viernes, 29 de enero de 2010

> ¿Está bien robar en unos grandes almacenes?

El verbo ‘robar’ tiene por suerte mala prensa, por eso se han buscado sinónimos más agraciados como ‘equilibrar’ o ‘restablecer’. En cualquier caso, siempre que nos roban a nosotros está mal, y cuando roban a otro, depende. No nos asalta inquietud cuando roban la caja fuerte del Banco de Santander, pero sí cuando arramblan con la tele de plasma de la casa del vecino.

No solemos tener opción (ni medios, por suerte) para llevarnos unos millones del Santander, pero sí por ejemplo un disco del estante de un hipermercado: que escriba un comentario quien no lo haya hecho. Como creo que nunca obramos sin coartada, supongo que entre éstas están que seguro que te roban por otro lado, que pagan una miseria a las cajeras o que no las dejan ir al servicio cuando tienen ganas. Hay personas que con la excusa de los niños abren un zumo o un donut y no los pasan luego por caja. Ambas cosas son lo mismo.

También una persona que se muere de hambre y se lleva una caja de galletas de marca blanca roba, y los ganaderos que tiran por tierra la estantería de la leche, también roban y hacen estragos.

Aunque la valoración jurídica es clara (robo, hurto, etc.), la moral depende de las circunstancias y de las personas, excepto para el agraviado y sus colegas para los que siempre está mal: ¡como si ellos no se bajaran nunca canciones con el emule cuando están en pijama en casa!

martes, 26 de enero de 2010

< Sin palabras: Globos de oro: 3


Periódico “El Mundo”, edición digital, 19/01/2010.

sábado, 23 de enero de 2010

> Tetas

Para superar esta prueba voy a usar una parte de mi anatomía muy poderosa [primer plano del escote]. No, no es esa: es el cerebro. Voy a usar ese músculo poderoso para afrontar esta situación.

Este ingenioso párrafo decía una chica en un programa norteamericano que emitieron en ‘La Siete’ hace unos días en horario de máxima audiencia. Cada día que pasa la superficialidad y la tontería aumentan al mismo ritmo que el número de cadenas.

Está claro que en televisión (que para muchos vale tanto como decir en la vida) o se es una tía buena o una pringada, y salvo para intelectuales, si eres una tía buena, debes tener unas buenas (grandes) tetas: si no, no hay caso. En este programa la chica estaba delante de la cámara porque tenía unas buenas (grandes) tetas. Hay una serie, o había, que se llamaba “Sin tetas no hay paraíso”: perfecto epítome de los tiempos donde la vida de los narcotraficantes es tan atractiva.

Lástima que el cerebro, que no es un músculo, no se pueda ejercitar con un rato en el gimnasio.

miércoles, 20 de enero de 2010

> Terremoto en Haití

Un terrible terremoto ha asolado Haití. Al poco de ocurrir los periódicos y televisiones ya habían desplazado a la zona devastada un ejército de periodistas en manga corta. Entiendo que ése es su trabajo, y que la excusa formal que se pueden dar a sí mismos es que están contribuyendo a que esa realidad se conozca y se movilice la comunidad internacional.

Sí, lo entiendo, pero a algunos (¿a muchos?) los veo como buitres buscando su sustento. Igual que veo como buitres a María Teresa Fernández de la Vega o a Hillary Clinton cuando se plantan allá con helicópteros y una muralla de guardaespaldas para… ¿para qué? ¿No tienen mejor uso esos medios y su tiempo? ¿Va a ayudar en algo su presencia allí salvo a su imagen pública de solidaridad?

Una guapa periodista de Cuatro (cada vez más Telecinco), vestida informal pero recién planchada, informaba al poco desde Puerto Príncipe con un fondo de edificios derrumbados (quizá con personas vivas atrapadas). Señaló con el dedo, a dos metros de distancia, una pila de cadáveres negros amontonados como escombros. Los haitianos que pasaban por el lugar se tapaban la nariz por el hedor de los cuerpos. La periodista no. Al menos a Liana de las Heras se le quebró la voz en un telediario al informar desde la guerra de Yugoslavia.

domingo, 17 de enero de 2010

> Omnipresente Hanlon

Los técnicos del FBI han cogido una foto de Gaspar Llamazares, unas tijeras y un poco de pegamento y han hecho una reconstrucción del aspecto actual de Bin Laden: ea, ahí queda eso. Como saben, no hace quien quiere, sino quien puede.

¿Y por qué de Llamazares? Supongo que nuestro diputado figurará en los archivos norteamericanos como comunista confeso, y alguien copiaría la foto de una carpeta a otra del disco duro mientras veía la final de la Super Bowl con unos amigos y una pizza con latas de cerveza sobre la mesa de su salón.

Los servicios antiterroristas norteamericanos llevan unos meses elevando el listón del ridículo internacional cada vez más alto, y probablemente lo sigan haciendo porque el virus ya está infiltrado en toda la organización. Cuando la pereza, el desánimo y la soberbia se dan cita, producen cosas como las que hemos visto desde semanas atrás.

Ya lo dijo Hanlon: no asignéis a la maldad lo que puede ser explicado por la incompetencia. ¿Les suena?

Referencias:
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/15/internacional/1263572681.html
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/16/internacional/1263662696.html
http://www.elpais.com/articulo/espana/Zapatero/pedira/explicaciones/embajador/EE/UU/foto/Llamazares/elpepuesp/20100116elpepunac_4/Tes

jueves, 14 de enero de 2010

< Con palabras: Athens the Parthenon

Recepción del hospital “El Ángel”, Málaga


Estaba sentado en un cómodo sofá de un hospital y no dejaba de mirar el cuadro que ilustra este comentario. La lámina es más grande, por lo que tardé en reparar lo que me rechinaba: el título, escrito con caracteres griegos de pacotilla, está en realidad en inglés. Si no saben griego, pueden poner este pastiche en el salón de casa y decir con orgullo que es caviar cuando no es más que huevas de mújol. Sé que puede parecer demasiado purista, pero ¡con cuántas horteradas comulgamos todos los días!

lunes, 11 de enero de 2010

> No es bueno ser tan sincero

Nuestro presidente Obama ha dado una rueda de prensa para explicar los fallos de seguridad que permitieron que un supuesto terrorista embarcara explosivos en un vuelo de Ámsterdam a Detroit. Lo que destacan todos los diarios es que Obama se hace máximo responsable de los fallos en un alarde de honestidad (y a renglón seguido decir que no busca señalar con el dedo a los responsables, sino mejorar el sistema para el futuro).

Eso está muy bien, pero no es útil… para él. Un presidente, sea de donde sea, no es la persona más lista del país, sino una representación simbólica del mismo. Además tiene una función ejecutiva, sí, pero no total hasta el último empleado público.

Estos rasgos de sinceridad y transparencia son muy de agradecer desde el punto de vista ético, pero erosionan la imagen casi divina del presidente de los EE.UU. Como cada vez es más una persona que un semidiós, ahora bajará en las encuestas y cualquiera pensará que por qué él y no yo ocupa ese sitial, y se le tomará menos en serio. De hecho, ya le han fallado en la fecha de entrega del informe sobre fallos en la seguridad, y mucha gente prefiere el inicio de ‘Perdidos’ al discurso presidencial. Con Bush esto no pasaba: le resbalaba todo.

Referencias:
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Obama/asume/responsabilidad/errores/atentado/Detroit/elpepiint/20100108elpepiint_2/Tes

http://www.elpais.com/articulo/gente/Obama/Perdidos/elpepugen/20100109elpepuage_1/Tes

viernes, 8 de enero de 2010

> Las manos limpias

Cuando era niño mi madre me insistía en lavarme las manos antes de las comidas. Yo aborrecía hacerlo porque el jabón Lifebuoy me dejaba las manos ásperas y me daba repeluco. Luego, cuando empecé a leer, me di cuenta de que eso de lavarse las manos obedece a tradiciones religiosas o de magia simpática más que a requerimientos de higiene (que también). De hecho, ahora de mayor sólo me lavo las manos cuando las tengo sucias, y no por definición antes de las comidas. De esta nota autobiográfica entenderán que para mí la palabra ‘higiene’ tiene algo de sospechoso, y no porque sea sucio.

El caso es que hoy uno puede pasar perfectamente sin lavarse las manos salvo que tenga actividades como mecánico, juez o albañil. Para la mayoría de nosotros la vida está limpia o va a estarlo pronto. Y no sólo me refiero a la ausencia de gérmenes, sino también a la ausencia de contacto directo con otras personas, que es lo que más mancha. Hoy los mayores negocios, las relaciones sociales y hasta las guerras se realizan de forma eficaz sin tiznarse las botas de barro y sin verle la cara al contrario: basta un correo electrónico, un mensaje de móvil o el disparador de un misil. Los jardines de las sociedades ricas están cada vez más llenos de flores y vacíos de personas (los de las sociedades pobres, al revés), compramos por internet, vamos solos en nuestro coche. ¿Conoce usted a sus vecinos, a las cajeras del centro comercial?

Una persona, y no una ardilla, puede atravesar España desde Málaga a Barcelona en AVE sin levantarse del asiento en cinco horas. Dará igual si fuera hace frío o calor, porque uno siempre estará a veintiún grados; dará igual si uno no ha sido previsor y no ha comido antes, porque le servirán la comida en una bandeja; puede escuchar la música que quiera en sus auriculares individuales, sin molestarse en consensuarlo con otros viajeros; no necesitará hablar con nadie: toda la información que precisa está impresa en su billete y las noticias se las servirán en los monitores. Cuando era más joven el tren de Málaga a Madrid tardaba más de doce horas, no había climatización pero se bajaban las ventanillas, y en las estaciones con tradición asaltaban el tren vendedores de vituallas. Por la noche los reclutas encendían un radiocasete con música de Los Changuitos hasta que el revisor les pedía que lo apagaran. Cuando llegaba a Madrid mi ropa tenía el olor rancio del sudor de la noche y mis ojos legañas pegadas (en los servicios siempre se encerraba un soldado borracho y nunca había agua), pero cuando el tren, despacio, pasaba por delante del imponente Ministerio de Agricultura yo no podía abrir más los ojos.

martes, 5 de enero de 2010

> Supersticiones

Parece que la costumbre de comer doce uvas a la par que las campanadas de año nuevo viene de una cosecha especialmente abundante de uva de mesa. Hace cien años los agricultores alicantinos decidieron extender el rumor de que tomar las uvas daría buena suerte. Para ellos seguro, ya que hicieron el cálculo de multiplicar el número de españoles por doce.

También está la costumbre de considerar nefasto los martes y trece (o viernes y trece). Lo del trece no requiere explicación, y lo del martes parece que fue porque en tal día cayó Constantinopla y lo del viernes por la detención de los Templarios en el siglo XIV.

La gente sabe que tanto las uvas como los días del calendario no garantizan nada, pero por si acaso guardan la cuaresma. A fin de cuentas cuesta poco engullir doce uvas o comprar pasajes para un día más tarde. Lo curioso del caso es que la gente también sabe que estudiar una ingeniería y dejarse las cejas con los cálculos de estructuras casi garantizan un puesto de trabajo mejor remunerado y un buen coche, y no se matriculan. Sin embargo la diferencia está en que lo de las uvas o los treces es gratis y cuesta poco esfuerzo, y lo de las ingenierías no: es superior la pereza a la certeza. Por eso y por muchas cosas más, pónganles una copita de anís a los Reyes Magos esta noche.

sábado, 2 de enero de 2010

> Pésame por SMS

Hago un uso escasísimo del teléfono móvil. Aun así, hace un par de años me tocó en desgracia recibir un mensaje de un amigo disculpándose por no venir a mi cumpleaños: ¿por qué no me llamó para decírmelo? Me pareció que alegaba una torpe excusa que sería incapaz de repetir de viva voz sin delatarse. Al poco, un familiar me envió otro SMS para decirme que no podía acudir a una comida porque tenía un partido de fútbol con unos amigos. Aquí sí que estaba claro que no me llamó porque las razones eran tan poco razonables como para sentir vergüenza. Las pasadas Navidades muchos amigos escogieron este método para felicitarme las fiestas. Tengo, en fin, un familiar que ha cogido la costumbre de enviarme largos mensajes de texto para informar de los problemas con su pareja. En estos casos da igual la excusa (o la razón): “lo importante es el medio”, que dicen que dijo McLuhan. ¿Qué será lo siguiente?

Veo muy razonable y útil que la Agencia Tributaria o el banco me envíen SMS sobre el estado de mis obligaciones fiscales o sobre los saldos de mis cuentas, pero ¿también de personas allegadas que buscan eludir la vergüenza de llamar por teléfono?

Hay muchas cosas desagradables y que nos estresan, hay muchas otras que no nos apetece hacer por razones inconfesables, pero hasta ahora existía la medida de no hacer algo si la vergüenza de la excusa era mayor que el placer de evitarlo. Ahora ya no, ahora basta una desgana y un pretexto banal para dejarnos deslizar por nuestra pereza. Ya no tenemos que enfrentarnos a nadie ni tan siquiera al otro lado del teléfono: ahora sólo nos enfrentamos a una reconfortante pantallita o a la pulcritud de un correo electrónico.