domingo, 21 de marzo de 2010

> Viaje al País Vasco

Hace unos días fui de visita al País Vasco. El contraste es evidente, y a mí los contrastes me ponen muy triste porque siempre me veo en la parte menos favorecida.

Ha sido un déjà vu de cuando en tiempos pasaba la frontera de Port Bou a Cerbere y entraba en ese mundo tan diáfano que era Francia. En el País Vasco de hoy y tras muchos años de gobierno nacionalista lo que pude ver en una semana no podía estar más limpio y cuidado, no podía dar mejor la imagen de una sociedad bien organizada. Sí, sé que además está el Problema, pero al menos para el visitante el Problema se reduce ahora a la decoración interior de las puertas de los urinarios y a algunas pancartas normalizadas tamaño A3 en algunos balcones.

Las personas, amables; los oficios, esmerados. Al atardecer mucha gente se echa a las calles a hacer ejercicio. Hablan en vasco salvo algunos en las capitales, pero te hablan en castellano en cuanto ven que no eres de allí. Se desviven por los niños (hay pocos). En fin, que parecía la Francia de mi juventud, ay: qué diferencia de Burgos a Álava.

Una tarde heladora en Vitoria me crucé por la calle con el presidente Patxi López. Volvía del Parlamento paseando por el parque como si tal cosa, hablando por el móvil, aunque rodeado de seis guardaespaldas que intentaban parecer otros viandantes casuales. Lo que parecía su coche oficial estaba aparcado sin vigilancia evidente cerca de Ajura Enea. Parecía la normalidad de Downing Street (que también tiene sus peros).

Ay, qué contraste.

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