viernes, 18 de diciembre de 2009

> Por ejemplo Borges

Borges tuvo varios amores, parece que platónicos, pero se casó con Elsa Astete, según dicen por consejo de su madre para que le atendiera en sus necesidades diarias (no sexuales). A los dos años y medio se separaron, y Borges se relacionó con María Kodama, con la que se casó poco antes de morir.

Borges es un mito al que se le imagina leyendo la Enciclopedia Británica en un despacho de maderas nobles y libros viejísimos hasta el techo. Borges además, se quedó ciego como dicen de Homero, hablaba pausado y, aunque alguna vez fue joven, siempre se le recuerda con el pelo canoso, los ojos traslúcidos y apoyado en un bastón empertigado en la entrepierna.

Las madres siempre creen saber lo que les conviene a sus hijos, pero por suerte se equivocan mucho (por eso estamos donde estamos). Si Borges se hubiera juntado con una mujer que le exigiera fregar los platos y atender un hogar con hijos, quién no sabe que no hubiera escrito una página de “El reloj de arena”, y a lo peor hubiera acabado sus días redactando acuerdos de divorcio. María tenía aspecto de no saber freír un huevo, por lo que pocas distracciones podía exigirle al sabio, salvo las mundanas, que parece no aplican al caso. Sin embargo la cita elegíaca en griego clásico que recitó a la muerte del poeta parecía tan fluente como la marcha de un tren, sí, calculada, pero imponente en todo caso.

3 comentarios:

  1. Hay demasiados mitos o tópicos referentes a esas cosas de las relaciones materno-filiales y conyugales.

    Ni todos los hombres son iguales, ni todas las mujeres.
    Afortunadamente la variabilidad es muy muy extensa,
    de modo que hay un muy amplio rango entre el que elegir a tu media naranja.

    Lógicamente, no resulta fácil encontrar lo realmente valioso,
    al igual que conforme vas andando por la calle es más fácil que pises una caquita de perro
    a que te encuentre una pequeña onza de oro.

    Pero las onzas de oro existen,
    e incluso hay bastantes en este mundo para todo aquel que quiere encontrarlas,
    pero lógicamente hay que buscar en los lugares apropiados.

    Ni la mujer ni el hombre verdaderamente valioso se va a encontrar a la vuelta de cada esquina,
    aunque alguna vez no se puede descartar que sea así.

    No importa que un hombre no sepa ni freir un huevo, pues yo se lo haré con mucho amor,
    y si no lo sé lo aprendo, y si no soy capaz de aprenderlo se lo consigo de alguna forma.
    Lo que importa es el amor, el cariño, y cuando existe de verdad es capaz de superar cualquier obstáculo.

    Nada queremos más las madres que a un hijo.
    Quizás demasiado amor pueda obscecar algo el buen juicio, es verdad que puede ocurrir.
    Como decía al principio, hay demasiados mitos y tópicos al respecto.

    Pero cuando a una madre además del amor le acompaña un buen juicio, un buen sentido común,
    sus deseos son apropiados y difícilmente superables.

    La mujer ha dejado de ser la analfabeta que históricamente siempre fue
    como producto del papel al que le relegó el hombre, negándole la educación, el estudio formal.

    Ahora resulta que ese "analfabetismo", esa ignorancia que hace del ser humano un ente manipulable,
    se reparte de una forma más proporcional entre hombres y mujeres.
    Desgraciadamente.

    Creo que no has estado afortunado con esa frase :
    "Las madres siempre creen saber lo que les conviene a sus hijos, pero por suerte se equivocan mucho..."

    Mucho o poco, no importa. ¿Quien lo sabe?.

    Quizás sin esa primera experiencia conyugal fracasada, tan excelso escritor nunca hubiera sido quien fue (justo lo contrario de lo que apuntas).
    Quizás si no hubiera pasado por eso "no hubiera escrito una página de “El reloj de arena”...".
    Siempre se aprende más de los fracasos,
    e incluso en este caso quizás permitió que su relación con María Kodama fuera aún más profunda, rica y provechosa. ¿Quien lo sabe?.

    Quizás el error no sea de las madres "que se equivocan mucho", sino de quienes se atreven a juzgar y sentenciar sobre aspectos tan complejos del alma humana.

    Un saludo.
    Pepi.

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  2. Pepi, creo que, lo escribamos o no, todos juzgamos. Lo de que las madres "se equivocan mucho" significa que su principal interés es preservar a sus hijos, lo que está muy bien, pero que en muchos casos va en contra de explorar nuevos caminos (o los propios y no los de la madre), a lo mejor muy fructíferos. Quien no se arriesga...

    Gracias por el comentario.

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  3. ¡¡Pero si la que más se arriesgó/a fue la propia madre (y padre)!!.
    Ser padre es saber de asumir riesgos, ¿no?.
    Gracias a ti por este Lugar.
    Pepi.

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