domingo, 31 de mayo de 2009

> A martillazos

Quizá fuera un pobre hombre o una mala persona, un perturbado o un ingenuo. En vez de arrancarle el bolso a una anciana o la cartera a un adolescente, este hombre entra en un local de máquinas recreativas con una navaja en la mano. Lo que se encuentra no es lo que esperaba. No hay dinero fácil ni clientes dóciles, y él no sabe qué hacer en estos casos en que todo se tuerce. Está atrapado, los jugadores se le echan encima (¿qué mejor juego que una cacería?). Él podría hacerles frente porque tiene el nombre de atracador en una chapa prendida en la camisa y una navaja, pero no sabe cómo (quizá fuera un pobre hombre o una mala persona, un perturbado o un ingenuo).

Sale huyendo. Los clientes dejan las combinaciones de cerezas y la musiquita dulzona de las máquinas e inician la persecución del conejo. Nadie llama a la policía. Hay que dar un escarmiento. Corren por las calles de este barrio de Málaga sin encanto, donde todo son bloques de pisos, donde hay pocas distracciones. La persecución continúa, el atracador busca el mar. Se unen a la caza otros aspirantes a probos ciudadanos.

Nuestro hombre, agotado por la carrera, decide hacerles frente. A fin de cuentas él tiene una navaja y una chapa prendida en la camisa que dice ‘atracador’. Pero los perseguidores son más, y vienen jaleados por el vecindario (no saben qué ha pasado, pero seguro que se lo merece). Los perseguidores tienen martillos, y los usan. Otros cogen piedras, y las lanzan. Hay muchos ciudadanos que han visto la escena, y a uno se le ocurre llamar a la policía.

La partida ha terminado. Los ciudadanos, aliviados de la tensión, se van a sus casas. El atracador está en el suelo, muerto a martillazos, en la calle Pacífico.


Referencia: http://www.elpais.com/articulo/espana/hombre/muere/apedreado/Malaga/800/metros/negocio/intento/atracar/elpepuesp/20090528elpepunac_17/Tes

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