sábado, 21 de abril de 2012

> El discurso del Rey

“Lo siento mucho, no volverá a ocurrir”. Así de lacónica ha sido la disculpa de don Juan Carlos, lo que me inquieta.

El oráculo de Delfos tenía fama en la antigüedad de acertar siempre, pero parte de esa fiabilidad, y así incluso lo reconocían los contemporáneos, se debía a lo que hoy llamaríamos ‘lectura abierta’ del mensaje: un rey se fue muy contento de Delfos cuando la Pitia le vaticinó que ‘destruiría un gran ejército’. Con el tiempo se dio cuenta de que el ejército destruido era ¡el suyo!

Así, nuestro rey no ha dicho qué siente mucho, ni qué es lo que no volverá a ocurrir. Ni por supuesto el porqué. ¿Siente mucho haberse caído, haberse ido a Botswana a cazar elefantes, el ejemplo de derroche cuando en su país pintan tan mal las cosas? ¿No volverá a caerse, no cazará ya ni patos, recortará los gastos de la Casa Real? No lo sabemos, pero lo importante del discurso del rey, que tenía de improvisado y de puesta en escena lo que un sketch de José Mota, es el mensaje en sí, la disculpa de algo: lo que en este país llamado España ya es algo sorprendente.

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