miércoles, 8 de julio de 2009

> Día del orgullo gay

Este domingo pasado se celebró el día del orgullo gay. En Madrid hubo una cabalgata multitudinaria (¿medio millón de asistentes?) a la que asistieron representantes de todos los partidos, asociaciones y sindicatos, excepto obispos. En la prensa, el tratamiento iba desde la simpatía de “El País” hasta la información contenida de “El Mundo”.

Debo ser algo anticuado, aunque sin llegar al nivel de los obispos, porque estas manifestaciones no me gustan mucho. Desde el punto de vista estético me parecen muy horteras, y desde el punto de vista pelambrético me parecen de ‘pensamiento único’. Dan la impresión de que la homosexualidad es esto: cueros, mostachos, músculos, reinonas. Es como si por el hecho de ser heterosexual me tuviera que gustar Samantha Fox o Pamela Anderson, o por el hecho de ser español fuera vestido de torero o con una faca en la faja y sombrero cordobés.

Entiéndaseme: los asistentes a la cabalgata tienen todo el derecho del mundo a salir a la calle respetando ciertas normas, pero la insistencia en arrogarse la representación del colectivo homosexual me parece que poco hace a favor de sus reivindicaciones. Demasiada purpurina, plumas y cadenas para tomarlos en serio, lo siento.

Y ya puestos, como guinda, el pregón que parece hizo Soraya: “pido perdón por ser heterosexual”.

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