sábado, 23 de mayo de 2009

> El medio para el mensaje

Mi suegra me fastidió haciéndome notar que yo cada vez usaba más el adverbio ‘antes’: antes escuchaba ópera, antes viajaba, antes leía.

El equipo de música que me compré con mi primer sueldo me contempla desde un rincón, como el arpa. Sólo escucho la radio en el coche y los emepetrés en el ordenador, o en el móvil las noches de dispepsia. Este formato de música no es apropiado para una ópera, si acaso para sólo un aria. Estos ficheros van a lo concreto, un tema, y hay que pasar al siguiente. No admiten un desarrollo. Es como leer una página web: tiene que ser un texto corto y captar tu atención, tiene que ser variado. Por eso usted tiene tanto mérito leyendo esto. Antes, sin embargo, escuchaba mucha ópera, género que descubrí tarde pero a tiempo en mi vida. Ahí están los cedés llenos de polvo.

Los viajes que hacía y que me ilusionaba tanto preparar, ya no los hago. Mi mujer sólo los haría por satisfacerme, y estaríamos discutiendo todo el rato. Los niños, además, me hacen más sedentario y temeroso. Por suerte para mi memoria, antes pude ir a algunos sitios interesantes, y quizá algún día vaya a otros como un viejito viajero y extravagante.

Siempre he sido de mucho leer, y aunque va por rachas, creo que la tendencia es bajista, como diría un economista. Paso mucho tiempo con el ordenador, y no me gusta leer libros en pantalla, por lo que el último reducto pasó a la cama unas cuantas horas antes de dormir. Pero ahora tenemos televisión en el cuarto, y los erizos buscan compañía con el frío. Antes recuerdo los veranos leyendo a todas horas, o la ilusión de pasar por el escaparate de la librería Boix para ver la colección Austral con sus tapas de distintos colores (ahorraba durante semanas para comprarme uno).

Las suegras no descansan, ni antes ni ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario