domingo, 1 de marzo de 2009

> Emilio Gutiérrez

En los dos periódicos que he leído hoy, “El Mundo” y “El País”, he contado no menos de seis referencias a los ‘hechos’ protagonizados por Emilio Gutiérrez. Este señor, tras ver su casa destrozada por una bomba colocada en una sede socialista del municipio de Lazkao, cogió una maza, se fue a una “herrikotaberna” (bares de ambiente independentista) y se lió a mazazos contra el mobiliario hasta que llegó la policía. Ha sido puesto en libertad a la espera de juicio, pero se ha tenido que ir del pueblo por las amenazas recibidas del entorno de ETA.

Siempre me ha sorprendido que entre los miles de damnificados por los terroristas de ETA no haya habido más personas que al menos hayan intentado la justicia por su mano. Cuando el asesinato de Miguel Ángel Blanco hubo algunos apedreamientos e insultos, pero no recuerdo más. También nos preguntamos hoy cómo los miles, millones de judíos, conducidos a la muerte segura no se rebelaron contra sus verdugos. La respuesta es: los trenes rodando por prados nevados o las chimeneas de los campos de exterminio son sólo el final de una historia que empezó años antes con una pequeña humillación sin posibilidad de ser reparada, con un silencio.

Los artículos que he leído lamentan su recurso a la violencia, incluso su familia se exculpa, pero tras sus letras de molde late la simpatía, aunque sea contenida y timorata. Nadie se quiere destacar, nadie quiere ser el primero: todos dicen “no cites mi nombre, por favor”.

Los problemas de Emilio Gutiérrez no empezaron cuando una bomba de ETA destrozó su casa. Su drama (como el de Rushdie, como el de Saviano) empieza ahora porque está solo.

1 comentario:

  1. No lo había considerado así,y veo que tu análisis es dramáticamente correcto. Losque podríamos ponernos a su lado, nos silencia el miedo al anarquismo, al quebrantamiento de las reglas. Pero quizás eso son excusas para seguir siendo cobardes...

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