martes, 18 de diciembre de 2012

> Mi carro me lo robaron


El señor que se llevó el carro de la compra de Mercadona tiene miedo de que otro señor parecido se lo robe a él, por eso lo ata con una cadena a una farola, y ahí se queda hasta que sale de su casa para usarlo.

No tiene coche, así que se acerca con el carrito hasta el supermercado que le apetece, lo llena, y lo acerca hasta el portal de su casa. Por desgracia no puede subirlo hasta su cocina, porque en el portal, qué desconsideración, hay escaleras y no rampa para sillas de ruedas (no pagaron la derrama).

El carrito no ha pasado la ITV, y eso que lleva meses candado a su farola. La policía pasa con frecuencia para poner vallas contra los coches que desaprensivos aparcan junto a la acera, pero hacen como que no ven el carrito y su cadena.

Al otro lado de la calle, a diez metros, está un elegante El Corte Inglés. Hablamos, cómo no, de la calle Séptimo Miau de Málaga.

martes, 11 de diciembre de 2012

> Uno de los nuestros

Se ha convertido en lugar común de las redes sociales y de los comentarios de barra de bar que los políticos son unos sinvergüenzas y aprovechados. Por desgracia no me encuentro con argumentos para combatir razonadamente esa idea, aunque desde un punto de vista estadístico habría que matizar: ‘no todos’.

Aun así, añadiré: que sobre todo parecen unos incapaces (con excepciones que se pueden contar con los dedos de una oreja) y un fiel reflejo de la sociedad en la que viven.

Que sí: que son tan necios como los que no recogen las cacas de sus mascotas, como los que defraudan a Hacienda, como los que se cuelan en las colas o fuman en los ascensores, como los que no piden el IVA en las facturas, como los que intentan meterla doblada y que se las apañe otro, como los que tiran desperdicios desde la ventanilla del coche y aparcan en los pasos de peatones, como los que se alegran de la desgracia ajena, como los que aspiran a vivir de sus padres, como los que van en chándal por la calle, como los que se llevan los jabones de los hoteles, como los que dicen usted no sabe quién soy yo: quizá como usted y como yo.

martes, 4 de diciembre de 2012

> Democracia y excelencia

Escuchaba por la radio el comentario de una locutora sobre una encuesta de las canciones de Miliki, el payaso recientemente fallecido.

La locutora explicaba que los oyentes debían votar qué canción les gustaba más. Luego añadió: “- Así sabremos cuál es la mejor canción del cómico que nos ha dejado”.

Quizá estamos tan acostumbrados que ni nos damos cuenta. Pero podemos observar que se está equiparando ‘lo mejor’ con ‘lo más votado’. Aparte del hecho de que miles de moscas sí pueden estar equivocadas, el voto es la expresión de un razonamiento subjetivo, mientras que ‘lo mejor’ es la excelencia según un criterio objetivable (que no objetivo).

El pasado día 25, la mayoría del pueblo catalán votó a CiU, ¿eso hace a Artur Mas el mejor? El PP valenciano obtuvo mayoría absoluta en las autonómicas, ¿eso convirtió a Camps en el mejor? (Lo mismo con el PSOE andaluz y Griñán). ¿Fue mejor el VHS que el Betamax?, ¿Windows que iOS?

La opinión de la mayoría no convierte el agua en vino ni la mentira en verdad, aunque las razones prácticas nos inclinen a aceptarlo. Pero hombre, resistamos.