lunes, 25 de mayo de 2009

< Con palabras: Vicente

¿Qué hacen todas esas personas mirando en la misma dirección y a la vez? No están ahí porque les interese el espectáculo (hay muchos a quienes les interesa y están ausentes), sino porque han comprado una entrada y ciertas obligaciones, aunque no lo sepan.

Les han obligado a estar a una hora en punto en un lugar. Algunos pasan calor porque están en el tendido de sol, todos están incómodos porque las gradas son de cemento o el espectáculo está lejos. Pero nadie que haya pagado su entrada dejará de ir a ver los delfines. Si no pasan por delante de los canguros o los lobos siberianos, no pasará nada (nadie les dirá qué pena). Pero a los delfines no se puede faltar porque es a donde van todos, y cuando se acerca la hora de inicio del espectáculo y uno ve que las familias aceleran el paso en una dirección, no puede refrenar el impulso de seguirlos, aunque no sepa a dónde van (pero seguro que merece la pena). Es como no mirar cuando alguien señala algo con el dedo.

Seguro que uno no se equivoca si está donde están todos, ver lo que todos ven, poder comentar al día siguiente lo que todos han visto (nadie habla de los canguros o los lobos siberianos).

Cuánta gente, toda sincronizada. El espectáculo no está en la piscina, sino en las gradas.




Delfinario del Zoológico de Madrid

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