domingo, 26 de julio de 2009

> Las culpables del efecto invernadero

He visto por televisión un reportaje que asegura que las vacas (sí: las vacas) son las responsables de un cuarto de los gases de efecto invernadero. No se vayan que ahora viene el morbo: son enormemente flatulentas. Ventosean todo el rato, con cualquier excusa o sin ninguna. Se las somete a una fatiga tan grande para que produzcan leche o carne que sólo tienen el desahogo de aliviarse cuando quieren. Y quieren continuamente.

Pero esto no podía continuar así. El I+D+I español va a restringirles este último placer. Están investigando combinaciones de piensos y de ritmos de vida que reduzcan, y con suerte eliminen, tantos y tan perniciosos gases. Nadie, que yo sepa, se ha planteado aprovechar el metano de las flatulencias para producir energía. Imagínense el lanzallamas que se genera si acercamos un mechero al culo de una vaca cuando se ventosea; pues imagínense ahora eso mismo aprovechado para usos industriales con el concurso involuntario de miles de vacas.

Pero no, los quijotescos españoles no vamos a sacar provecho de lo que ya hay (léase aquí una lección metafórica), sino que vamos a invertir en transformarlo en un incierto futuro para no ganar nada. Incluso puede que las vacas estén más estresadas si les cambian la comida o las obligan a sesiones matutinas de VibroPower.

Algo parecido a lo de las vacas les ocurre a los políticos. Y no me refiero a las flatulencias, , sino que a veces se ocupan de cosas con las que no pueden ganar nada y puede que pierdan algo (o mucho, aunque como el dinero no es suyo…). Invierten en sacar adelante leyes y reformas que caldean el ambiente, pero de las que poco rédito sacamos.

En fin, que yo quería hablar de gases de efecto invernadero y me he calentado y he acabado hablando del gobierno.

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