jueves, 19 de febrero de 2009

> Abrir los ojos debajo del agua

Leo en la prensa que dos submarinos nucleares de Francia y Reino Unido han chocado en aguas profundas del Atlántico. No les unía misión alguna, no tenían noticia el uno del otro. Los dos contaban con tan eficientes sistemas de camuflaje que consiguieron pasar desapercibidos del amigo. Del enemigo, llegado el caso, no lo sabemos.

Leo también en la prensa que un muchacho ha sido expulsado de un concurso de televisión de Antena3 porque cuando niño mató a tiros y con premeditación a sus padres. Recuerdo el caso del chaval que degolló a los suyos y a su hermana con una katana. Y otro que mató a su padre de sesenta y cinco años en Barcelona recientemente.

No parece que tengan mucho que ver submarinos que chocan y parricidas, y así es. Sin embargo uno no se espera de un hijo un tiro en la nuca cuando llega a casa y deja las llaves en el recibidor, como tampoco se espera un submarino chocar con otro en la inmensidad del océano. El problema de los submarinos estuvo en confiar ciegamente en la voluble tecnología, y el de los padres en confiar en la caprichosa genética. En ambos casos no se puede hacer otra cosa, porque los submarinos no se sumergirían y los niños no crecerían.

Creo, sin embargo, que en el caso del submarino se hubieran debido instalar unas ventanitas (es un decir) para mirar fuera a simple vista, y me gustaría estar seguro que en el caso de los niños también se mejoraría con unas ventanitas (es un decir) con mucho tiempo para mirar a través de ellas.

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