miércoles, 22 de julio de 2009

> Wally en la feria

Qué triste quizá, pero en las ferias lo que más me gusta es observar. Hace poco estuve en una y me senté a cenar en una caseta muy concurrida. Pese a que todo el mundo parecía contento y dicharachero, en la mesa de al lado una pareja de mediana edad con un cochecito de bebé no se decía nada entre ellos. No se cruzaron una palabra ni una mirada. Ambos observaban a intervalos cortos cómo en las otras mesas la gente reía, gritaba y se hocicaba con el costillar a la brasa. En más de media hora no hicieron otra cosa que mirar con indolencia, beber tragos cortos de cerveza y acunar sus barrigas.

Luego estuve en otra caseta para tomarme una copa. Lo que más me llamó la atención fue una chica que, a falta de bolso, llevaba el móvil entre los pechos. Hay otros mundos, pero están en éste.

Unas mesas más allá, otra pareja de mediana edad miraba apagada al resto de la parroquia. También tenían barriguita, no se cruzaban palabra entre ellos y daban sorbitos al botellín de cerveza. Sus miradas eran cortas y desapasionadas, como buscando un espejo que nunca encontraban. Sólo miraron una vez a la chica del móvil.

Estuve observándoles largo rato, hasta que nos fuimos de allí. De vez en cuando, y sólo para no parecer impertinente, yo miraba a la chica del móvil. Cuando nos levantamos, sorprendí una mirada curiosa desde otra mesa dirigida hacia mí, y tuve la sensación de que llevaba un buen rato. ¿Por qué me estaría observando?

2 comentarios:

  1. En esta entrada entreverada de melancolía, sutileza e intención (mala) llaman mucho la atención algunas cosas también sutiles.
    1) La ausencia de coma después de "triste" parece deliberada. Entonces "quizá" se convierte en un sustantivo que se puede adjetivar. La escena ferial es un triste quizá o un penoso acaso. Mola.
    2) El narrador se produce en primera persona: estuve, me senté, fui a tomar una copa. En cambio al final "nos fuimos". Esto redondea el impacto psicológico del suceso y la conmutatividad de las situaciones, pues entiendo que el narrador también va acompañado y tampoco ha cruzado palabra con su acompañante.
    3) Casi me temía que al final el cochecito de la primera pareja estuviera vacío. Sería demasiada mala leche y le daría al suceso una inflexión siniestra e irreal.
    Disculpe este conato de casposa crítica textual. A veces no puedo evitarlo.
    Gracias.

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  2. Gracias a usted, sin ningún género de duda (las dudas tienen género).
    Por tan afinadas como acertadas observaciones merece la pena, excepto el punto 2, por suerte, aunque en la metáfora estaba esa intención.

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