Papandreu, el primer ministro griego, quiere convocar un referéndum en su país para conocer si éste está dispuesto a asumir el precio del rescate. No sé la pregunta que imprimirán en las papeletas, y eso es importante, pero ¿están en condiciones de opinar? Sarkozy se ha apresurado a responder lo que hay que decir ante las cámaras: que sí, que es bueno y legítimo, pero ha añadido que los griegos no tienen otra salida si no quieren saltar al abismo, y esta vez solos.
Todos los políticos han tenido que escoger entre lo que está bien y lo conveniente. Recordemos a Felipe González y la OTAN, o a Aznar y la guerra de Irak. Más recientemente a Zapatero y su programa de ‘reformas’. Si fuéramos dioses del Olimpo no dudaríamos en escoger siempre lo que está bien, pero somos ¡ay! simples mortales, y al menos deberíamos pedirles a nuestros políticos que no en nuestro nombre pero sí con nuestro dinero se encarguen de hacer el trabajo sucio que conviene a nuestros estómagos por encima de nuestra moral: nos vamos a quejar igual.
No. El primer ministro griego no ha hecho bien anunciando un referéndum. Hoy le han llamado a capítulo Merkel y Sarkozy en Cannes. Ya es difícil que se mantenga en el cargo y no lo convoque, o puede dimitir y llevarse con él la promesa, o puede celebrarlo y mientras tanto jugar a la ruleta rusa. En cualquier caso no hay que desestimar que nunca pasa nada, y que si hay un superviviente en una balacera, siempre será un griego.
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