jueves, 4 de agosto de 2011

> Lo público



Antes era una bonita estación de trenes de provincia, con una gran fachada de hierro fundido de gusto decimonónico y una cafetería donde servían montaditos. Cuando llegó el AVE dijeron que la estación se había quedado pequeña, y la echaron abajo para dejar… casi el mismo número de andenes, ahora vacíos. Las tracerías de hierro fundido decoran la cuenta corriente de algún jerarca.

Ya no es una estación, sino un centro comercial con MediaMarkt, Burguer King y tiendas de telefonía móvil (lo bueno de estos sitios es que no importa dónde estés que nunca te sentirás fuera de lo que ya conoces). Si tu tren no sale al poco de llegar a la estación, echas en falta que no haya ningún banco público para sentarse y esperar. Ni uno, sólo franquicias en las que sentarse a consumir. Nadie ha protestado.

Muchos españoles, no la mayoría, piensan que los políticos son parte del problema, no de la solución. Los pesimistas pensamos que los políticos son un reflejo de la sociedad en la que surgen. Quisiera tener mejores noticias, pero la chapuza, el fraude, el amiguismo, el acomodamiento… no son rasgos exclusivos de nuestros torpes dirigentes, sino también de los que les sitúan allí y de los que no les exigen su dimisión una vez han acreditado su torpeza. Y de los que no protestan cuando no hay un asiento público gratuito en una estación de tren que además tiene el nombre de María Zambrano.

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