Una persona sale a cazar con su escopeta, solo. No repara en ese lugar del terreno, y al pisarlo cae en un pozo seco de treinta metros de profundidad. La caída le ha roto los brazos y las piernas. Quizá puede gritar algo, pero nadie lo oye. No sé si lleva teléfono móvil, pero en un pozo es inútil. Quizá también puede disparar, y tal vez lo haga con su escopeta para llamar la atención, pero el ruido del disparo sólo queda en el pozo y la bala sale silenciosa al exterior. Nadie le echa en falta en su casa, denuncian su desaparición una semana más tarde.
Al cabo de los días encuentran el coche, siguen el rastro y encuentran el cadáver de un hombre, en el fondo de un pozo seco, con los brazos y las piernas rotas, y un tiro en la cabeza.
De esta noticia hay tres cosas que aterran, y que nadie le echara en falta es la menor. Según el forense este hombre estuvo en el pozo varios días antes de suicidarse, ¿podemos imaginar su desesperación, su soledad hasta decidir quitarse la vida? Salió de su casa aquel día como tantos otros, a dar un paseo y a ojear con suerte alguna pieza, y encontró una muerte impotente como la podríamos encontrar cualquiera de nosotros un día de estos al salir de casa para dar un paseo.
Referencias:
http://www.diariodemallorca.es/sucesos/2009/12/04/pozo-cayo-cazador-calvia-llevaba-abierto-sesenta-anos/527116.html
http://www.elpais.com/articulo/espana/cazador/quita/vida/varios/dias/malherido/fondo/pozo/Mallorca/elpepuesp/20091203elpepunac_4/Tes
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