viernes, 26 de diciembre de 2014

> Piebús

Tengo hijos pequeños y saludé con esperanza que el ayuntamiento destinara parte de sus presupuestos a fomentar hábitos saludables en los niños.

Pero nada más lejos de la realidad: el dinero en realidad viene de fondos europeos. El municipio sólo tuvo que sacar a concurso las ideas que otros tuvieron en Bruselas. Y luego me llaman pesimista.

La gran mayoría de los niños llegan al colegio en coche. Con el patrocinio europeo, los padres dejan a los hijos en un lugar convenido a unos quinientos metros del colegio, donde les esperan monitores para ir andando a la escuela. Es gratuito para todos, menos para los monitores, que cobran. La iniciativa está abierta a todos los niños del colegio, digamos unos trescientos: hacen el camino a pie siete, la mayoría hermanos, acompañados por los cinco monitores.

Los que ya tenemos una edad como para no compartir piso recordamos cómo íbamos al colegio de niños. Mis padres tenían afición a buscar casa en lugares a trasmano de todo, y mis colegios nunca estuvieron cerca, más bien lejísimos. Desde los seis años iba y venía caminando cuatro veces al día, hiciera frío, lluvia o calor. Recuerdo la sensación de los pies mojados toda la mañana en clase, pero también la afición a andar que pasados los años me animó a recorrer a pie caminos y ciudades aunque hubiese alternativas más cómodas.

Debe ser que me vuelvo viejo, porque el mundo ha cambiado mucho. Como en este caso, donde es exotismo lo que era habitual.

4 comentarios:

  1. Ver en qué se gastan el dinero público lleva al pesimismo, sin duda. Pero ya sabe, los optimistas preferimos fijarnos en la otra parte: da gusto leer su elogio del andar, lo comparto con agrado. Yo tenía la escuela cerca y no le pillé el gusto al andar hasta algo más tarde, cuando comprobé que salir a recorrer caminos es una forma como otra de escapar de la realidad, pero manteniendo la cabeza en buenas condiciones para encontrarse a uno mismo.

    Este comentario tardío llega porque este domingo fuimos al cine a ver "Camino a la escuela" y recordé esta entrada suya. Si puede vaya a verla, sus hijos sabrán la suerte que tienen sólo por vivir donde viven. Y a usted le gustará, aunque le aviso, hay peligro: transmite optimismo.

    Ah, y eso de "volverse viejo" es un mal enfoque, mejor decir que hemos atesorado vida.

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  2. Muchas gracias tanto por el comentario como por el consejo. Haré por ver la película, aunque no le cuento para no deprimirle los años que hace que no voy al cine a ver una película que no sea de dibujos animados... ¡Ay!

    Cuando acabe el curso escolar haré un recordatorio de esta experiencia, y ya verá cómo le convenzo de que se pase al lado oscuro del pesimismo. Un saludo.

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  3. Pues hombre, si lleva tantos años con los dibujos animados, ya toca introducir variaciones ¿no?. Mi pequeña (9) no quiere ver dibujos porque dice que son para niños; yo podría decir que es una suerte, pero si fuera pesimista ahora estaría quejándome de la adolescencia precoz con profunda pena...

    Y en lo otro, no insista en convencerme, el pesimista nace, uno lo es o no lo es. Eso no pertenece al cerebro racional sino al otro, al que manda de verdad. Como en la religión o el club de fútbol, no se cambia por muchas evidencias o razones que se opongan. No se esfuerce en darme razones para pasar al lado oscuro, ya tengo muchas pero me resulta más llamativa la parte medio llena de la botella. Si no fuera así no le habría comentado lo de "Camino a la escuela", sino que le habría explicado que un domingo por la tarde, en una multisala, tan sólo éramos una veintena de personas viendo esa historia llena de valores proyectada en sesión única a primera hora de la tarde. Mientras, al lado, en cinco salas y en todos los horarios, "echaban" las sombras de Grey. También llena de valores, pero de otro tipo...

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  4. No insistiré porque ya veo que es usted un pesimista convencido, sólo que no lo sabe aún... ¡por suerte para usted!

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