domingo, 14 de junio de 2009

> Lo pequeño es bello (a la fuerza ahorcan)

La larga marcha hacia la contracción del universo se acelera por la crisis. Los pisos son cada vez más pequeños (incluso los buscamos así, para ‘no tener que limpiar tanto’); los ordenadores pasaron a ser portátiles y ahora son ultraportátiles; la comida, del chuletón de Salteras al plato de autor; los sueldos, con suerte, rondan los mil euros. Verán las dimensiones de los coches eléctricos cuando los comercialicen, porque los ingenieros ya saben que ese tamaño todo lo justifica: hasta los penes pequeños tienen ahora el beneficio de ser ‘juguetones’.

Pero no sólo la tendencia a lo pequeño se manifiesta en los objetos que usamos. También en los caracteres personales e institucionales (que la tendencia convierte en objetos desechables). Cualquiera puede ser ministro, cualquiera alcalde, cualquiera presidente de diputación. Las personas prestigian las instituciones que representan, pero también las menguan, y el problema de las personas moralmente pequeñas es que, como dijo un político hace años, no pueden hacer otra cosa para destacar que pegar saltos para que se les vea. La ministra Aído promociona la palabra ‘miembra’; Miguel Sebastián reparte bombillas por Correos; Camps se parece cada vez más a un maniquí de escaparate; Trillo… ¡cualquiera le dice algo a Trillo!

Todo nos susurra: no ocupemos mucho espacio, no pensemos a lo grande, que no nos lo podemos permitir en estos tiempos pequeños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario