jueves, 27 de enero de 2011

> Profundidad

Me preguntaba hace unos días mientras conducía: ¿hay profundidad, enjundia? Excepción hecha, claro, de la mitad de media docena.

Cuando leo el fino encadenado de ideas, referencias y datos que llevan a conclusiones lejanas, inéditas, en comentaristas norteamericanos, franceses, alemanes o británicos me digo ¡cielos!, ¿dónde está eso aquí? Y por aquí no me refiero a este modesto dietario, sino a los comentaristas nacionales, a las reflexiones gubernamentales, a las propuestas de la oposición, a la iniciativa ciudadana. Aquí no hace falta calentarse mucho la cabeza, aquí no hace falta haber leído a Birnbaum. Aquí de hecho no hace falta casi nada porque sobra casi todo.

Los contertulios opinan de todo como expertos, los ministros valen lo mismo para una cartera que para otra, la mano de obra lo mismo te sirve un café en un bar que te alicata el cuarto de baño, o un ex banquero recién salido de la cárcel por estafa da consejos morales en televisión.

Si todos tuvieran (¡tuviéramos!) las ausencias que nos merecemos ¡qué silencioso estaría todo!

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