sábado, 8 de noviembre de 2008

> Lo profundo

Con motivo de las elecciones en los Estados Unidos he escuchado por la radio a una periodista decir que el próximo programa lo emitirían desde la “América profunda”, desde el rebelde sur. También se habla de la “Italia profunda” e incluso, aunque cada vez menos, de la “España profunda”.

Sólo lo particular y diferente nos conmueve. No nos sentimos atraídos por la rutina, por la ensalada mixta ni por la siesta. Nos pueden gustar e incluso echarlas de menos si nos vemos privados de ellas, pero para cualquier espíritu mínimamente inquieto sólo la curiosidad y el placer de un mínimo riesgo consiguen despertar la mariposa que tenemos en el estómago. Por eso hay gente que va a Nueva York de compras o a Bali de viaje de novios (y eso que estos destinos son una versión ligera de una verdadera aventura).

Por desgracia cada vez hay menos cosas que nos conmueven, al mismo tiempo que cada vez las cosas (las comidas, los vestidos, los caracteres, los utensilios de uso cotidiano) se hacen comunes a todo el orbe. Cuando Marco Polo escribió su libro de viajes seguro que causó una admiración y un estremecimiento que hoy sólo se podrían imitar con relatos geográficos (una expedición al polo sur), pero no con la descripción de usos y costumbres de gentes lejanas (entre otras cosas, ya nada está lejos como lo estaba antes).

El caso es que esta componente vital que nos estimula, como mercancía que es, no se resigna a la extinción, y se vende en varias presentaciones de fácil uso: cruceros por el Caribe, viajes naturalistas por Marruecos en 4x4 o una semana de agosto en Torremolinos. Pero estos productos tienen la palabra ‘sucedáneo’ impresa en el folleto. Lo que ahora queda de lo que antes era corriente (la diferencia entre geografías humanas), ahora tiene el nombre de ‘lo profundo’. En los EE.UU. serán los campos de tiro, los desfiles del KKK o los bajos fondos del barrio francés de Nueva Orleáns; en Italia será la mafia o los sombreros de los carabinieri; en España los asesinos de Puerto Urraco o los Sanfermines. Y después de escribir esta lista no intencionada veo que en muchos casos lo característico de cada país es cada vez más su violencia específica (y que me perdonen los sombreros). Cada vez menos cosas son como solían.

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