miércoles, 27 de agosto de 2014

> Apollo 11

Aparte el pecado, quería compartir con usted una reflexión como parte de la penitencia por haber pasado un par de horas en la bolera de un centro de ocio.

El lugar es más bien el escaparate de las franquicias, el paraíso del cartón-piedra. Hay gente que va al cine, o a cenar, de compras o (¡ay!) a la bolera. No hace falta gastarse mucho para pasar el rato. Buena parte de la clientela son jóvenes musculados de camiseta ajustada, tatuados y rapados, todos manufacturados con unos moldes muy parecidos, que acuden a veces empujando cochecitos de niño y con su señora dos pasos más atrás consultando a cada poco su Samsung S5.

También hay chicas jóvenes deambulando con compañeras e intentando enseñar lo máximo que sus ajustadas prendas permitan sin que las voceen más de lo soportable.

Por último, también hay una clase media con niños que se pasea para recordar lo que hacían en el pasado.

Y la mayoría con sobrepeso.

A todas partes que uno vaya para conocer algo del viaje del Apolo 11, leerá que fue la primera vez que la Humanidad puso un pie en la Luna. ¿La Humanidad, dicen? Pero ¿desarrollaron los egipcios el módulo lunar?, ¿los indonesios se encargaron de la logística?, ¿los españoles de las copas?, ¿los colombianos de la propulsión del Saturno V?

No, fueron los norteamericanos los que pusieron un pie en la Luna. Lo hicieron con su tecnología, su esfuerzo, sus recursos, sin el concurso del resto.

Así, mutatis mutandis...

martes, 5 de agosto de 2014

> Toxoplasmosis

En un programa de televisión he visto que existe una enfermedad producida por un microorganismo que altera la percepción de la realidad. Cuando afecta a los ratones, éstos se sienten atraídos fatalmente por los gatos. Es la forma que tiene el patógeno de llegar al interior del felino, que es su objetivo; para ello segrega una sustancia que modifica el comportamiento del ratón, para su desgracia.

No es sólo un problema de los roedores. Un profesor de parasitología de la universidad de Praga tiene toxoplasmosis, y se manifiesta en tranquilidad ante la urgencia (su compañía de seguros debería estar advertida). Por suerte no es un ratón, y no ha tenido aún la desgracia de enfrentarse a un problema vital donde la prisa sea la diferencia entre la vida y la muerte.

Este comportamiento no se conocía hace años. Puede que haya otros organismos u otras sustancias que inadvertidamente trabajen para sí con nuestros muebles, pensando nosotros que en realidad dirigimos el barco. Puede que eso explique el mal carácter, la generosidad, robar al erario público o el sentido del humor. De aquí se sigue la pregunta, ¿somos libres? ¿responsables de nuestros actos? ¿existe el yo o es una ilusión metanfetamínica? Qué mecano.