martes, 7 de octubre de 2008

> La publicidad del miedo, I (arranque)

Cuando era niño mis padres me llevaban a un colegio público, y dormían tranquilos por la noche. Cuando me ponía malo me llevaban al hospital militar, y aún conservo los dos brazos y las dos piernas. En las ventanas de mi casa no había rejas (y vivíamos en un bajo), y nunca se le ocurrió a nadie instalar sistemas de seguridad ni vigilancia privada. Ni que decir tiene que jamás nos robaron, salvo cuando abrieron el Seiscientos en un aparcamiento vigilado de un hotel de Torremolinos y se llevaron los regalos de reyes.

Mis hijos van a un colegio concertado, tienen un seguro médico privado y en casa hay rejas en todas las ventanas. Por suerte no nos han robado, pero por si acaso evitamos pasar por Torremolinos.

Respecto de la salud, hace unos días vi en Telecinco uno de esos deplorables miniespacios (los llaman ‘clips’) que bajo la apariencia de un inocente espacio de divulgación no esconden otra cosa que publicidad inducida. Este ‘clip’ trataba de las ventajas de la sanidad privada frente a la pública, y le seguía un anuncio de seguros médicos Caser que patrocinaba el espacio. El caso es que el realizador del ‘clip’ no hacía otra cosa que sacar médicos muy simpáticos y agradables con los pacientes, dando a entender que éstos eran de hospitales privados porque en los públicos la masificación impedía un trato personalizado. Curiosamente, todas las batas de los médicos eran ¡del Servicio Andaluz de Salud! (es decir, eran médicos públicos). Tan pobre realización hace juego con la tosca (pero eficaz) concatenación de reportaje-que-muestra-un-problema con el anuncio-que-aporta-la-solución. Los argumentos explícitos del anuncio son los que todos tenemos en mente, aunque sean falsos, pero si los tenemos en mente debe ser porque alguien los ha puesto ahí junto con algún zumo de frutas con antioxidantes.

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