lunes, 16 de diciembre de 2013

> ¿Era un funeral?

Aún recuerdo que, cuando niño, asistí al funeral de la abuela de un amigo y no podía contener la risa. No había nada gracioso en todo aquello, pero la misma seriedad del acto y los nervios de la primera vez me hacían ver cada acto risible.

El pasado día 10 no salía de mi asombro cuando escuchaba a los comentaristas de Radio Nacional de España retransmitir en directo el funeral de Nelson Mandela. No perdían ocasión de ver el lado gracioso de cada hecho, de cada circunstancia. Esa noche vi por televisión las auténticas noticias del acto, que nada tenían que ver con Mandela, sino con el saludo de Obama a Raúl Castro, la impostura del intérprete del lenguaje de signos, los ‘selfies’ y el presunto flirteo de Obama con la primera ministra danesa Helle Thorning. Y todos muy sonrientes y divertidos.

Pensaba que un funeral era un acto de reconocimiento para el difunto y no una excusa para relajarse con los compadres. Pero lo peor es que nadie parece haber reparado en esto.

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