sábado, 5 de noviembre de 2022

> ¿Dónde los adjetivos precisos?

 Con la popularización de los «creadores de contenido» el contenido se ha degradado, quizá para conectar sin esfuerzo con los «consumidores de contenido».

 

En Youtube y TikTok los líderes no polemizan, discuten o argumentan, sino que humillan, humillan o humillan a la contraparte. Hay un cocinero (uy, perdón) en TVE (sí, una cadena pública, ja, ja, ja) que hace una «cocina BESTIAL!» (sí, con una sola admiración, que para algo queremos ser ingleses).

 

Las reflexiones de Pérez-Reverte son BRUTALES; Biden, Sánchez o Meloni son OKUPAS; «Alemania se HUNDE»; y hasta «SONY se RÍE del MUNDO!!!». Y eso que mi perfil en Youtube es de conferencias de dos horas en recintos cerrados, para que vean.

 

Mi reino digital ya no es de este mundo.

viernes, 28 de octubre de 2022

> Vivir de las rentas

 No causa ya vergüenza social decir que uno ve vídeos en Youtube, y no pretendo ser irónico. Antes casi sólo había jovenzuelos vociferantes y adultescentes gesticulantes. Ahora sin embargo hay grabaciones de conferencias en prestigiosas sedes y charlas y debates de enjundia, y estoy aficionado a ellos.

 

Tengo una panoplia de asiduidades: Pérez-Reverte, Raíces de Europa, Fundación March, Óscar Colorado... No todos son iguales porque no todos se dedican a lo mismo. Están los académicos y están los que son famosos, como Juan Carlos Monedero, Elvira Roca o Pérez-Reverte. Estos últimos alcanzaron la fama por méritos propios, lo reconozco, y se mantienen en el candelabro por sus renovados méritos y porque hacen una particular ruta del bacalao por medios y más medios concediendo entrevistas y haciendo declaraciones. Y aunque todos ellos tienen cosas muy interesantes que decir, casi que ya las han dicho todas y no se puede ser estupendo siempre y en todas partes.

 

Digámoslo más claro: se repiten como el ajo, mucho. Repiten no sólo la misma idea, sino los mismos ejemplos, las mismas frases, las manidas anécdotas personales. No sólo en entrevistas, sino incluso en conferencias formales donde, supongo, cobran.

 

El emperador de este déjà vu es sin duda Juan Carlos Monedero, que no pierde ocasión de recordar a su audiencia que estudió en Alemania (wow!) y que cita a Weber (que hable con Elvira Roca). Recuerdo una conferencia en Sevilla que era repetición de otra un año anterior ante el mismo auditorio, Youtube dixit.

 

Pero todos, en mayor o menor medida, hablan siempre de su libro y sólo de su libro. Están sentados en el compartimento de un tren que visita siempre las mismas interesantes estaciones, pero las mismas.

miércoles, 19 de octubre de 2022

> Antes

 Yo antes no tenía un cuerpo, era sólo algo que estaba ahí. Mi mente decidía el qué y mis manos o mis piernas lo ejecutaban. Al menos en ese sentido era libre, no tenía una rémora, mis deseos eran órdenes.

 

Hace pocos meses, sin embargo, mi mente empezó a tener un compañero de un modo abrupto, y desde luego no deseado. Le salió además respondón: yo quería correr, pero me asfixiaba al poco; quería salir a hacer fotos, pero me mareaba.

 

Un día incluso, mi cuerpo enfadado desarrolló unas cataratas y sometió a mi espíritu a una vejación no vista antes. A partir de entonces la relación se enquistó y mi mente comprendió que la enemistad estaba asegurada y que al final el cuerpo ganaría la partida inexorablemente y sin revancha. Ante esa perspectiva tan desoladora, las fresas perdieron sabor y el vino ganó acidez; siempre hacía demasiado calor o demasiado frío para hacer algo. Nada valía la pena, salvo los placeres efímeros y banales.

 

Entiendan que todo esto es nuevo para mí, es un territorio inexplorado, como se dice ahora; aunque para mi suerte o mi desgracia bien sé lo que hay en esa parte del territorio que el mapa no muestra.

jueves, 13 de octubre de 2022

> Pérez-Reverte

 He visto bastantes entrevistas a Pérez-Reverte como para saber que siento atracción por él, aunque no sé exactamente por qué debido a la abundancia de demasiados peros. Es carismático, contundente y de la vieja escuela, y además tiene una vida asendereada, es escritor y añora el pasado, navega. Sin embargo su carisma le hace ser a veces innecesariamente cruel (como con lo de que de casa hay que venir ya llorado) o práctico (como cuando invitó a unas cervezas a un torturador que tenía a su víctima en el sótano de al lado).

 Desde mi cándida y cómoda perspectiva, invitar a unas cervezas a un tipo así es reconocer por encima de todo y de todos la relatividad de las cosas, y eso no lo comparto porque soy un blandengue. Antes que periodista, uno es persona, y no debería (sí: no debería) invitar a cervezas conscientemente a un tipo así; y si lo hace, no debería (sí: no debería) proclamar que le cede el paso a los ancianos o siempre dice 'buenos días’ y pide las cosas 'por favor’. Uno es persona, repito, a tiempo completo, y periodista a ratos.

 

No debería, claro, salvo que uno anteponga, en el mejor de los casos, la realidad a la ficción, el beneficio a la ilusión.


Pero qué sé yo.

martes, 4 de octubre de 2022

> Como los ríos que van a dar a la mar

 Con frecuencia no estamos preparados para morir. Cuando uno es joven, o incluso adulto pero ocupado, no piensa en este tipo de cosas, o al menos no piensa continuamente en ellas como cuando se llega a cierta edad o a cierto estado de ociosidad.

 

En mi caso hubo una noche concreta en la que tomé conciencia de que iba a morir y que era i-ne-vi-ta-ble. No había ocurrido ese día nada extraordinario que lo desencadenara, pero quizá la biología envió un mensaje a mi cerebro en esos momentos en que orillamos la vigilia para adentrarnos en el sueño. Me iba a morir, y lo que me quedaba era claramente menos (y peor) que lo que ya había vivido. Esta idea, fiel mascota, ya no me ha abandonado.

 

También pensé en el tipo de muerte que sería, si de repente, acaso mientras dormía, o tras una lenta enfermedad o una creciente decrepitud. Por una parte, el síncope me ahorraría una angustia extrema y extenuante dado mi carácter obsesivo; pero la lentitud me permitiría dejar todo en orden para mi éxito, a costa del dolor. Y peor: salvo el suicida, los demás no elegimos.

 

Luego se piensa en cómo será ese estado final, no en el angustioso tránsito. La analogía inmediata nos lleva a que será como antes de nacer, o como un sueño sin sueños sin una mañana. Y será eterno, y nadie, nadie, nadie se acordará de mí dentro de menos de cien años; y aunque se acordaran porque hubiera sido un Alejandro Magno o un Gandhi, ¿de qué me valdría, sin ni tan siquiera tendré conocimiento ni satisfacción de ello?

 

Si al menos fuera honestamente religioso, pero ni ese consuelo tengo. La eterna noche del anonimato espera.

viernes, 30 de septiembre de 2022

> Pongamos que hablo de Nueva Zelanda

 

Una persona instala una aplicación en su móvil o alquila un coche. No ha leído las páginas y páginas y páginas del contrato que ha firmado confiando en que los términos son normales y razonables. Pero tiene un problema y se da cuenta de que no, y ya es tarde, y eso le cuesta tiempo, quebraderos de cabeza y dinero, siempre dinero.

 

Una persona contrata a unos albañiles. A mitad de la obra, los albañiles la abandonan por otro encargo más lucrativo y lo dejan todo manga por hombro. Sí, quizá tras un juicio y al cabo de tres años consiga recuperar el dinero, siempre el dinero, sólo el dinero, pero el daño ya está hecho.

 

Te enteras por televisión que la barra de pan que te han subido de precio además ahora tiene menos cantidad, que al paquete de chorizo le ponen tres lonchas menos y que el flan que siempre comprabas ha menguado en todo menos en precio.

 

Esa persona lee que una empresa que contaminó gravemente hace 25 años va a ir ahora a juicio. Y en la página siguiente que los jueces, incumpliendo la ley, no renuevan el CGPJ por oscuros motivos de equilibrios y estrategias políticas. O que un ertzaina tenía en su casa cincuenta kilos de cocaína, o que policías de Mallorca controlaban la noche con sobornos y palizas.

 

Esa persona tiene un hijo y le han dicho en el colegio que en vez de hacer los ejercicios en un cuadernillo, los va a tener que hacer en una tableta que sólo alquila el colegio y que vale el doble que los cuadernillos.

 

También lee que se premia, como algo inaudito y encomiable, la devolución de un dinero que una anciana había perdido. ¿No debería ser lo normal?

 

Son inconvenientes, trivialidades, incidencias e incidentes de cualquier vida. Pero esa persona, ¿debería hacer lo propio dentro de sus limitaciones? ¿debería ofrecer la otra mejilla y tener un comportamiento moral? Admitiendo que no roba el que quiere sino el que puede, ¿esa persona debe proceder como el entorno o ser siempre la víctima?

martes, 20 de septiembre de 2022

> Mentiras las justas

 

Como ya tengo una edad, comparo lo que se dice ahora con lo que se decía cuando yo era un niño.

 

Hay algunas expresiones que se mantienen por ser del Occidente civilizado, como «no te va a doler nada» o «no sé qué pasa: antes funcionaba». Otras, sin embargo, se han aclimatado entre nosotros por el influjo de películas y series foráneas.

 

«Que pase usted un buen día» no lo decía nadie cuando tenía diez años. Ni repetidamente «gracias» cada vez que te acercan un plato en la mesa. Sí se decía «me alegro de verte», cuando alguien realmente lo sentía, no como frase introductoria. O «tú» en vez de «usted» al referirse a una persona mayor o con autoridad.

 

La católica España hace tiempo que perdió el relato de su historia. También ahora el del lenguaje, que configura el pensamiento. Las legiones, claro, ya no invaden desde Sagunto.

sábado, 17 de septiembre de 2022

> «Un bacio ancora»

 

Cuando era más joven y viajaba por Europa de mochilero encontraba en cada ciudad razones para entristecerme por la patria mía. Han pasado los años, y ni nosotros somos los mismos ni España es la misma, aunque sí la reconocería la madre que la parió (Felipe González dixit).

 

Vengo de un viaje por la Italia rica, la del centro y norte del país. Se nota que hay dinero, se nota que hay dos mundos: uno alrededor de las estaciones de tren y otro de diseño un kilómetro más allá.

 

El caso es que me he reconciliado un poco con mi país, al que consideraba ejemplo de desobediencia e individualidad. En Italia repiten en los transportes públicos hasta la saciedad que es obligatorio el uso de mascarilla FFP2 y que llamarán a la policía si no la llevas. Nadie, los conductores, casi ni los escasísimos revisores. Nadie, en los trenes. Nadie, en los autobuses. Nadie, en los aviones. Algunos, ¡en la cubierta de los barcos!

 

En mi ciudad, los conductores de autobús recuerdan a los despistados que se la pongan al subir, y no hay absolutamente nadie sin ella. En los aviones, son los españoles las que las llevan.

 

Ya sólo hace falta ajusticiar a los conductores de motos con escape libre y renovar el CGPJ.

 

Qué buenos vasallos si tuvieran buen señor.

martes, 13 de septiembre de 2022

> Reunión de amigos

 

Hay amigos y viejos amigos. En los primeros lo importante es el sustantivo, en los segundos, el adjetivo. Tras veinte o treinta años de sólo felicitaciones por Navidad la terquedad de alguien consigue reunirnos, y si ha pasado el suficiente tiempo y las llamadas han sido pocas y llenas de lugares comunes, no se sabe muy bien qué decir aunque vale cualquier cosa que no comprometa el porqué de un silencio de años.

 

Todos ven en la silla de enfrente un espejo del paso del tiempo, y quizá se preguntan por qué son amigos: tanto modifican las orografías los cumpleaños, calvas en unos, barrigas en otros, canas en todos.

 

Después de una cena cordial y de una despedida en la que prometimos vernos con más frecuencia, cada uno volvió a su vida. Nadie celebró el reencuentro en WhatsApp ni puso fotos en Facebook, ni mucho menos nos llamamos por teléfono. El silencio ha empezado.

martes, 6 de septiembre de 2022

> Penas eternas

 

No estaba seca aún la tinta de la sentencia sobre los ERE de Andalucía y ya he escuchado comentarios interesados de que se están preparando los indultos, con el apoyo silencioso del PP (qué cosas). Con el procés, igual, oiga. Y el 23-F. Y los GAL. Y llámalo X.

 

Entiendo que uno se sienta en la obligación ética de ayudar a los amigos, pero creo que no a costa de la familia. Y la familia en este caso es el país. ¿Para qué sirve juzgar y condenar si el resultado es que no se asume el coste del error? ¿Se deberá tomar en serio el juez su trabajo con esta espada de Damocles sobre su cabeza? ¿Y el fiscal con esa piedra de Sísifo? ¿Y los investigadores si van a sufrir como Ticio? Hagamos un teatrillo y vamos a tomarnos unas pizzas.

 

Creo que los indultos desmoralizan (restan moral y adormecen) no sólo a la alta jerarquía del estado (minúsculas), sino que chorrea hasta las más oscuras cloacas, que esperan su turno.

 

sábado, 3 de septiembre de 2022

> Todo o nada

 

Soy de los que le gustan las certezas diáfanas, con límites claros: o blanco o negro. Sin embargo me temo que la realidad, ay, no está por esta labor.

 

La tecnología, sin embargo, que a la postre se basa en 0 y 1, me apoya; esto es, va contra de la realidad al menos simbólicamente.

 

Las puntuaciones en internet son abrumadoramente de 1 ó 5 estrellas, no intermedias. La oposición política al gobierno (da igual cuál) siempre ve el vaso totalmente vacío; el gobierno (da igual cuál) ve el mismo vaso llenándose para el siguiente trimestre, a punto de rebosar. Buena parte de las noticias son de las que hacen historia. Una solución no es solución si no es definitiva, total. En cada «Operación Triunfo» nacen tres nuevas estrellas de la fama. Son personajes niños de veinte años. Vivimos en una encrucijada histórica como no han visto los siglos, mañana ya no será como ayer.

 

Todo es ubicuo gracias a la tecnología y todo es ya gracias a la tecnología. Estamos en Gerona pero chateamos con nuestro amigo de Cádiz o con una desconocida de Bérgamo. Nos transfieren dinero y pensamos que hay algún problema si tarda más de un día o si las cotizaciones de bolsa no son en rabioso «tiempo real». Estamos muy impacientes en estrujar el tiempo para luego hacer poca cosa.

 

Ya y todo o más tarde y nada.

miércoles, 31 de agosto de 2022

> Siesta

 

La felicidad es esto: una tarde de verano calurosa, la somnolencia del alcohol, un ventilador oscilante, las chicharras atronando al sol, y un vecino virtuoso que practica el violín. Estoy (estaba) en la cama tumbado con uno de mis hijos, dormido pero despierto; le miraba un lunar o cómo su pelo dorado se inclinaba como la tormenta inclina la mies.

 

«A lo lejos alguien canta, a lo lejos.»

 

No hay televisión, no hay premura para hacer la comida o salir: afuera un aire de horno inunda de pereza consciente cualquier intento de cambio, todo pesa demasiado. Algo me obligará, pero ahora es todo perfecto.

domingo, 28 de agosto de 2022

> Yoga

 

Una tarde de verano una adolescente quedó con sus amigas en el parque de un barrio de clase media alta. El parque estaba concurrido. Aprovechando la caída de la tarde un grupo de madres jóvenes hacía yoga en el césped, una anciana paseaba a su diminuto perro, madres y padres vigilaban a sus hijos en el parque infantil.

 

Una pandilla de una docena de jóvenes se acercó a las tres amigas, y para divertirse les intimidaron, hicieron el ademán de grabarlas en vídeo mientras les pegaban una paliza, les quitaron las gorras de un golpe. Las chicas tuvieron miedo y gritaron.

 

Los padres que vigilaban a sus hijos en el parque infantil vieron que no era un problema con sus hijos, las que estaban haciendo yoga, paz y amor, siguieron a lo suyo. Sólo la anciana con el perro diminuto se acercó a ver qué pasaba. Una de las chicas salió corriendo y dijo que estaba llamando a la policía. Los chicos se fueron.

 

No pasó nada más ni hubo heridos, sólo humillación, impotencia y una piedrecita más en la muralla que entre todos construimos cada día con más cobardía que ahínco.

 

La persona del 112 tuvo dificultades para escribir el nombre de la calle y de la denunciante (¿con b o con v?). La policía tardó en llegar más de una hora (tenían otras prioridades) y, con gesto aburrido, escucharon pacientes el relato de los hechos: que si volvía a ocurrir les llamasen de nuevo. Que estarían atentos, dijeron.

 

Escribí en otra ocasión sobre el comportamiento de las gallinas en mi corral. Cuando entraba a sacrificar alguna, sólo se preocupaba la concernida, ya bocabajo y cogida por las patas; las demás seguían a lo suyo, estirándose y picoteando el suelo, quizá haciendo yoga.

martes, 23 de agosto de 2022

> Zombis

 

Estuve parado frente a la puerta de un supermercado, unos quince minutos. Era un barrio de clase media venido a menos, de esos en los que los hijos precarios han heredado las viviendas de los padres y las mercerías y las panaderías han sido sustituidas por chinos y aceitosos kebabs.

 

Llegó una señora de negro con dos niños y se sentó en una silla que inexplicablemente había en la puerta. Uno de los niños se acurrucó a su lado y ella le acariciaba la cabeza. Parecía que esperaba algo que nunca ocurriría. El otro niño se tumbó en el sucio suelo, mejilla contra baldosa, como un perro ante la indiferencia de su amo.

 

Un joven de mediana edad, con barba de una semana, pelo largo y ropa muy informal, salió de la tienda con un panecillo integral y un paquete de queso fresco en las manos. Tiró el cartón del paquete al suelo, abrió el pan con las manos y echó el queso con el suero dentro. También tiró el envase del queso al suelo; esponjó el panecillo, le dió un bocado y se fue.

 

Una señora salió también del supermercado sin ninguna compra, airada. Iba sola. Se paró delante del cartel de las ofertas y le amenazó y gritó hasta que se cansó y también se fue.

 

Mi clase media nunca tuvo que presenciar estas escenas. Ellos mismos se ocultaban y eran reductos aislados en barrios por los que no se pasaba salvo que fueras a ellos. Sus protagonistas, sin embargo, se han extendido y me siento amenazado de ser engullido, y tengo miedo. Y lo peor: ellos ya no se ocultan a las miradas de la clase media, en retirada.

jueves, 18 de agosto de 2022

> YT

 

Me he aficionado a ver vídeos en Youtube. Entiendo que debe ser difícil no sucumbir a la presión de destacar en ese piélago de realizaciones, pero todo se va andando, con regresiones.

 

En un principio fue el caos, y no había (casi) nada que se pudiera ver sin rubor; entonces algunos pioneros fueron subiendo contenido y el público vio que estaba muy bien esto que se había hecho. Me sorprendieron el altruismo y la imaginación que uno se puede esforzar en conseguir por la efímera inmortalidad de unos likes. Pero si alguien quería destacar, tenía que hacer necesariamente el tonto, poner caras y muecas fingidas y hablar a voces (los españoles). Luego se subieron conferencias de instituciones patrocinadas por bancos, fragmentos de programas de televisión, opiniones de expertos en busca de reconocimiento y popularidad. Los gritos bajaron de volumen (los españoles) y las muecas se redujeron o se confinaron al público infantil y juvenil.

 

Como no es propio del ser humano la perfección, proliferaron los que sin poner gestos estúpidos ni gritar, se ceñían a ridiculizar a los que no son de su cuerda y los mostraban precisamente poniendo caras y muecas tomadas en un mal momento del personaje. Eso era (es) un valor argumentativo de sus vídeos, que no era exponer una opinión sino ridiculizar al otro (ad hominem).

 

Cuando alguien se desliza por ese tobogán simplón, desconecto, pero ahí quedan esos iconos y pasquines con caras desencajadas, sonrisas histéricas o peluquines al viento para que los haters encuentren su pienso diario.

martes, 16 de agosto de 2022

> Operación Triunfo

 

Soy un nacionalista sin patria, si acaso el idioma. Ser español siempre desanima bastante, es la tradición. Sin embargo aún un rescoldo debe quedar en alguna parte, porque me indignan cosas que debieran disolverse en el mar de la normalidad nacional.

 

«Operación Triunfo» fue un programa de éxito que lanzó a la fama a varios jóvenes (dejémoslo ahí), y resume varias de esas cosas que me resultan incomprensibles. Ante un programa así, alabado por la promoción de nuevas promesas, sólo puedo hacerme preguntas como ¿por qué en una televisión pública española pagada con el dinero de todos se fomenta el inglés? ¿por qué sólo pop (ramplón, para mi gusto)? ¿por qué sólo jóvenes? Con ese pienso luego salen esos pollos.

 

Las respuestas se intuyen. Todo muy líquido.

viernes, 12 de agosto de 2022

> La botella no ha llegado a ninguna playa

Continúo con la imagen de mi última entrada, hace seis años: no había ninguna playa a la que llegar. Asumir eso es importante, como se asume con la edad ciertas cosas que en la juventud ni se atisban. Ya lo dijo Kavafis, el viaje es el camino, y cualquier día un naufragio cerrará ese último día. No es pesimismo, es inevitable, es. 

Y lo que viene al caso, hoy he decidido retomar este dietario. No sé por cuánto tiempo, ni la frecuencia, pero ¿por qué no? No somos imprescindibles, ni tan siquiera importantes (el mundo seguirá girando), pero hagamos algo con el tiempo y con las manos. Puede incluso que haya miles, millones de náufragos lanzando botellas al mar sin destino. 

Ya lo he dicho.