viernes, 29 de mayo de 2009

> Pan et circenses

El pasado miércoles el Barcelona derrotó al Manchester en Roma. No soy aficionado al fútbol, por lo que no sé qué copa, recopa, liga, torneo o champion ha ganado: perdón. Lo que sí sé es que el Ayuntamiento de Barcelona ha instalado varias pantallas gigantes en lugares públicos para que la ciudadanía vea el partido. Miles de seguidores se han desplazado a Roma (incluidos el Rey, el Presidente del Gobierno, el Presidente catalán, parlamentarios, senadores…). En el campo donde vivo se han escuchado cohetes y caravanas de coches haciendo sonar el claxon. En muchos trabajos han cerrado antes para que los empleados puedan ver el encuentro. Todas las portadas de los periódicos y las noticias hablan de lo mismo largo y tendido (antes que de Corea, más importante que la gripe, mejor que los brotes verdes).

Las encuestas de la radio y las respuestas de los políticos hablaban sólo del resultado (2-1, 0-1), nadie ha hablado de ver un buen partido, con buenas jugadas: sólo interesaba la victoria, una eyaculación precoz (un amigo me decía que se llenarían los prostíbulos). Después del encuentro, ya relajados y con el pitillo en la boca, los creadores de opinión hablaban de la técnica, de los pases, de la justicia y de la belleza.

Espero que los aficionados a este deporte entiendan que tales excesos provoquen no ya indiferencia, sino hastío beligerante a los que no nos gusta ese negocio inflacionario.

Pero lo que quería hacer era una pregunta. ¿Tiene alguna justificación racional este gasto de energía ante un acontecimiento que a la mayoría no nos proporciona ningún beneficio directo (aparte el orgullo tribal)? Entiendo que Guardiola o Messi estén muy contentos por las primas que cobrarán pero, ¿qué nos va a nosotros? Si esto es por un partido de fútbol, ¿qué no habría que hacer en unas elecciones políticas donde nos jugamos bastante más, aunque no lo parezca? Lástima que a estos sentimientos no se sepa sacarles otro provecho que bañarse en la fontana de Trevi. Mañana no ganará otra vez el Barcelona.

Una victoria deportiva tiene más de victoria que de deportiva. Nos hace ser partícipes de algo grande (quizá haya botín), porque somos más que los otros. La política nos hace mamporreros de lo cotidiano, del precio del pan, por ejemplo.

3 comentarios:

  1. El opio es el fútbol del chino. Por cierto ¿consecuencias electorales de este acontecimiento? ¿Barrerá el PSOE en Cataluña? Un saludo.
    Micro.

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  2. Cuando decía que era una pena que no se sacara algo positivo de todo esto me refería también a que ni tan siquiera tendrá un rédito electoral para alguien. Mejor o peor, no lo sé o depende.

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  3. Pero los gestos son muy importantes, sobre todo si se producen en un palco. Otra sería si hubiera que sopesar ideas.
    Micro.

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