jueves, 7 de octubre de 2010

> “Trini no puede”

Como soy pesimista observo con incredulidad la victoria de Tomás Gómez sobre Trinidad Jiménez en las primarias del PSOE para elegir candidato a presidente de la Comunidad de Madrid. La ministra de Sanidad me cae bien y me parece eficaz, lo que teniendo en cuenta la media del gobierno, es ya todo un halago. Tomás Gómez, sin embargo, me cae mejor, y no sólo por haberse sabido colocar como el adalid de la democracia de los afiliados frente al ‘aparato’ de Ferraz, sino porque además es listo y un poco maquiavélico con esa mirada lagartuna, condición indispensable si uno quiere hacer algo con la política, aparte el medro del ego personal.

Tomás Gómez desafió al presidente del gobierno y a José Blanco (o al revés), y ha salido ganador. Trinidad Jiménez, Trini para los electores, ha sido una paracaidista abatida antes de llegar al suelo. El señor Gómez sabe que no se pueden ganar todas las batallas, y ahora tiende puentes verbales de integración y halagos a los adversarios. Quizá espera otra oportunidad si supera la primera prueba ganando a Esperanza Aguirre. Tarea difícil, porque es una maestra y lucha bien en las distancias cortas, y además dice muchas cosas que los demás quieren oír.

Por cierto, ¿recuerdan al alcalde socialista de Getafe, Pedro Castro, que dijo que él estaba con su amigo Tomás y que quien quisiera meter el brazo entre ambos iba a sacar un muñón? Parece que alguien le llamó por teléfono y a los dos días estaba haciéndose la foto con Trini. Donde dije “digo”, quise decir “Diego”. Ay, es que hay que ser pesimistas.

3 comentarios:

  1. Será pesimismo, será lo que sea... pero cada vez menos puedo reprimir una sensación de asco cada vez que veo la cara de un político profesional por la televisión.

    Y es que cada vez más les noto en la cara su trasfondo de hipocresía.

    Y cuando abren la boca, entonces me despejan todas las dudas y.... vomito.

    El médico, antes de recetarme antieméticos (antivomitivos), me ha aconsejado medidas paliativas como la de que deje de ver (y escuchar) las noticias de la tele.

    Pero a veces, como si fueran virus emboscados, me pillan por sorpresa.

    Entonces procuro cerrar los ojos rapidamente y apretarme los oidos, y esperar que esas imágenes pasen lo más rápidamente posible, como si de una película de terror se tratase.

    En fin, como diría aquel, pero al contrario, ver para no creer.

    O no ver para poder creer.

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  2. Me gustaría pensar otra cosa, pero no es el caso. Creo que el nivel de nuestros políticos (me refiero a los españoles) es muy bajo, muy bajo. Pero esto no es lo peor: están al nivel de los electores. Si ellos están ahí no es sólo porque quieran, sino porque les votan.

    Gracias por el comentario.

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  3. La elección no es libre. Simple y llanamente.

    Pero a la gente le gusta votar (eso parece). Le entran cosquillillas por el cuerpo. Luego a quejarse.

    De acuerdo contigo. Sólo añadiría una palabra ("mayoría").

    Dices que están al nivel de los electores, y yo añadiría "al nivel de la mayoría de los electores".

    Es que esa palabra, "mayoría", les gusta mucho a esos pseudodemócratas de la cámaras altas y bajas.

    Y claro, ellos legislan y gobiernan para "la mayoría", precisamente esa mayoría que les ha votado.

    En ese proceso, votantes y elegidos forman un matrimonio muy bien avenido.

    Será que los demás, los que no les votamos, les miramos verdes de envidia, ¿no?.

    Porque claro, si no les votamos ¿cómo van a legislar y a gobernar para nosotros también?.

    Ellos deben ser fieles a su matrimonio, y en eso son ejemplares.

    Ejemplares, sí señor.

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