sábado, 9 de mayo de 2009

> En neolengua: gripe A

Se empezó llamando como quisieron sus padres, ‘gripe porcina’, pero una de las primeras cosas que hizo la OMS fue cambiarle el nombre por las protestas de la industria cárnica.

He visto varias comparecencias de altos cargos de la OMS estos últimos días. La mayoría son desde la sede central en Ginebra, y el portavoz es un hombre o una mujer de mediana edad, bien trajeado, con voz anodina y que utiliza el inglés como segunda lengua. Ignoro su valía médica u organizativa, pero desde luego nunca decían nada que tuviera algo de concreción. Siempre era demasiado pronto para afirmar algo o necesitaban más datos para acotar el vacío de sus palabras. No estaban a favor de impedir los vuelos procedentes de México pero tampoco estaban en contra para no ofender a Francia; les parecía bien que el presidente mexicano recomendara a sus conciudadanos que se quedaran unos días en casa pero parecían incómodos con la simpleza de la medida y enseguida aludían a sus modelos matemáticos.

A la hora de satisfacer a la industria cárnica y de insatisfacer al buen gusto, no pensaron mucho, o precisamente por pensar mucho, dieron con un nombre aséptico, reluciente, que no comprometía a nada ni podía ofender a nadie: ‘gripe A’.

Pero de la misma forma que el paso del nivel 4 al 5 no tranquiliza, ni el vaticinio de que el virus afectará al 40% de la población europea (aunque sea leve), la letra adjetiva que acompaña a ‘gripe’ hace pensar que está escogido con vistas al futuro y a una higienizada economía de escala: ¿habrá ‘gripe G’? ¿y ‘gripe A6’?

Parece que la OMS quiere que esto sea el inicio de una larga amistad, aunque con un poquito de suerte los telediarios antes encontraran otro apocalipsis en otra esquina.

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