domingo, 6 de septiembre de 2009

> Lo que le interesa a un gato

Salí a dar un paseo con mi perro. Había una familia de gatos que vivían en un cortijo cercano, y mi perro se lanzó a por ellos y acertó a alcanzar a uno. Antes de que llegara yo, el perro volteó a su víctima a un lado y a otro mientras el resto de la familia gatuna miraba con cara de póquer desde su refugio seguro. Eran sus padres y hermanos, pero no manifestaban ningún interés ni estremecimiento por el hecho de que uno de ellos sucumbiera así.

No esperaríamos de un ser humano un comportamiento semejante, y en algunos casos, incluso puede que hubiera puesto en peligro su propia vida por ayudar a su semejante (y no digamos si fuera un miembro de su familia). Algo parecido a lo de los gatos ya lo comenté respecto de las gallinas (y su similitud con la omertá vasca). Creo que las vacas y los cerdos se prodigan igual en los mataderos.

Parte del éxito de nuestra especie es la asistencia mutua dentro de los vínculos que heredamos o creamos hasta extremos fuera de toda lógica de supervivencia personal. Hace unos años, el pasotismo estaba de moda, o al menos tenía un comportamiento que todos reconocían por experiencias propias. El pasotismo dio paso a la indiferencia, una suerte de inacción por cansancio que se manifiesta en la política, el trabajo y la familia, y que sólo se vence cuando el afectado ve una posibilidad cierta e inmediata de una gran recompensa.

Como los gatos, que sólo veían un riesgo y ninguna recompensa en ayudar a su semejante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario