lunes, 10 de enero de 2011

> El triunfo de la mandarina

Pregúntenle a su frutero si vende más naranjas o mandarinas. La facilidad de pelar, el tamaño y el dulzor de la mandarina, pese a su precio, destierran en oleadas a la tradicional naranja según las cohortes de nuevas generaciones se incorporan al carrito del supermercado.

¿Qué más decir, aparte del manido ‘signo de los tiempos’? Yo ya no digo más, hablen ustedes mismos.

2 comentarios:

  1. Los vagos estamos encantados con las mandarinas (¡y los plátanos!), frutas fáciles de pelar y sin requerir ningun instrumento para ello.
    Pero hay algo más, una sensación agradablemente misteriosa que uno siente al pelarlas con las manos, algo primitivo, profundo, que nos retrotrae a los placeres ancestrales que disfrutaron los primeros homínidos...
    mmmh.... voy a la cocina!


    Bueno, para el profundo tema de hoy espero haber dejado un comentario "poco manido"
    :-D

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  2. No había yo caído en ese confortable recuerdo homínido de lo táctil, de pelar con las manos, de moldear el barro... Pero no, las razones son otras, y por una vez las comparto con Josep.

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