miércoles, 25 de marzo de 2015

> Un buen padre de familia

Nuestros hijos pueden ser sensatos a tiempo completo, a ratos, o carentes de cordura en casi cualquier momento. Si pertenecen a alguno de los dos primeros grupos, y llegados a una edad suficiente, un buen padre de familia podría sentarse una desapacible tarde de otoño y preguntarles qué le deja en herencia. La pregunta es ambigua, pero a poco razonables que sean la entenderán.

Un afortunado padre podría decirle que ha ganado dinero y que a su hijo no le ha faltado de nada, que le atendió cuando estaba enfermo, que le aconsejó cuando le preguntaron y cuando no. No sé si parece bastante, pero este ejercicio lo debe hacer el hijo. Qué puede decirle a su padre, qué recordará siempre con orgullo, si acaso, y qué hace de su relación algo único (si acaso).

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