martes, 5 de enero de 2010

> Supersticiones

Parece que la costumbre de comer doce uvas a la par que las campanadas de año nuevo viene de una cosecha especialmente abundante de uva de mesa. Hace cien años los agricultores alicantinos decidieron extender el rumor de que tomar las uvas daría buena suerte. Para ellos seguro, ya que hicieron el cálculo de multiplicar el número de españoles por doce.

También está la costumbre de considerar nefasto los martes y trece (o viernes y trece). Lo del trece no requiere explicación, y lo del martes parece que fue porque en tal día cayó Constantinopla y lo del viernes por la detención de los Templarios en el siglo XIV.

La gente sabe que tanto las uvas como los días del calendario no garantizan nada, pero por si acaso guardan la cuaresma. A fin de cuentas cuesta poco engullir doce uvas o comprar pasajes para un día más tarde. Lo curioso del caso es que la gente también sabe que estudiar una ingeniería y dejarse las cejas con los cálculos de estructuras casi garantizan un puesto de trabajo mejor remunerado y un buen coche, y no se matriculan. Sin embargo la diferencia está en que lo de las uvas o los treces es gratis y cuesta poco esfuerzo, y lo de las ingenierías no: es superior la pereza a la certeza. Por eso y por muchas cosas más, pónganles una copita de anís a los Reyes Magos esta noche.

4 comentarios:

  1. Bueno, tus dos últimos comentarios tocan de alguna forma eso de "la pereza".
    Yo no me voy a dejar llevar por la misma y te escribo estas letras, deseándote un feliz y próspero año nuevo 2010.

    Sí, ya sé que resulta demasiado tópico, como eso de comerse las uvas y todo lo demás,
    pero lo importante es que lo hago de corazón, con toda sinceridad,
    y no como una excusa sin fundamento como podrían ser aquellas de los SMSs que te enviaban.
    Felicidades. Pepi.

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  2. Donde esté un buen plato de lentejas...
    Buena noche a los dos. Mañana, más ilusiones.
    Micro.

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  3. Gracias por vuestros felicitaciones, que os deseo.

    Por cierto, lo de las lentejas suena a costumbre italianizante...

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  4. Exactamente..., ¡puaf!

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