando éste atravesó junglas y ríos. Al final el sueco acabó el último de la carrera, pero volvió a su país más feliz que si la hubiera ganado, en compañía de su nuevo amigo.

Una mujer lloraba amargamente el atropello de su perro, al que calificaba como 'su mejor amigo'. Otra, adoptó un perro inválido de sus cuartos traseros.

Sin duda los perros son fieles y jerárquicos. Las personas, complejas. Los primeros quizá busquen en un bocado de comida un indicio de pertenencia que necesitan; los segundos, alguien a quien querer y que les quiera. Los perros, a este respecto, tienen grandes ventajas sobre las personas, ya que sus sentimientos hacia nosotros los definimos nosotros, sin posibilidad de réplica.

En consecuencia, hay muchas personas que se entienden mejor con un perro que con un humano, que les hacen jerseys para que no pasen frío en invierno, que les compran latas de paté en el supermercado y duermen arrebujados con ellos en la cama. Los perros, también.