martes, 10 de diciembre de 2013

> Cómo hacer limpieza en casa en un puente de diciembre con Mozart

Que me perdone Mozart, pero he escuchado tantas veces su Sinfonía número 25 que he pasado de admirarla a valorarla utilitariamente: la he puesto para hacer limpieza en casa. Primero porque me marca un estado de ánimo necesario para tales tareas, que nunca puede ser derrotista, y segundo porque me indica los tiempos para cada cosa.

En el primer movimiento los empujes largos de los violines me incitan a pasar la fregona; los cortos, a retirar el polvo de los estantes: el que empieza tiene ya la mitad del trabajo hecho. En el segundo movimiento, ya algo cansado por el frenesí del primero, toca contemplar lo hecho admirando los pizzicatti mientras se repasan las esquinas, lugares de frecuente discusión. Con el resuello recuperado, el tercero infunde ánimos redoblados para acabar, pero ya con seriedad barroca, entrando en un cuarto movimiento de transición hacia la copa de reserva de Somontano de 2007. Los cristales se quedan siempre para la Sinfonía número 40.

¡Ay, cómo está el servicio…!

2 comentarios:

  1. Si Mozart levantara la cabeza... Pobre, tan alto exponente de la más refinada cultura... ¡Rebajado a complemento de faenas domésticas!
    Es usted un irreverente. No sé como le educaron de pequeño, en mi casa se ponían los 40 principales que para eso están. Bueno, la verdad es que ahora ponemos tertulias de política y economía, es lo que se lleva.

    De todas formas, si ya es usted mayor para cambiar y no sabe desempolvar sin violines, yo le aconsejaría otros ritmos de trabajo, digamos un adagio de Albinoni por decir algo. Piense que Mozart murió joven...

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  2. ¿Quién ha dicho complemento de faenas domésticas? Seguro que al Mozart de Milos Forman le gustaría verse en el ámbito de un Somontano.

    Un saludo

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