lunes, 19 de enero de 2015

> A menos

Siempre he tenido mal ojo clínico, qué le voy a hacer, aunque no debería escribirlo precisamente en mi dietario. He dicho varias veces lo bien que me cae Artur Mas aunque no esté de acuerdo con sus intereses.

Desde la aldea gala donde vivo, debo exclamar: Je me suis trompé! Tras el 9-N, que calificó como éxito sin precedentes (y le reconozco su parte de razón, que no le falta) comenzó un deambular de reuniones, comunicados, planes y predicciones que han culminado, por ahora, ¡en un adelanto electoral a nueve meses vista! El éxito sin precedentes no ha valido después de meses y meses de dimes y diretes.

Quizá su táctica sea el logro por agotamiento, o prolongar el guateque hasta que se vaya la luz. Quizá el momento de la independencia ha pasado, y también lo sabe Junqueras aunque él tiene un plan a largo. En cualquier país serio, alguien tan comprometido con una propuesta que fracasa, convoca elecciones y se va a su casa como hizo Alex Salmond en Escocia. Pero España (que me perdonen los independentistas) es diferente: sigamos tropezando con la misma piedra, pero... ¡pongámosla más lejos!

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