domingo, 2 de mayo de 2010

> Fingir

Uno se acostumbra al fingimiento. Puede empezar cuando niño fingiendo estar enfermo para no ir al colegio. Como suele dar buen resultado, ya se guarda uno este recurso para cuando no tiene otras razones para la comodidad.

De mayor uno puede fingir simpatía para con el jefe, y esto le reportará ascensos y autoridad, y ya de ahí se puede lanzar a un fingimiento total de la vida, a ser otra cosa siempre (salvo cuando, ya despierto, aún no se ha levantado de la cama). Es un actor ante los padres, los hijos, la pareja, los compañeros del trabajo, y es algo que le reporta beneficios o, al menos, tranquilidad (un gran beneficio, sin duda). Al poco tiempo ya no es nadie por sí mismo, sino en función de los demás. Es un payaso, quizá, que nunca se limpia los coloretes después de la función.

Ay, pero no lo hace quien quiere, sino quien puede.

5 comentarios:

  1. Es una cuestión de valentía. Quizás si no se le ríen todas las gracias al jefe puede ser que no nos reporte tanto ascenso, pero seremos más coherentes con nosotros mismos. Pienso que estas cosas son las que nos van comiendo por dentro, las que nos hacen estar en conflicto con nosotros mismos y las que nos hace ser más infelices aún.

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  2. La tipología del adulador, del "hombre madeja", es muy variada. No siempre es cuestión de valentía. De todas formas, las últimas entradas parecen un poco alusivas, como si alguien, no necesariamente un seguidor del blog, pudiera o debiera reconocerse en ellas. Inquietante.

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  3. Para Anónimo y Microbolsa: sí a los dos. A lo mejor es una cuestión no de valentía sino de miedo y de gregarismo (una forma efectiva de supervivencia). Respecto de las alusiones, creo que todos los que somos un poquito exigentes nos reconocemos en casi todos los pecados que leemos. O al menos yo... Pero si de intencionalidad hablamos no me refería a nadie que esté a más de cien metros de donde vivo.

    Gracias a los dos por vuestros comentarios (permítaseme el tuteo en esta mesa camilla).

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  4. Pues yo creo que fingir es necesario. No existe el ser humano puro libre de toda influencia. Estas las puedes hacer propias o impuestas y en las impuestas cabe el fingir. A mi juicio es lo que antiguamente se llamaba "buenos modales":(nos parece asqueroso un guiso pero fingimos que es delicioso) y a lo que habría que sumar el "sentido de la supervicencia": (alabamos al jefe). El problema es,a mi juicio, dónde se pone el límite. Algo hay que fingir y algo hay que sobrevivir... y según uno ponga el límite se creerá más libre o menos, pero básicamente todos tenemos que fingir en algo, si no queremos caer en el despotismo (supongo que los dictadores son los que nunca fingen).
    Creo que lo que ahora llaman "ser uno mismo" esta sobrevalorado, y entendiéndolo mal nos lleva a la grosería. Por ejemplo: "yo soy supersincera: ¡Uy, cómo has engordado!", eso no puede ser bueno....

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  5. Para Macalor: gran parte de la civilización y de la cultura se basa en la ocultación de nuestros impulsos 'naturales'. El fingir es lo contrario de lo que nos apetece, pero es justamente lo que nos conviene.

    En cualquier caso, algunas veces quisiera que me convinieran más ciertas cosas...

    Gracias por el comentario

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