jueves, 11 de noviembre de 2010

> Benedicto XVI, 0 – Lady Gaga, 1

He oído este fin de semana, y a lo mejor es cierto, que la visita del Papa tenía una audiencia potencial de 200 millones. Luego escuché que los premios que la cadena MTV celebró en Madrid tenían una audiencia de 600 millones. Si fuera un partido de fútbol, y eso es lo que es, sería ganar por goleada.

Los papeles de ambos espectáculos estaban cambiados. El Papa, pretendido heredero del humilde pescador Pedro, trajo consigo pantallas gigantes, papamóvil, escenarios grandilocuentes y merchandising empalagoso. Casi lo mismo trajo la MTV, con la diferencia de que había más luz y no gozaron de las deferencias de los poderes públicos. Es más (o menos), mayor mérito místico tuvieron los premios de la MTV, cuya protagonista, Lady Gaga, ganó sin ni tan siquiera estar presente: ¡transustanciada!

Nadie protestó por lo de la MTV, sí por la visita del Papa. Eva Longoria gritó ‘Viva España’ y se disfrazó de jamón ibérico; el Papa dijo en el avión justo antes de aterrizar (cuando ya estaban vendidas todas las entradas) que el actual panorama del laicismo español recordaba al de los años 30: ya saben, quema de conventos, guerra civil…

Cuando voy de visita a una casa que no es la mía, llevo una botella de vino, no se me ocurre aludir al mal gusto de la decoración de las paredes, sobre todo si yo mismo he contribuido a pintarla.

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