domingo, 7 de febrero de 2010

> ¿Es ésta mi madre?

La tradición filosófica occidental (si queda algún lector después de estas primeras palabras, que siga leyendo hasta el final) casi siempre se ha ocupado del ‘ser’. En estos tiempos donde se valoran tanto en televisión las tetas grandes hablar de ontología no llega a ser una humorada, se queda simplemente en tontería.

Si han visto la película “El hijo de la novia” de Juan José Campanella, protagonizada por Ricardo Darín, o han tenido la desgracia de ver próximo el declive mental de una persona cercana, sabrán lo importante que es el ‘ser’. Uno no puede dejar de preguntarse: ¿esta persona que no me reconoce es mi madre?, ¿esta persona que me rechaza es mi madre?, ¿esta persona terca en la negación es mi madre? Uno se queda con la idea de la mujer que te llevaba de la mano al colegio, o hablaba con el cura cuando te castigaba. También era la madre con la que hablabas mientras desenvainabas guisantes para la cena o te cuidaba cuando estabas enfermo. Nadie más hubiera asumido con tanto celo esas tareas.

Sin embargo ahora esa misma madre pudiera ser intercambiada por cualquier otra, que el resultado sería el mismo. Es un cuerpo que albergó la persona que te cuidó y te quiso, pero ahora su ser es otro, una sombra en la caverna.

Aunque no he hecho ninguna pregunta, tampoco tengo respuestas para esto, sólo las culturales (el amparo) y las egoístas (quid pro quo), lejos de esas razones que tan bien combinan la razón con la belleza.

5 comentarios:

  1. Bonita entrada.

    Es estupendo que trates de vez en cuando de filosofía,
    de ontología como esta en concreto,
    y alguna vez también puedes escribir sobre epistemología del conocimiento,
    que es mi preferida.

    Bueno, no quiero alargarme.
    ¿Qué decir sobre las madres que no sea bueno?.

    Sí, a veces las enfermedades se nos llevan en cuerpo y alma,
    y otras veces sólo nublan ese alma que sigue viviendo en ellas
    pero que ha preferido dejar de manifestarse.

    Es como si volvieran a la cuna, como si de nuevo fueran unos bebés,
    sólo que en esta ocasión también se les borra la sonrisa de la cara cuando reconocen a sus seres queridos,
    esa linda sonrisa que tanto nos gusta en los pequeños,
    y el brillo de felicidad en sus ojos por nuestras atenciones también se nubla,
    aunque sigue residiendo allí, quizás tan profundo que no somos capaces de reconocerlo,
    pero sabemos que sigue allí presente.

    A mí me gusta pensar que nos sonrien pero desde el corazón.
    No lo vemos en sus labios, pero de alguna forma lo notamos.

    Su alma, gastada y hasta agotada por querernos, prefiere callar y pasar desapercibida.

    ¡Benditas madres y padres!.
    Pepi.

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  2. No hay respuestas, no hay que hacer preguntas pero esas reflexiones golpean y queman. Un abrazo.

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  3. Pepi: ¡uy si yo hablara de epistemología del conocimiento. ¡Tiembla Popper!

    Micro: no todas las preguntas tienen respuestas. A veces ni tan siquiera tienen sentido, aunque nos empeñamos en que la vida tiene un sentido. Y no, pero al menos acompañan.

    Gracias por vuestros comentarios.

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  4. Lugar : hablas como si quisieras decir que la vida no tiene sentido, pero sin embargo ese es un tema que llega a ser demasiado subjetivo.

    La vida propia puede llegar a tener el sentido que cada cual quiera darle,
    o sea, algo así como que la vida tiene un sentido subjetivo,
    aún en el caso de que no lo tuviera objetivo.

    Pero como a fin de cuentas a cada uno de nosotros lo que nos importa es la propia vida,
    y no "la vida" como concepto filosófico, abstracto ó universal,
    pues resulta que "la vida" real, la propia vida, sí que puede tener un sentido, a veces muy importante.
    Aunque sólo fuera el sentido que cada cual quiera darle.

    Aunque sólo fuera el sentido de "simplemente vivirla".
    Incluso pensando que todo empieza y termina en esta vida terrenal,
    su sentido podría ser tan simple como "vivirla lo mejor posible",
    ó incluso más simple : "simplemente vivirla".

    La vida tomaría sentido en sí misma y por sí misma.

    Bueno, es sólo una forma de verlo, que hay muchas, pero a veces ayuda a encontrar sentido a tanta calamidad que hay por estos mundos terrenales.

    Observa un rato a las hormigas en el hormiguero. ¿Tiene sentido su vida?. ¿Depende de que se lo planteen, ó es ajeno a su voluntad?.
    ¿Es nuestra voluntad la que encuentra sentido a nuestra propia vida?.
    Que así sea.
    Yo no me considero más que una hormiga, pues posiblemente no seamos más que ellas.

    Besos.Pepi.

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  5. Pepi: no creo que la vida tenga "un" sentido más que el que nosotros le damos (muy distinto del que "queramos darle", porque no se trata de un acto voluntario).
    La vida tiene islas de alegrías en un mar de rutinas. Algunas personas hacen de esas islas archipiélagos o incluso continentes: qué suerte. A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

    Un saludo

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