lunes, 22 de noviembre de 2010

< Con palabras: El precio de la inmortalidad

Este coche no ha sufrido un accidente. De hecho, ni tan siquiera estaba circulando. Descansaba confiado en una calle y alguien lo robó, y solo o en compañía de otros lo desvalijaron en un naranjal cerca de la ciudad.

En realidad, lo único que le quitaron fue el radiocasete, si es que queda aún alguno instalado en un coche. El motor no lo tocaron, eran rateros sin infraestructura; las ruedas tampoco, porque no tenían otro coche con el que llevárselas. Tampoco arramblaron con los asientos o con los accesorios por estas mismas razones.

Lo que sí hicieron fue incendiarlo como se ve tantas veces en las películas de pandilleros. Y lo hicieron por el simple (es cuestión de gustos) por el simple placer de verlo arder e imaginarse haciendo lo mismo en el cauce seco de Los Ángeles. Incendiaron un coche por un radiocasete y un minuto de inmortalidad.

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