> ¡América!

A la derecha de este texto pueden ver un mapa del mundo con la localización de las últimas visitas a este dietario. Me he sentido siempre entre sorprendido y halagado al ver que en Sudamérica hay personas que me leen. ‘Halagado’ porque alimenta mi vanidad, y ‘sorprendido’ porque no sólo no suelo tratar temas de allá sino que incluso la mayoría de las cosas sobre las que escribo son muy ‘de aquí’. Por estas dos razones, y algunas más que se me ocurren, gracias.

Para mi desdicha no conozco la mayoría de los países del continente, pero sí fue allí el primer viaje largo que hice, a Colombia y Ecuador. Hace unos años tuve ocasión de ir también a Perú y Bolivia. De Colombia recuerdo el verbo increíblemente creativo y la firmeza de una mujer que me contó en el autobús a Mompós el pleito que mantenía con el gobierno por la muerte de su hijo en una manifestación estudiantil en Cartagena de Indias. De Ecuador, las imaginativas pintadas de Ibarra y los mares de platanares y el sofoco de Manta. De Perú, el soroche y la parsimonia. De Bolivia, la ausencia.

Supongo que ocurre con cualquier tierra lejana al lugar de nacimiento de uno, pero mientras que en Irán o Tailandia el idioma no permite ir mucho más allá de ser un viajero curioso, en Sudamérica la comunidad lingüística que compartimos nos facilita entender o al menos preguntar y con frecuencia comprender lo que nos dicen y decimos.

Lástima que muchos compatriotas sólo se interesen por Iberoamérica por cuestiones comerciales, cuando sus empresas les destinan allí o pasan su luna de miel junto a una piscina en Santo Domingo. Muchos españoles se lo pierden, satisfechos consigo mismos. Por suerte también hay muchos otros españoles que se lo ganan.